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El dato: Sánchez se está convirtiendo en veneno para el PSOE
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Pablo Pombo

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El dato: Sánchez se está convirtiendo en veneno para el PSOE

Que el PSOE no supiese detectar la bomba electoral retardada que supondría la aprobación de la ley del solo sí es sí ha sido sorprendente, porque las señales eran, desde el principio, más que evidentes

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Juan Carlos Hidalgo)
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Hay un número tremendo escondido entre las primeras encuestas de febrero. Una cifra de esas que activan las luces y las sirenas de emergencia en el interior de los partidos. Un dato que revela hasta qué punto Sánchez puede dañar las expectativas de los líderes socialistas que se jugarán el todo o la nada en las urnas del próximo mes de mayo.

Nadie sensato podía esperar buenas estimaciones para el PSOE durante enero. Era previsible que la tendencia prosiguiese, como lo hizo. Los meses posteriores a las vacaciones tienden a ser adversos para los partidos gobernantes, sobre todo cuando la economía tiene un pulso tan débil como el actual. Además, la digestión social lleva su tiempo y todas las cesiones a los indepes se dejaron para final de año. El efecto demoscópico de la reforma de la malversación, de la sedición y el asalto al poder judicial no iba a disolverse como un azucarillo.

Foto: El presidente, Pedro Sánchez, en una rueda de prensa. (EFE/Juan Carlos Hidalgo) Opinión

Por lo tanto, nadie puede sorprenderse de que el Partido Popular siga mejorando en 2023, aunque sea de forma tímida, décima a décima. Tiene sentido que el PSOE siga descendiendo hasta un suelo electoral firme, granítico pero no indestructible, ubicado en la zona del 25%.

¿Dónde está la sorpresa? En que el PSOE no supiese detectar la bomba electoral retardada que supondría la aprobación de la ley del solo sí es sí. Eso siempre ha sido sorprendente, porque las señales eran, desde el principio, más que evidentes.

Foto: Victoria Rosell y Ángela Rodríguez. (EFE/ Kiko Huesca)

No era necesario disponer de cientos de asesores en la Moncloa para verlo venir, bastaba con tener ojos para leer la prensa. Encuesta de NC Report del 21 de noviembre: el 56% de los votantes socialistas era partidario de reformar la ley, mientras el 41% consideraba necesaria la dimisión de Irene Montero.

Entonces, hace 10 semanas, ya era posible anticipar que la malversación (52% de votantes socialistas críticos) y la sedición (56%), siendo graves, eran potencialmente menos amenazadoras para el PSOE que el desastre perpetrado desde el Ministerio de Igualdad. Los datos eran claros en aquel momento… pero nadie actuó.

Con el pasar de los días, fue subiendo y subiendo el número de agresores sexuales beneficiados y también el de excarcelados. Un doble marcador moralmente insoportable. El pasado 4 de enero, salía a la luz un sondeo de Sigma Dos que situaba el volumen de votantes socialistas que demandaban la reforma de la ley del solo sí es sí en el 71% (no es aconsejable mezclar unas encuestas con otras, pero ya eran 15 puntos más que en noviembre). Los datos resultaban todavía más claros hace cinco semanas, pero optaron por buscar la foto de la petanca… Nadie actuó.

Ayer mismo, Sociométrica elevaba el malestar del electorado socialista otros 15 puntos más: el 90,5% está reclamando ahora que se reforme la dichosa ley. El dato se publicó después de que Sánchez, por fin, decidiese moverse.

La orden de la Moncloa ha resultado tan tardía en términos políticos como lo fue la corrección del rumbo del Titanic en su camino hacia el iceberg. El choque ya es inaplazable, la fractura social es irremediable.

El daño electoral que podía haberse evitado hace tiempo ya no tiene reparación, porque el impacto sobre la imagen de Sánchez entre sus propios electores es demoledor. De nuevo, no hace falta disponer de las muchas pantallas que parpadean en el big data monclovita, basta con tener un sofá para echar un vistazo a los periódicos.

Foto: El presidente del Gobierno, en el último pleno del Senado. (EFE/Zipi) Opinión
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Ayer mismo, pregunta de Sigma Dos: ¿quién cree que es responsable del beneficio a más de 400 agresores sexuales?

Respuesta de los votantes del PSOE:

Irene Montero: 32,5%.

Pedro Sánchez: 9,1%.

Los dos: 16,7%.

Los jueces 32,1%.

Hagan la suma, porque aquí es donde está el dato esencial. 9,1 (Sánchez) + 16,7 (Los dos) = 25,8%. Subrayémoslo.

Foto: ¿En qué consiste la reforma del PSOE para la ley del solo sí es sí? De elevar las penas a cambios con los menores. (Europa Press/Ricardo Rubio)

Y quédense con esta idea: faltan 110 días para las elecciones y uno de cada cuatro votantes socialistas (1,75 millones) considera que Sánchez tiene la responsabilidad única o compartida de los beneficios obtenidos por los delincuentes sexuales.

El número es tan serio que no es de extrañar la reciente orden dada en la calle Génova: hay que girar todos los tanques discursivos hacia Sánchez.

A estas alturas, con las cifras actuales, la tensión pública entre los miembros de la coalición y la posibilidad abierta de que el doble marcador de beneficiados y excarcelados vaya a más y más, Irene Montero solo es caza menor para el PP. Ya no merece ni el gasto en munición verbal.

En la contienda electoral, buena parte del combate se juega en el aprovechamiento de los errores del adversario. Y Sánchez se ha puesto a sí mismo en la diana por no frenar a tiempo a la ministra de Igualdad que no debió nombrar, por no haberla corregido cuando tuvo que hacerlo y por haber reaccionado desde las encuestas en lugar de desde la ética. Ni siquiera ha sabido camuflar el motivo que le ha llevado a tomar su decisión: “Yo, mi, me, conmigo”. Lo habitual.

Ahora, pónganse en la piel del candidato o candidata municipal o autonómico que ve lo suyo en el alero, que siente que las decisiones que se están tomando en la Moncloa no hacen sino boicotear las opciones de desplegar una campaña territorial propia, y que sabe que un cuarto de sus votantes culpa a su líder nacional de un mal social que genera un malestar transversal.

Un malestar todavía más grave que los anteriores, que las cuestiones de corte político como la alianza Frankenstein o de cariz económico como la capacidad familiar de compra.

Foto:  Sánchez, junto a Lambán en un acto en Zaragoza. (EFE/Javier Belver)

Un malestar prepolítico que desborda lo generacional y lo ideológico, lo territorial y lo socioeconómico. Un malestar que golpea en la seguridad íntima y personal, de tus madres y de tus hermanas, de tus hijas.

¿Cómo se resuelve eso a 110 días de las urnas? ¿Cómo se puede olvidar?

Pongámonos en la piel de cualquier candidato socialista. ¿Invitaría usted a Sánchez a dar un mitin en su localidad o en su comunidad cuando todo el país y 1,7 millones de votantes del PSOE tienen en carne viva la sonrisa de 400 delincuentes sexuales que se han visto directamente beneficiados? Yo tampoco.

Hay un número tremendo escondido entre las primeras encuestas de febrero. Una cifra de esas que activan las luces y las sirenas de emergencia en el interior de los partidos. Un dato que revela hasta qué punto Sánchez puede dañar las expectativas de los líderes socialistas que se jugarán el todo o la nada en las urnas del próximo mes de mayo.

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