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Sánchez declara un alto el fuego (quiere a CC en su foto)
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Jaime Pérez-Llombet

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Sánchez declara un alto el fuego (quiere a CC en su foto)

Empieza una negociación que estará marcada por la desconfianza y la incomodidad. Sánchez quiere el sí, pero CC prefiere la abstención

Foto: Clavijo y Sánchez conversan el pasado verano durante la visita del presidente del Gobierno a Tenerife por el incendio desatado. (EFE/Ramón de la Rocha)
Clavijo y Sánchez conversan el pasado verano durante la visita del presidente del Gobierno a Tenerife por el incendio desatado. (EFE/Ramón de la Rocha)
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Consciente de que la crisis migratoria ha cortocircuitado las posibilidades de entendimiento con Coalición Canaria, Sánchez impondrá a los suyos un alto el fuego, bajar la presión, enfriar los titulares, sofocar el incendio que envuelve de semanas a esta parte la relación con CC. Como gesto de buena voluntad, María Jesús Montero llamará, ahora sí, al secretario general de los nacionalistas y presidente del Gobierno canario, Fernando Clavijo. Borrón, mesa de negociación y cuenta nueva. Pelillos a la mar. Los socialistas proponen enterrar el hacha, y negociar. Sánchez quiere a Coalición en el sí. CC no está en el sí. Si acaso una abstención, y después de la investidura ya se verá. La conversación no será fácil. Se han sembrado demasiadas tempestades. No hay química. Ni física. Ni termodinámica. Tampoco empatía, ni confianza. CC no se fía. Coalición no está cómoda. No quiere estar en la foto de la amnistía. Quiere ponerse en valor, sí, pero después de la previsible reelección del presidente. Sánchez mostró su versión más amable en la reunión con la diputada Cristina Valido, pero no es suficiente. No basta. No será fácil. Hay muchas heridas abiertas. Cuentas pendientes. Malos precedentes. Hay pocas razones para apostar por un acuerdo. El PSOE deberá exhibir disposición y dar garantías, no es sencillo, puede que no baste.

Foto: El presidente de Canarias, Fernando Clavijo, posa para El Confidencial. (P. J. G.)
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La relación entre ambos partidos había encallado sin dar tiempo a que los interlocutores se vieran las caras, frente a frente. El flirteo de agosto, escarceo de verano con una esperanza de vida incierta, parecía condenado a quedar reducido a cenizas. Al decreciente interés que en las filas socialistas demostraban por Coalición Canaria, se unió la balacera que la crisis de la inmigración en las islas desató entre ambos partidos. Los puentes saltaron por los aires, se resquebrajaron, cedieron, alejaron a Coalición Canaria del PSOE y, en consecuencia, del apoyo de los nacionalistas canarios al candidato, Pedro Sánchez. Ahora toca reconstruir. Únicamente los milagros que la política es capaz de cocinar en los minutos de descuento, cuando las urgencias parlamentarias aprietan, podrían recomponer una relación, la de CC y PSOE, que saltó por los aires a golpe de declaraciones envenenadas.

La conversación desembocó en ruido. No ha sido, ni de lejos, algo inédito. La tensión es lo habitual entre ellos de años a esta parte. Si bien socialistas y nacionalistas han sido perfectamente capaces de entenderse en el pasado —han sido socios en distintos momentos del recorrido autonómico— nunca ha habido química con Sánchez. A ratos, si acaso. No sintonizó con el presidente la ex diputada Ana Oramas, particularmente dura con él cada vez que subía a la tribuna del Congreso. Nunca ha habido una relación fluida, jamás, entre Sánchez y el presidente canario, Fernando Clavijo. A ambos les sale mejor llevarse peor. Ambos presidentes jamás se han tenido afecto, ni paciencia.

placeholder Pedro Sánchez saluda a Cristina Valido. (EFE/Javier Lizón)
Pedro Sánchez saluda a Cristina Valido. (EFE/Javier Lizón)

Ni falta que les hace, dirá alguna voz distraída. Y, sí, hace falta. Ayuda. Facilita. Acerca. Y no. No se han encontrado. Al revés, la relación de Sánchez y Clavijo es la crónica de un desencuentro que solo ha tenido dos paréntesis: el apoyo de CC a los últimos Presupuestos Generales del Estado y, de las elecciones a esta parte, la intención del PSOE de incorporar a Coalición a la foto de los que harán posible la reelección del presidente —un objetivo que había entrado de semanas a esta parte en vía muerta—.

