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Los pactos de investidura y la 'mousse' de luz
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Jaime Pérez-Llombet

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Los pactos de investidura y la 'mousse' de luz

El sí a Pedro Sánchez ha generado un desgaste que muchos votantes de Coalición Canaria no disimulan en almuerzos o cenas de empresa, bodas y entierros

Foto: Cristina Valido en el debate de investidura de Pedro Sánchez. (EP/Alejandro Martínez Vélez)
Cristina Valido en el debate de investidura de Pedro Sánchez. (EP/Alejandro Martínez Vélez)
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Cuando se firma un contrato, lo inmediato es celebrar que hubo acuerdo, y, acto seguido, confiar en que la expectativa de ganancia pase de las cláusulas a los hechos. Si a una de las partes contratantes lo firmado le ha costado sangre, sudor y lágrimas, porque sus representados consideran que se hizo un mal negocio, como así lo creen muchos votantes de Coalición Canaria, la única forma de reconciliarte con tu electorado es que lleguen, pronto, cuanto antes, los primeros cumplimientos, las señales iniciales —los hechos, en definitiva—.

Caso contrario, si el tiempo pasa sin que nada pase, entonces sí, la dirigencia de CC apretará por tierra, mar y aire, en las comisiones parlamentarias, sin duda, aunque no solo, porque, al tiempo, si la agenda canaria se enfría, Coalición empezará a hacer oposición a la oposición socialista en Canarias y, en paralelo, a los ministros, en general, y al de Política Territorial y Memoria Democrática, Ángel Víctor Torres, en particular.

Quien firma un contrato confía en su cumplimiento, y en términos generales vive con flexibilidad las posibles demoras. No será el caso de Coalición. En CC se saben observados —y juzgados— por quienes los apoyaron en las elecciones generales de julio. Están indignados por el sí de Cristina Valido en la investidura de Pedro Sánchez y han montado en cólera, un enfado que únicamente los resultados, los cumplimientos, pueden sofocar. Saben en Coalición que cuanto antes cumpla el PSOE sus compromisos, antes podrán iniciar el camino de la reconciliación con una parte puede que significativa de sus simpatizantes.

Foto: La representante de Coalición Canaria (CC) en el Congreso, Cristina Valido, a su salida de la segunda sesión del debate de investidura de Pedro Sánchez. (Europa Press/Carlos Luján) Opinión

En CC no pueden permitirse excusas, retrasos u olvidos de la otra parte contratante. Coalición apostó fuerte con el sí a Sánchez, lo apoyaron a sabiendas de que a muchos militantes y afines se les cortaría la digestión. Aun conscientes de que muchos lamentarían haber metido la papeleta de CC en la urna, se tiraron a la piscina igualmente, no los frenó la hipótesis de que con el transcurso de los meses se descubra que la piscina estaba vacía, sin agua, como ya ocurrió en el pasado reciente.

En una viñeta de hace algunos años, coincidiendo con el boom de la cocina creativa, el cliente de un restaurante de moda —uno de esos establecimientos donde, más que a almorzar o cenar, se va a vivir una experiencia— se sorprendía al comprobar que el postre se reducía a la nada de nada; solo un rayo de luz que caía sobre el plato alteraba la nadería. Desconcertado, preguntó al camarero cómo era posible que el postre no lo fuera, conjunto vacío, nada de nada. El camarero, señalándole el rayo de luz que atravesaba la ventana incrustándose en el plato, se lo explicó.

Le hemos servido mousse de luz —indicó, con la solemnidad que requiere un contexto de esas características—. Con otra solemnidad y en otro contexto, Coalición Canaria teme que Sánchez se la juegue y que, logrado su objetivo de dulcificar la foto de familia de la investidura, incluyendo en la orla del sí al nacionalismo constitucionalista y responsable que se asocia a CC, el presidente y los suyos se pongan remolones con unos socios convenientes pero no imprescindibles. El sí ha generado un desgaste que muchos votantes de CC no disimulan en almuerzos o cenas de empresa, bodas y entierros. En Coalición no pueden permitirse que las urgencias de los chefs del presidente en otros territorios, preferentemente catalanes y vascos, acaben evaporando los compromisos asumidos con Coalición y que, siendo así, Moncloa se limite a servir a CC una mousse de luz, es decir, poco o nada de nada.

