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La estrategia de Yolanda Díaz (ojo, contiene 'spoilers')
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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La estrategia de Yolanda Díaz (ojo, contiene 'spoilers')

La campaña de imagen en torno a la líder huele a populismo errejonista por todos sitios. Es esa escuela y está bien tirada porque va orientada a ganar en transversalidad

Foto: La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. (EFE/Pedro Puente)
La vicepresidenta segunda, Yolanda Díaz. (EFE/Pedro Puente)
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Yolanda está liderando la reformulación de una alternativa competitiva que agrupe a todo lo que anda suelto a la izquierda del PSOE. Su estrategia tiene un objetivo —redefinir el mapa de la izquierda española— y se desarrolla en cuatro líneas de acción —su propia campaña de imagen, la operación de demolición controlada de Podemos, la articulación orgánica del nuevo artefacto político y el plan electoral final—.

Ella no aspira a ser segunda, no se conforma con ser el complemento necesario de Sánchez. Su meta a medio plazo consiste en disputar la hegemonía a los socialistas. Hay ambición.

De cara a su peor escenario personal —Sánchez pudiendo volver a gobernar— persigue equilibrar lo máximo posible las fuerzas y exprimir su relación estratégica con Bildu y ERC. Ahí busca la mayor paridad posible.

Con vistas a su opción más deseable —un gobierno del PP y Vox—, pretende aprovecharse de la desestabilización que vivirá el PSOE

Con vistas a su opción más probable y deseable —un gobierno del PP con Vox—, ella pretende aprovecharse de la desestabilización que vivirá el Partido Socialista tras la pérdida del poder. Entonces, cuando se dirima el liderazgo de la oposición al tándem de Casado y Abascal, será cuando el tan anhelado sorpaso al PSOE pueda hacerse viable. Ese es el cálculo.

La estrategia de Yolanda contiene un método. Pasa por superar la tensión que surgió desde el principio mismo de Podemos. El conflicto entre la lógica peronista de Errejón y la lógica estalinista de Iglesias ha quedado en el pasado. Hace mucho tiempo que las cosas ya no van de ver quien vence, Pablo o Iñigo, sino de que Díaz gane aprovechando lo mejor de las dos corrientes. Lo que se está montando ahora solo puede entenderse desde la hibridación.

La campaña de imagen en torno a la líder huele a populismo errejonista por todos sitios. Es esa escuela y está bien tirada porque va orientada a ganar en transversalidad, a situar a Yolanda por encima del miedo, de los rechazos, en definitiva, de la desconfianza. Está buscando penetrar en el voto de los mayores de 45 años —que es donde Podemos sufre la brecha generacional—.

Foto: La vicepresidenta segunda del Gobierno, Yolanda Díaz. (EFE/Zipi) Opinión

Es marketing que no parece marketing y por eso funciona. Por eso y porque cuenta con la costra de provincianismo cultural que todavía queda en los sectores biempensantes de nuestra sociedad. Si las cosas no estuviesen como están, casi daría ternura ver cómo está calando el producto en los sectores que se definen a sí mismos como moderados.

Resulta que como no grita, como tiene mechas y se viste de Uterqüe, como lleva tacones y visita al Papa, pues es moderada y no dogmática. Da igual que acabe de prologar el "manifiesto comunista" para celebrar los 100 años del PCE. Será casualidad.

No puede ser comunista porque no lo parece, así que se puede bajar la guardia. El problema no es llevar ese carné en pleno siglo XXI, lo bueno es que va en un bolso caro. Así que los templados se la están comiendo entera. Exactamente igual que con Errejón en su día, igual, punto por punto. Hace falta ser paleto para confundir la educación con el pensamiento, con la intención.

La operación de demolición controlada de Podemos está siguiendo el patrón táctico aplicado siempre por Iglesias

Por otro lado, la operación de demolición controlada de Podemos está siguiendo el patrón táctico aplicado siempre por Iglesias. Y creo ingenuo descartar que se esté ejecutando sin su asesoramiento.

