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Implicaciones inmediatas del ataque a Israel
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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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Implicaciones inmediatas del ataque a Israel

Las opciones de que Hezbolá abra un segundo frente desde el Líbano no son altísimas pero sí reales. Si solo hubiera un camino para escalar la guerra, sería ese

Foto: Un soldado israelí en la frontera entre Gaza e Israel. (Europa Press/dpa/Ilia Yefimovich)
Un soldado israelí en la frontera entre Gaza e Israel. (Europa Press/dpa/Ilia Yefimovich)
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Por respeto a las víctimas, me reservo de momento la calificación que merecen quienes no condenan los ataques terroristas y legitiman desde su falsa superioridad moral a los adversarios de la democracia y los derechos humanos.

Me limitaré a compartir un ejercicio de prospectiva, un intento de anticiparse a lo que puede ocurrir a corto plazo.

Las tres primeras reacciones sociales tras un ataque terrorista son siempre parecidas.

  • La horrible mezcla entre el espanto y la incredulidad. Y, como consecuencia, la culpabilización de los servicios secretos.
  • La necesaria expresión de empatía y solidaridad, dos de las mejores virtudes de la civilización.
  • La demanda de unidad formulada en términos de urgencia.
Foto: Israelíes heridos son trasladados a hospitales tras los ataques con cohetes de Hamás. (EFE/EPA/Abir Sultan) Opinión

Desde el poder político, los tres primeros movimientos son también predecibles, automáticos.

  • Activación de los planes de contingencia: coordinación para la contención del daño, la asistencia a las víctimas y el inicio de la investigación.
  • Llamada a la oposición, los medios de comunicación y los aliados internacionales: transmisión de la información disponible, y solicitud de lealtad.
  • Comparecencia pública: identificación de los culpables directos y de los autores intelectuales, llamada a la unión y promesa de castigo a los culpables.

El dinero, por su parte, resulta del todo previsible: el miedo se activa enseguida, la bolsa cae, las materias primas y los especuladores del pánico se frotan las manos.

La fase inicial del shock llega hasta aquí, justo hasta donde está la situación según escribo. A partir de este punto, la labor de anticipación viene condicionada por la dimensión del ataque, la sensibilidad geoestratégica del lugar y el potencial de respuesta que puede desatarse. ¿Qué sabemos?

  • Respecto a la ofensiva, ha de subrayarse que estamos hablando del ataque terrorista más mortífero que ha sufrido el Estado de Israel desde su nacimiento. Nadie duda de que las acciones perpetradas por Hamás requieren planificación, dinero y armamento. Y todo parece indicar que Irán está detrás de lo ocurrido.
  • Sobre el impacto geoestratégico, estamos hablando de la zona más delicada del planeta. Hay consenso entre los especialistas sobre la intenciones de Teherán: descarrilar la normalización de las relaciones Israel-Arabia Saudí y desestabilizar la región debilitando la influencia de Estados Unidos. Hay unanimidad al considerar que Turquía y Egipto jugarán un papel de mediación fundamental.
  • En lo concerniente a la magnitud de la respuesta israelí, no hay quien se llame a engaño. Netanyahu fue muy explícito en sus declaraciones al hablar de “estado de guerra” y comparar estos ataques con los del 11-S, que provocaron la larga, costosa y equivocada “guerra contra el terror”. La movilización de reservistas resulta descomunal. Todo parece indicar que veremos una reacción más que contundente, de las que hacen historia.
Foto: David Ben-Gurión, leyendo la declaración de independencia de Israel en 1948. (EFE) Opinión

A partir de lo anterior, en lo bélico, pueden anticiparse las tres siguientes consecuencias a muy corto plazo:

