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Pablo Pombo

Crónicas desde el frente viral

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España se recuperará mejor de Pedro Sánchez que el PSOE

Cuando Sánchez entre en Ferraz, el partido se encontrará ante el riesgo serio de terminar convertido en un campo de cenizas. Por eso creo que las revueltas de estos días merecen nuestra atención

Foto: El presidente del Gobierno Pedro Sánchez. (EFE/PSOE)
El presidente del Gobierno Pedro Sánchez. (EFE/PSOE)
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Horrible semana para los socialistas y no será la última. Empezó con la Audiencia de Madrid rechazando el archivo de la causa contra Begoña Gómez. Y terminó con un Informe de la UCO que deja a Ábalos al borde de la imputación. Habrá más, aunque eso no significa que el final de Sánchez esté tan cerca como los ingenuos esperan.

Habrá más porque la anatomía de la administración de justicia no es muy ágil, pero sí de envergadura. Y cuando arrancan las investigaciones, cada paso requiere su tiempo, aunque todos los pasos resulten tan contundentes como los de un elefante. Retumban.

Sucede, además, que aquí no hay un paquidermo, sino tres: uno para la esposa, otro para el hermano y otro para el antiguo número dos del presidente.

La palabra "paquidermo", por cierto, proviene del griego y significa "piel gruesa". No estoy muy convencido de que la estrategia del gobierno con el poder judicial, que en mi opinión es de intimidación, sea la más inteligente posible.

Foto: Koldo García el pasado mes de mayo. (Europa Press/Eduardo Parra) Opinión

En cualquier caso, al ritmo en que aquí van las cosas, puede estimarse que llegaremos a las elecciones generales, sean cuando sean, con todos los frentes judiciales abiertos en canal.

Quizá alguien piense que buena parte del personal lo normalizará todo estando como estamos bajo la nube negra de la polarización. No será fácil distraer la atención ante tanta apariencia sórdida. Pero puede ser.

Foto: Francina Armengol durante un pleno del Congreso. (EFE/Zipi Aragón)

Quizá alguien calcule que los socios de gobierno aguantarán porque precipitar la llamada a urnas les resulte mortal de necesidad. Y que los socios de investidura mantendrán al gobierno sin posibilidad de legislar porque de ahí no pasa su interés partidario. Puede ser.

Sin embargo, hay una cosa segura. No parecen faltar indicios para que las investigaciones sigan avanzando, aunque sea despacio, hasta que la verdad termine abriéndose camino y caigan las consecuencias con todo el peso de la ley.

Para entonces, Sánchez podrá o no podrá seguir siendo presidente del gobierno, pero continuará como secretario general del PSOE porque ese —y no otro— es el propósito del próximo congreso convocado.

Es probable que no siga en Moncloa. Tiene su entorno inmediato marcado por la presumible sombra de la corrupción, tiene a la extrema izquierda en la UVI, tiene todo el crédito político social fundido por haber acabado con el principio de igualdad entre españoles, tiene a los socios parlamentarios hasta el gorro y tiene focos de revueltas en todas las federaciones socialistas. Todo apunta a nueva derrota de Sánchez en las urnas. Una más, nada menos. Pero mayor.

Foto: Pedro Sánchez este viernes antes de su audiencia con el Papa. (EFE/Ettore Ferrari)

A su vez, es más que probable que siga en Ferraz. Desde mi punto de vista, esta es la parte que los ingenuos no terminan de digerir al analizar el sanchismo: es un error dar por hecho que desaparecerá tras haber sido castigado electoralmente. Lo es porque el modelo peronista no se acaba al salir del gobierno, se prolonga manteniendo el control sobre el partido tal y como puede comprobarse con el kirchnerismo.

Visto así, las purgas de los disidentes que veremos tras el congreso socialista no son más que una función al servicio de un designio. Sánchez tiene el objetivo de blindar su poder en el PSOE hasta noviembre 2028, es decir, hasta después unas elecciones que previsiblemente perderá.

A su vez, ese objetivo está al servicio de una meta posterior: volver. Si algo demuestra la historia del populismo y, en mi opinión, Sánchez pertenece a esa especie, es que sus líderes siempre intentan regresar. Lo hizo Cristina Fernández Kirchner y lo está haciendo Donald Trump.

Cuando Sánchez salga de Moncloa, España respirará. Podrá comenzar a hacerlo, poco a poco, porque el clima se nos ha puesto irrespirable con tanto personalismo y tanta confrontación, porque la toxicidad se mezcla con el olor a podrido. Y también porque la parálisis política se acabará. Vendrán otros problemas, eso no puede evitarse. Pero al menos serán distintos a los de la década sanchista perdida.

Foto: La senadora del PP, Marimar Blanco, junto a Alberto Núñez Feijóo en el Congreso. (EFE/J.J. Guillén)

Y cuando Sánchez entre en Ferraz, el PSOE se encontrará ante el riesgo serio de terminar convertido en un campo de cenizas. Por eso creo que las revueltas de estos días merecen nuestra atención.

El resultado del congreso de Sevilla está escrito, pero ese partido solo sobrevivirá si la alternativa al sanchismo es capaz de prepararse para contener lo que viene después de la derrota electoral.

Las siglas socialistas han visto pasar todo tipo de dificultades, algunas terribles. Las que vendrán no serán poca cosa: la organización siempre ha digerido mal las salidas del poder, tendrá que afrontar un quebranto de capital humano no visto en su historia reciente, toda una generación de dirigentes habrá quedado socialmente calcinada, seguramente, tendrá que soportar el peso de la losa de la corrupción sobre la marca entera durante muchos años… Pero nada de eso, ni siquiera todo junto, puede compararse al peligro mayor que supone la autocracia.

Tengo la convicción de que la salida de Sánchez de la secretaría general del PSOE no será pacífica y de que el tiempo que llegue hasta que eso se dirima será una pesadilla. Creo que peleará. Y creo que al pelear agrandará todas las heridas hasta más allá de todos los límites concebibles.

Foto: La mujer del presidente del Gobierno, Begoña Gómez, tras ejercer su derecho a voto en las elecciones europeas. (Eduardo Parra / EuropaPress)

Puedo estar equivocado, pero es lo que creo. Y, además, no lo dudo. Lo sostengo porque tras el Comité Federal que forzó su dimisión fue acusado de haber intentado dar un pucherazo, con una urna de cartón, escondida tras una mampara, sin autorización, sin censo, sin interventor, en el mayor órgano democrático del partido entre congresos.

Traspasó todos los límites entonces. Y desde aquella vez no se le ha visto respetar nada, empezando por su propia palabra, como ha vuelto a verse esta misma semana. ¿Por qué ha de cambiar en el PSOE después de haber perdido en España?

Pronostico que falta menos para que España comience a recuperarse, a repararse, de Sánchez. Pero que al sanchismo le queda todavía mucho más recorrido. Le queda más porque peleará para atornillarse en Ferraz y, cuando ya no pueda, luchará para imponer a un sucesor.

Horrible semana para los socialistas y no será la última. Empezó con la Audiencia de Madrid rechazando el archivo de la causa contra Begoña Gómez. Y terminó con un Informe de la UCO que deja a Ábalos al borde de la imputación. Habrá más, aunque eso no significa que el final de Sánchez esté tan cerca como los ingenuos esperan.

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