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Caza Mayor
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Múnich certifica la muerte del G-20 y el nacimiento del G-2: Trump y Musk
La pregunta no es si Europa puede hacer frente a unos EEUU desatados, sino si las democracias liberales pueden hacer frente a las democracias populistas y autocráticas, como la de Donald Trump
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Lo llaman G-Zero, un término acuñado por Ian Bremmer, politólogo y fundador del Eurasia Group, para referirse al colapso del liderazgo mundial y como burla a los aquelarres que organizan los países industrializados, el G-7, y las principales economías, el G-20, que, a tenor de lo visto, solo sirven para degustar las gastronomías locales.
Lo mismo que la Conferencia de Múnich, el foro que tuvo lugar este fin de semana en el Hotel Bayerischer Hof de la citada ciudad alemana, un lugar de encuentro de gerifaltes internacionales para estrechar lazos atlantistas, donde ha quedado bien claro que no hay nadie al volante del nuevo orden mundial. O mejor dicho, sí lo hay: Donald Trump y Elon Musk, el G-2.
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La falta de un liderazgo que defienda los valores occidentales será el principal riesgo para este 2025, pues "debilitará la seguridad y la arquitectura económica del actual modelo, y generará vacíos de poder, que será ocupado por actores deshonestos, aumentando así la probabilidad de errores de cálculo y conflictos", vaticinaba el informe del Eurasia Group.
"El principal problema", añadía, "es que las instituciones internacionales clave, como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, el Fondo Monetario Internacional o el Banco Mundial, ya no reflejan el actual orden mundial".
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Solo ha habido algo peor que las bravuconadas del vicepresidente de Trump, J.D. Vance, en la Conferencia de Múnich: el tartamudeo de una Unión Europea en estado de shock que no sabe por dónde le vienen los sopapos.
Haciendo de tripas corazón, Zelenski ha instado a Europa a crear un ejército propio para hacer frente al desafío ruso y al viraje de EEUU, que es como pedir un milagro a San Judas Tadeo; Ursula von der Leyen ha propuesto excluir la inversión en defensa de las reglas fiscales de la UE, y un capitidisminuido Macron ha convocado una cumbre de emergencia sobre la guerra en Ucrania este lunes a la que asistirán los principales líderes europeos, entre los que se encuentra Pedro Sánchez.
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¿Será este el resurgir de Europa? Permítanme que lo dude. No funcionó con Von der Leyen I y nada hace presagiar que vaya a hacerlo con Von der Leyen II.
En su anterior mandato, la alemana ya habló de autonomía estratégica, y de un ejército propio, y de más eurobonos, y de la creación de gigantes empresariales que pudieran hacer frente a los tecnoligarcas norteamericanos, y nada de eso ocurrió. Más bien al contrario.
Respondimos como respondemos siempre: con más regulación, es decir, pegándonos un tiro en el pie. Que pregunten a las operadoras de telecomunicaciones europeas, a las que se les ha impedido crecer bajo el argumento de que cuanta más competencia, mejor, y han sido utilizadas como colillas de tabaco por las plataformas de Silicon Valley.
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Que sí, aseguran los mandatarios europeos, que esta es la buena, el empujoncito que necesitaba la UE para profundizar en su integración y salir del letargo. Cuando dicen esto, uno levanta los ojos y mira hacia Hungría y Eslovaquia, o repasa las encuestas sobre las próximas elecciones alemanas y comprueba la fuerza de la extrema derecha, mucha de ella en clara sintonía con el inquilino de la Casa Blanca.
Cuando dicen esto, uno enciende la radio y escucha en Alsina una entrevista a Pablo Bustinduy, a la sazón ministro del Gobierno de España, en la que asegura que el "gasto militar está disparatado", que no hay que aumentarlo, sino apostar por el Estado del bienestar y las políticas sociales.
Se olvida el ministro de que España apenas destina un 1,28% de su PIB a gastos de Defensa, según los criterios de la OTAN, lo que le sitúa en último lugar de los 32 miembros de la alianza, y de que nuestra industria armamentística está atomizada, con una ristra de operadores de facturación media y, en muchos casos, peleados entre ellos, lo que nos impide levantar la mano para la conformación de gigantes europeos.
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A la hora de acceder a programas internacionales, de gran tamaño o incluso medio, los operadores nacionales tienen más dificultades que sus homólogos por una cuestión de dimensiones. De ahí la necesidad de consolidar el sector en torno a una compañía, en este caso Indra, con la que la Oficina Económica del Gobierno se ha volcado de hoz y coz. Para ello, la empresa presidida por Ángel Escribano y dirigida por José Vicente de los Mozos tendrá que iniciar un proceso para sumar (Hispasat, Hisdesat y quién sabe si Escribano), cooperar y repartir juego entre la industria para disipar suspicacias.
"Europa tiene 16 tipos de tanques pesados, y EEUU solo uno; Europa cuenta con 24 tipos de fragatas; EEUU solo con uno; Europa tiene ocho tipos de artillería; EEUU solo dos. La industria de seguridad europea no es competitiva", comenta el CEO de una de estas empresas de seguridad. "En algún momento tendremos que decir a qué nos vamos a dedicar en España, en qué queremos ser buenos. No es repartir alpiste para todos. Hay que tomar decisiones, y eso no ha pasado ni en España ni en Europa".
Si no avanzamos por aquí, la Defensa europea va camino de que le suceda lo mismo que al sector espacial, el de los satélites, donde Elon Musk le ha pegado un puntapié a la industria europea y la ha sumido en un agujero negro. Con su integración vertical en torno a SpaceX ha sacudido todo Occidente y se ha laminado a toda la competencia. Un solo hombre. El que manda en la Casa Blanca.
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Del año 2019 a hoy, el valor de los operadores de satélites se ha dividido por diez. Es el caso, por ejemplo, de Eutelsat, la empresa de telecomunicaciones francesa con sede en París, que opera 39 satélites de comunicaciones. Lo que antes valía 12.000 millones de euros, ahora cuesta menos de mil. El éxito de Musk reside en que lo que otros hacen de forma artesanal, él lo produce en serie. Para más inri, nadie sabe lo que gana.
Porque la pregunta no es si Europa puede hacer frente a unos Estados Unidos desatados, sino si las democracias liberales, con sus sistemas multipartidistas, su separación de poderes y su prensa libre pueden hacer frente a las democracias populistas y autocráticas, sin el más mínimo respeto por el Estado de Derecho, como la de Donald Trump.
Es necesario que Europa reaccione. Tenemos que encontrar nuestro hueco. Nos jugamos mucho en este envite. Nos jugamos nuestra razón de ser.
Lo llaman G-Zero, un término acuñado por Ian Bremmer, politólogo y fundador del Eurasia Group, para referirse al colapso del liderazgo mundial y como burla a los aquelarres que organizan los países industrializados, el G-7, y las principales economías, el G-20, que, a tenor de lo visto, solo sirven para degustar las gastronomías locales.