  • Las imágenes de los secuestrados israelíes serán utilizadas por los terroristas en su guerra de información. La población será testigo de múltiples pesadillas que activarán los traumas históricos del pueblo judío. Y el Gobierno tendrá estrecho margen de movimiento: no puede ceder y no quiere dar por perdidas sus vidas, pero negociar con los terroristas es un trago muy amargo. Las fuerzas especiales podrán tener algún éxito en las operaciones de rescate. Pero es muy poco probable que no veamos sufrimiento en nuestros dispositivos móviles.
  • Las opciones de que Hezbolá abra un segundo frente desde el Líbano no son altísimas pero sí reales. Si solo hubiera un camino para escalar la guerra, sería ese. Seguramente, todos los esfuerzos diplomáticos están ya centrados en ese flanco.
  • El Gobierno de Netanyahu será presionado desde la opinión pública y algunos ámbitos militares para ir más allá del “ojo por ojo”. Repeler el ataque, retomar el control y bombardear Gaza durante unos días será insuficiente. El primer ministro tuvo siempre un perfil más bien cauto respecto al ejército, pero la opción de una ofensiva terrestre sobre Gaza ya está sobre la mesa. Sea lo que sea, será sangriento. Terminarán muriendo más palestinos que israelíes.

Por fuera de lo militar, pueden anticiparse otros tres efectos inmediatos:

  • El precio del petróleo subirá y no tardaremos en notarlo en nuestros bolsillos. El papel que estaba jugando Israel para la futura llegada de gas a Europa queda pausado.
  • En las capitales europeas podremos ver callejeras expresiones de apoyo a la causa palestina que legitimarán a los terroristas de Hamás, tras haber convertido a su población en carne de cañón. Aumentará el antisemitismo.
  • En el circuito de la política internacional, la normalización de las relaciones en la zona quedará congelada. Arabia Saudí y Qatar no asumirán ni el más mínimo desgaste. Hay elecciones en Egipto dentro de dos meses. Turquía, como siempre, estará en la pomada.
Foto: Un grupo de búlgaros llega a Sofia tras ser evacuado de Israel. (Reuters/Spasiyana Sergiev)

Desde ese punto, los interrogantes van aumentando de talla:

  • La población israelí sabrá unirse. Pero Netanyahu está en dificultades, las tenía antes y se han multiplicado ahora. Antes de que se cumpla una quincena, necesitará apuntarse éxitos de cara a la opinión pública. Es altamente probable que asistamos a una cascada televisada de líderes de Hamás capturados o abatidos. De todas formas, la posición y el legado del primer ministro parecen ya irreversiblemente arruinados.
  • En caso de operación terrestre sobre Gaza, nadie sabe si es posible expulsar a Hamás de allí (donde viven dos millones de personas y su implantación económica, social y militar está más que arraigada). Ni tampoco qué se puede hacer después, la ocupación no parece un escenario deseable ni verosímil (plantea un precio prácticamente inasumible).
  • A su vez, la principal cuestión está en si la lógica 11-S que se viene aplicando desde el inicio de los ataques de Hamás conllevará un error parecido al de la Casa Blanca. ¿Puede y quiere Israel mantener un conflicto contra más de un enemigo al mismo tiempo? ¿Dónde está el punto y final de la respuesta militar? La amenaza actual para el país, siendo de extrema gravedad, no alcanza el rango de existencial.

Finalmente, frente a la hipótesis verosímil de una guerra regional, conviene tener en cuenta tres aspectos de más largo alcance:

  • Una guerra en Ucrania y otra en Israel forzarían a Estados Unidos a tener que empezar a hacer números con su arsenal, entre otros motivos porque el teatro bélico de Taiwán podría venir a continuación.
  • Por otro lado, habrá elecciones presidenciales USA durante el año que viene. Si el resultado parece como mínimo incierto, la posición de una eventual Administración Trump es un misterio.
  • Si algo enseña la historia de la economía, es que todas las guerras generan procesos inflacionarios. Estamos sufriendo uno de doble rizo tras la pandemia y la guerra de Ucrania. Siempre hay quien se hace rico con la guerra, pero todas son un negocio desastroso para las distintas sociedades.

Será difícil aplacar la lógica sed de venganza, mucho. Más lo es llamarse progresista y callar frente al terrorismo. Pero también llamarse conservador negando que el sufrimiento de población estatal supone una amenaza para la moral y para la seguridad.

Por respeto a las víctimas, me reservo de momento la calificación que merecen quienes no condenan los ataques terroristas y legitiman desde su falsa superioridad moral a los adversarios de la democracia y los derechos humanos.

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