Foto: Ana Oramas, en un pleno en el Congreso. (EFE/Javier Lizón) Opinión

El primer test pasa por confirmar que el Gobierno hace las correspondientes consignaciones acordadas —convenios, planes y un largo etcétera— en los inminentes Presupuestos Generales del Estado. Serán, las cuentas que están cocinándose con los socios premium en primera fila, la señal inicial de que los socialistas no firmaron la agenda canaria en una barra de hielo. No será la única prueba. Habrá otras. Los acuerdos, que no exigen ficha financiera, sino una tramitación en tiempo y forma, serán el siguiente capítulo, la segunda bengala para confirmar, o no, que el sí de CC mereció el mal rato que trajo consigo para los principales dirigentes del partido; basta recuperar el álbum de fotos del momento de la firma para confirmar que no fue plato fácil para Cristina Valido, diputada de Coalición y, en consecuencia, a quien ha tocado capearlo desde la tribuna del Congreso. Cada cosa a su ritmo. Algunas cláusulas del acuerdo anuncian fuego lento, la velocidad que marquen comisiones y plenos. Exigencias históricas, como el cumplimiento del Régimen Económico y Fiscal de las Islas o el respeto al Estatuto de Autonomía, requieren evaluación continua, día a día, artículo a artículo.

Los promotores del acuerdo con Sánchez no solo se enfrentan al enfado de los suyos, también al escepticismo de quienes por más vueltas que le dan no terminan de fiarse y, desconfiados, están convencidos de que la agenda canaria ha generado más expectativas de lo políticamente razonable. La presión de los otros socios de Sánchez complica que el equipo del presidente dedique esfuerzos, partidas presupuestarias y horas de trabajo o reuniones al acuerdo con Coalición.

Foto: Cristina Valido, portavoz de CC en el Congreso. (EP/Eduardo Parra) Opinión

De ahí que el desafío sea mayúsculo para quienes deciden en el seno de CC. A ojos de los propios, el sí a Sánchez solo podría empezar a comprenderse si más pronto que tarde comienzan a ver la luz —pero no la mousse de luz— los resultados, cumplimiento que se traduce, entre otros ejemplos, en la ejecución antes del fin del ejercicio de la totalidad de las enmiendas pactadas para los Presupuestos Generales del Estado o de los convenios bilaterales, cambios sustanciales en la gestión de la crisis migratoria, transferencia de competencias y, en lo que sin duda remite a la viñeta de la mousse de luz, también pasa por el imposible (dados los precedentes, y el contexto actual) de darse dos años para materializar un nuevo modelo de financiación autonómica.

El cumplimiento del contrato firmado por CC con el PSOE atiende también al acuerdo de dotar adecuadamente a las Islas en carreteras, vivienda, infraestructuras educativas o en costas. Finalizadas las liturgias que acompañan al arranque de la legislatura o el traspaso de carteras, toca empezar a cumplir. Ahora que cinco escaños de Podemos se han bajado del tren —eso sí, después de contribuir a evitar una repetición electoral que los dejara en la calle— puede que los sustos que los socios darán a Sánchez ayuden a Coalición a pesar más en comisiones y plenos, forzando a que el presidente cumpla con lo pactado y se evite que la agenda canaria acabe reducida a una mousse de luz.

Cuando se firma un contrato, lo inmediato es celebrar que hubo acuerdo, y, acto seguido, confiar en que la expectativa de ganancia pase de las cláusulas a los hechos. Si a una de las partes contratantes lo firmado le ha costado sangre, sudor y lágrimas, porque sus representados consideran que se hizo un mal negocio, como así lo creen muchos votantes de Coalición Canaria, la única forma de reconciliarte con tu electorado es que lleguen, pronto, cuanto antes, los primeros cumplimientos, las señales iniciales —los hechos, en definitiva—.

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