Aunque no se admita con la oficialidad deseada, ambos partidos mantuvieron contactos antes de la tormenta. Mensajes. Llamadas telefónicas. Intercambio de papeles. Encuentros a media luz. Con el ministro de Presidencia como mensajero de ida y vuelta, socialistas y nacionalistas canarios hicieron esfuerzos por aprender a entenderse. Bolaños ha conseguido generar la confianza que al estado mayor de Coalición no termina de merecerle el presidente. Del acercamiento se pasó al frío. Los mensajes dejaron de entrar, las llamadas cesaron. La comunicación entró en fase de hibernación, propiciando que la diputada del CC trasladara al Rey que no tenían noticias del PSOE ni del candidato Sánchez. El imparable enfriamiento de la relación cedió el paso a una dinámica de acusaciones, réplicas y calificaciones que rompió la conversación veraniega de socialistas y nacionalistas canarios. Se intuía que se retomaría cuando el Rey encargara a Sánchez articular una mayoría suficiente, pero con el cruce de acusaciones a raíz de la crisis migratoria empezó a coger forma la posibilidad de que renunciaran a intentar un acuerdo. Sánchez quiere a CC en la foto de su investidura. Va a intentarlo. Así no hay quien negocie, no se dan las condiciones para intentar un acuerdo más o menos sólido de cara a la investidura —llegó a escucharse en CC—.

Foto: Unos 200 migrantes que llegaron en la tarde noche del viernes a Tenerife en dos cayucos y durmieron en el muelle de Los Cristianos, ante la falta de espacio en los centros de acogida. (EFE/Miguel Barreto) Opinión

La crisis migratoria tiene a Canarias con respiración asistida, pedaleando sobre una bicicleta estática, sobrevolando el colapso y a las puertas de que la tensión entre los gobiernos nacional y regional aterrice a pie de calle. Las relaciones entre Ejecutivo central y autonómico están prácticamente rotas, voladura descontrolada que ha merodeado la categoría de crisis institucional. La imparable llegada de inmigrantes y la apatía de los ministerios competentes han propiciado un coctel indigesto. Nadie llamaba. Nadie respondía. Nadie tendía una mano. Nada. La cuerda se rompió, hasta ayer.

En el archipiélago crece la idea de que en Madrid y en las demás comunidades autónomas se han desentendido de una crisis que, con los hechos en la mano, lejos de ser un asunto de Estado parece considerarse un asunto canario. El ministro del Interior echó gasolina a la hoguera de los titulares de prensa (sus declaraciones encendieron a una legión de indignados) y el presidente canario decidió enterrar la tregua que PSOE y CC habían pactado. Una colaboración parlamentaria entre ambas formaciones resultaba, dadas las circunstancias, una hipótesis ya inviable. Al menos, de cara a la investidura. Pinta que no estarán en la foto. CC prefiere otra cosa. Cuestión diferente será el día a día, una vez eche a andar la siguiente legislatura, si es que no se tira del comodín de una repetición electoral.

Foto: Cristina Valido, diputada de Coalición Canaria, saluda a María Jesús Montero en presencia de Pedro Sánchez. (Europa Press/Eduardo Parra)

CC y PSOE no se darán la mano en la sesión de investidura. La amnistía y la crisis migratoria se les cruzó en el camino que ahora Sánchez quiere suavizar. El voto de la diputada de CC, Cristina Valido, dejó de ser imprescindible desde que los de Carles Puigdemont anunciaron que metían la carta de la abstención en el cajón. Sin pretenderlo, Junts hizo un favor a Coalición. En CC lo prefieren así, convenientes pero no imprescindibles. Sánchez los quiere en la foto. Coalición prefiere ahorrársela y entenderse, sí, pero después. Empieza una negociación que estará marcada por la desconfianza y la incomodidad. Sánchez quiere el sí, pero CC prefiere la abstención. El alto el fuego tiene fecha de caducidad.

Consciente de que la crisis migratoria ha cortocircuitado las posibilidades de entendimiento con Coalición Canaria, Sánchez impondrá a los suyos un alto el fuego, bajar la presión, enfriar los titulares, sofocar el incendio que envuelve de semanas a esta parte la relación con CC. Como gesto de buena voluntad, María Jesús Montero llamará, ahora sí, al secretario general de los nacionalistas y presidente del Gobierno canario, Fernando Clavijo. Borrón, mesa de negociación y cuenta nueva. Pelillos a la mar. Los socialistas proponen enterrar el hacha, y negociar. Sánchez quiere a Coalición en el sí. CC no está en el sí. Si acaso una abstención, y después de la investidura ya se verá. La conversación no será fácil. Se han sembrado demasiadas tempestades. No hay química. Ni física. Ni termodinámica. Tampoco empatía, ni confianza. CC no se fía. Coalición no está cómoda. No quiere estar en la foto de la amnistía. Quiere ponerse en valor, sí, pero después de la previsible reelección del presidente. Sánchez mostró su versión más amable en la reunión con la diputada Cristina Valido, pero no es suficiente. No basta. No será fácil. Hay muchas heridas abiertas. Cuentas pendientes. Malos precedentes. Hay pocas razones para apostar por un acuerdo. El PSOE deberá exhibir disposición y dar garantías, no es sencillo, puede que no baste.

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