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España ante los desafíos del comercio internacional: avances y retos pendientes

España ha experimentado un notable progreso en su integración económica internacional, marcado por una creciente participación en las cadenas de valor globales y un significativo aumento de sus exportaciones

Foto: Imagen de archivo del puerto de Valencia (EFE/Kai Försterling)
Imagen de archivo del puerto de Valencia (EFE/Kai Försterling)

Las Tecnologías de la Información y la Comunicación, junto con las mejoras en el transporte internacional y la eliminación de diversas barreras comerciales, han facilitado el surgimiento de cadenas de producción globales que involucran a empresas de múltiples países, incluyendo España. Esta nueva fase de globalización, frecuentemente impulsada por multinacionales, ha llevado a una fragmentación geográfica de los procesos productivos, donde muchas actividades se externalizan a otros países. Como resultado, las economías que reciben estas fases deslocalizadas comienzan a contribuir al valor añadido total del producto, transformando así la dinámica del comercio internacional.

En este contexto, en las últimas décadas, España ha experimentado un notable progreso en su integración económica internacional, marcado por una creciente participación en las cadenas de valor globales y un significativo aumento de sus exportaciones. Desde la Gran Recesión, el peso de las ventas al exterior sobre el PIB ha pasado del 26% al 39% en 2023, con un crecimiento del 49% en términos reales desde 2008.

Esta evolución positiva ha permitido mejorar sustancialmente tanto la balanza comercial como la balanza por cuenta corriente. Aunque el crecimiento medio de las exportaciones en la UE-27 fue ligeramente superior (56%), España ha logrado aumentar el peso de sus ventas al exterior sobre el PIB en 13 puntos porcentuales, frente a los 11,7 en Europa.

Sin embargo, un reciente estudio publicado por la Fundación BBVA y el Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie), titulado "España ante los impactos recientes sobre las cadenas de valor globales y la integración comercial internacional", señala importantes desafíos que el país aún debe afrontar.

Foto: Varios alumnos realizan un examen. (Europa Press/Marta Fernández Jara) Opinión

Uno de los principales retos es la concentración geográfica de las exportaciones. España concentra el 67% de sus exportaciones en manufacturas en Europa occidental, lo que limita su red de conexiones con otras economías en rápido crecimiento. Esta concentración contrasta con la diversificación lograda por otras economías, especialmente las asiáticas, que han ampliado su presencia en mercados más dinámicos.

Otro aspecto crucial es la generación de valor añadido doméstico. En 2020, solo el 75,3% de las ventas al exterior de España generaba valor añadido doméstico, por debajo de las economías avanzadas europeas (77,4%), como Alemania y Francia y muy lejos de Estados Unidos (92%). Esta situación se debe, en parte, a la especialización de España en sectores y actividades que requieren un alto porcentaje de importaciones para sus exportaciones, lo que genera diferencias significativas en la capacidad de generar valor añadido doméstico según el sector.

En las manufacturas, el valor añadido doméstico es del 65,2%, mientras que en los servicios alcanza el 88,5%. Dentro de las manufacturas, sectores como equipos de transporte y productos informáticos muestran un menor valor añadido doméstico (inferior al 60% y 70%, respectivamente), mientras que el sector agroalimentario y textil superan el 80%. En servicios, los relacionados con la información y comunicaciones y los servicios de transporte generan el menor valor doméstico (inferior al 85%) por ser los que en mayor medida recurren a las importaciones. Por el contrario, en las actividades administrativas y servicios auxiliares el 91% de sus exportaciones suponen valor añadido para España.

La cualificación del empleo en las exportaciones también presenta desafíos. En 2018, el 64,5% del empleo doméstico incorporado en las exportaciones manufactureras españolas correspondía a ocupaciones de cualificación media, mientras que las de alta cualificación representaban solo el 25,7%, por debajo del 34,9% de otros países europeos.

Eventos recientes como la pandemia de COVID-19 y la guerra ruso-ucraniana han tenido impactos diferentes en el comercio internacional. La pandemia tuvo un efecto más coyuntural y las densas redes de intercambios internacionales mostraron una enorme resiliencia, basada en la existencia de alternativas de aprovisionamiento y en las ventajas de costes de algunos proveedores. Esta resiliencia fue más alta entre los países que presentaban una mayor concentración, tanto geográfica como sectorial, de sus exportaciones, centrándose especialmente en la producción de bienes intermedios. En el caso de España, en 2021, vio aumentar el volumen de sus exportaciones, especialmente para el sector de la fabricación de productos metálicos.

En cambio, la guerra ruso-ucraniana ha provocado más una reorientación de los flujos comerciales que una reducción de estos. Obviamente, la intensidad de los efectos ha sido mayor en economías directamente implicadas en el conflicto. Así, Rusia ha reorientado sus exportaciones a Asia y América del Sur y, Ucrania, por el contrario, ha reorientado sus exportaciones hacia Europa en detrimento del mercado asiático. España no ha modificado el volumen de las exportaciones, ni se observa un cambio relevante en la distribución geográfica de estas.

Foto: Científicos trabajando. (EFE/NASA/JPL) Opinión

Los autores del estudio mencionado sugieren dos vías principales para reforzar la capacidad de España de generar valor añadido. En primer lugar, mejorar la participación en las cadenas de producción globales, especializándose en actividades de mayor valor añadido. En segundo lugar, ampliar el número de países de destino de las exportaciones, reduciendo la concentración en mercados europeos y reforzando la presencia en mercados de mayor crecimiento, especialmente los asiáticos.

En conclusión, aunque España ha logrado avances significativos en su integración económica internacional, aún enfrenta desafíos importantes para maximizar los beneficios de su participación en el comercio global. La diversificación geográfica y la especialización en actividades de alto valor añadido se perfilan como las claves para el futuro crecimiento y competitividad del sector exterior español. El país tiene la oportunidad de aprovechar su posición actual para dar un salto cualitativo en su integración internacional, lo que podría traducirse en mayores beneficios económicos y una posición más sólida en el escenario global.

* Iván Arribas es investigador del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas (Ivie) y profesor de la UV

Las Tecnologías de la Información y la Comunicación, junto con las mejoras en el transporte internacional y la eliminación de diversas barreras comerciales, han facilitado el surgimiento de cadenas de producción globales que involucran a empresas de múltiples países, incluyendo España. Esta nueva fase de globalización, frecuentemente impulsada por multinacionales, ha llevado a una fragmentación geográfica de los procesos productivos, donde muchas actividades se externalizan a otros países. Como resultado, las economías que reciben estas fases deslocalizadas comienzan a contribuir al valor añadido total del producto, transformando así la dinámica del comercio internacional.

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