Estalinismo clásico: todo a la verticalidad y nada a la democracia, máxima sumisión al líder y total contundencia a la menor señal de descontento. Nada de piedad. Trituración de los egos. El poder es caprichoso, ya sabes, te puedes quedar fuera.

Podemos se está diluyendo como un azucarillo porque sus referentes son presos del miedo al paro y porque la organización casi no tiene tejido orgánico, casi es un cascarón vacío, desde luego inservible para la alta competición. Carne de desguace. Lo poco que queda es básicamente del PCE.

Foto: La ministra de Trabajo, Yolanda Díaz (d), responde a una de las preguntas de los diputados en presencia del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE)

Así que la idea es trasplantar los restos a la nueva oferta con Garzón incorporado. Y también armar el armazón con todos los mimbres posibles de Comisiones Obreras y alguno de la UGT.

La articulación orgánica del próximo artefacto electoral —cuarto ya desde la transición: PCE, IU, Podemos y lo que se está forjando ahora— rescata la idea de las confluencias que Errejón introdujo en los albores de Podemos.

El populismo, de nuevo: presentarse como un partido tiene menos tracción que ofrecerse como un movimiento en una sociedad fragmentada y en un país atravesado por la cuestión territorial.

Para eso hace falta emitir cierto aire de 'revival' aunque sea prefabricado, rescatar la épica del surgimiento de Podemos, la apariencia de que lo que viene surgirá por generación espontánea. Ese aroma, demasiado cuqui y sin olor a barrio, es lo que se buscaba con los actos de la plataforma de mujeres por la izquierda.

No un partido, sino un movimiento con dos decisivas incógnitas por despejar: Madrid y, en mayor medida, Andalucía

Escenografía para vehicular lo que ya está escrito: una nueva constelación de siglas, una oferta desvertebrada que reúna tanto nacionalismo de extrema izquierda como se pueda. No un partido, sino un movimiento con dos decisivas incógnitas por despejar: Madrid y, en mayor medida y con mayor urgencia táctica, Andalucía.

El cuarto elemento, el plan electoral, es el lanzamiento de la opa al PSOE que se está redactando ahora. Yolanda pretende competir en las urnas con mejor imagen que la de Sánchez, con la potencia dentro del público joven que siempre tuvo Podemos, con más tirón entre las mujeres del que nunca tuvo Iglesias, con más magnetismo hacia los votantes mayores del que ahora tiene y asaltando —no los cielos— sino el voto obrero que lleva confiando en el PSOE desde que tiene uso de la razón.

La conquista de esa capa electoral explica la transformación discursiva que viene desgranando desde hace semanas. Ella no está vendiendo la impugnación del sistema sino el obrerismo, las lentejas de la vieja izquierda, la doctrina social de la Iglesia. Lo llaman laborismo y con razón, se parece mucho a lo que abanderó Jeremy Corbyn en Gran Bretaña. Es la hibridación entre el populismo y la vieja izquierda. La caverna roja con ambientador de Prada.

Yolanda está levantando una alternativa con serias opciones de llegar a competir con el PSOE

Yolanda está levantando una alternativa con serias opciones de llegar a competir con el PSOE porque, paradójicamente, el viento en contra del ciclo económico es su viento a favor.

Puede hacerlo porque lo está haciendo bien, porque el populismo es una fuerza que parasita el malestar social y aquí se están acumulando muchos.

Puede hacerlo porque el comunismo contado por los privilegiados y privilegiadas parece menos comunismo y, sobre todo, porque lo que tiene enfrente es el sanchismo y no la socialdemocracia. Esa es la baza, su ventaja estratégica. No es difícil.

Yolanda está liderando la reformulación de una alternativa competitiva que agrupe a todo lo que anda suelto a la izquierda del PSOE. Su estrategia tiene un objetivo —redefinir el mapa de la izquierda española— y se desarrolla en cuatro líneas de acción —su propia campaña de imagen, la operación de demolición controlada de Podemos, la articulación orgánica del nuevo artefacto político y el plan electoral final—.

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