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El ingeniero que soñó rascacielos 'descolgados' en Madrid y levantó su propio Golden Gate
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Miguel Díaz Martín

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El ingeniero que soñó rascacielos 'descolgados' en Madrid y levantó su propio Golden Gate

Legó a la ingeniería más de 200 obras en todo el mundo, entre las que se encuentran el Puente de Ventas o los diseños que hicieron posible las Torres Blancas o la estructura descolgada de las Torres de Colón. Esta es su historia

Foto: El Puente de Ventas, una de las obras de Manterola en la capital. (Cedida)
El Puente de Ventas, una de las obras de Manterola en la capital. (Cedida)

Hubo una vez un ingeniero español que soñó con puentes infinitos y rascacielos que levitaban. Este "genio creativo" diseñó pasarelas que batían récords, soluciones que cambiarían la movilidad de distritos enteros -como el intercambiador de Aluche- y sistemas que posibilitaron los edificios que marcaron un antes y un después en la arquitectura de la capital. Nuestro hombre se llama Javier Manterola Armisén y nos dejó el 12 de mayo entre el desconocimiento absoluto de la ciudadanía y el aplauso unánime de la academia. ¿Pero quién fue este prodigio? Invitamos al lector a acompañarnos por su obra en Caminemos Madrid.

Rupturista, audaz y profundamente comprometido con la enseñanza y las artes, el profesor Manterola se afincó en Madrid tras criarse en una familia navarra de clase media. Desde la capital creó más de 200 diseños alabados e incluso plagiados a nivel internacional, como el Puente Sagasta de Logroño, copiado sin rubor en Bolivia. Miembro de la oficina de Carlos Fernández Casado, se alzó como uno de los mayores talentos de la historia de la ingeniería española. De su cabeza surgieron, por ejemplo, el Puente de la Constitución de Cádiz, calificado como "el Golden Gate español"; el titánico viaducto de Barrios de Luna (León), con un vano central de 440 metros inédito en un puente atirantado; o el Euskalduna de Bilbao, la pasarela curva con celosía que salva la ría en un ejercicio de excelencia técnica y extrema sensibilidad social y urbanística, según la Asociación de Ingenieros de Caminos.

placeholder El ingeniero y profesor de la UCM, Manterola. (Cedida: UCM)
El ingeniero y profesor de la UCM, Manterola. (Cedida: UCM)

Pero Madrid también tiene su Manterola. Es más, tiene varios, entre los que rescataremos dos: el Puente de Ventas y el nuevo Puente de los Franceses. Ambas obras intentaron paliar los tremendos atascos que sufría la capital en el siglo XX debido al crecimiento económico-demográfico, a la frenética expansión automovilística y a una inversión en transporte público más que escasa. Manterola se enfrentaría a este mismo problema, el de la movilidad urbana, en ciudades como Logroño, Zaragoza, Sevilla, Langreo, Valladolid, Murcia, Lleida o su Pamplona natal y en proyectos como los viaductos para las líneas férreas de la Alta Velocidad (AVE)

De la piedra al metal

El Puente de Ventas es una solución en acero y hormigón con dos tableros laterales curvos y doble paso peatonal techado. El tablero central recto de vigas paralelas se corona con un arco que se erige en hito de la zona junto a la Plaza de Las Ventas. Manterola definió su diseño como "un problema de primera magnitud", por la necesidad de comunicar los distritos de Salamanca y Ciudad Lineal, salvando los doce carriles de la M-30. Puente y arco sustituyeron en la memoria colectiva a la extinta pasarela de Ventas del Espíritu Santo. Era esta, como figura en el libro Imágenes del Madrid Antiguo, "un lugar sucio y polvoriento", plagado de tabernas que eran la última posta de los vivos que llegaban a Madrid por la carretera de Aragón y de los muertos que la abandonaban hacia el cementerio de La Almudena.

placeholder El nuevo Puente de los Franceses, en el distrito de Moncloa, en una imagen de archivo. (Cedida: COAM)
El nuevo Puente de los Franceses, en el distrito de Moncloa, en una imagen de archivo. (Cedida: COAM)

El nuevo Puente de los Franceses no supuso la desaparición del homónimo puente ferroviario, levantado en el siglo XIX a base de arcos de medio punto en esviaje hechos con ladrillo rojo, aun en funcionamiento. En este caso, el equipo de Manterola ejecutó un viaducto liviano de triple brazo con base metálica cubierta de hormigón. El dintel, de forma triangular, se apoya en dos pilas centrales en forma de trípode invertido y una gama de pilas verticales tradicionales. Su intención con esta disposición fue lograr "una imagen de transparencia, así como una gran esbeltez", dando la sensación de "una gran cinta que cruza el espacio", como figura en la documentación original del proyecto.

Dibujando rascacielos

La sensibilidad de Manterola le llevó a diseñar inspirándose en "el arte, la música o la filosofía", tal y como confesó en el Colegio de Ingenieros de Caminos. No en vano, defendía con pasión que los puentes –obra culmen de la ingeniería, a su entender- podían generar la misma "emoción estética" que otras disciplinas, según reflejó en su discurso de ingreso en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando. Fue gracias a esta concepción y a su necesidad de superar continuamente los límites –"siempre busco hacer algo que no he hecho antes", admitió durante un documental sobre su obra- como consiguió revolucionar la construcción moderna junto a algunos de los grandes de la arquitectura.

A Javier Manterola, Carlos Fernández Casado y Leonardo Fernández les debemos la estructura de las Torres Blancas, el edificio brutalista de volúmenes cilíndricos e inspiración orgánica con el que Francisco Javier Sáenz de Oiza alcanzó fama mundial. En lugar de pilares y vigas, presenta muros portantes que aportan resistencia y permiten que el hormigón adopte sus formas redondeadas, como valora el Colegio de Arquitectos de Madrid (COAM). Destaca el diseño de los haces de barras de los discos del forjado que componen los cilindros que coronan el edificio, elementos que actúan como nervios de soporte sin estorbar el diseño de la planta.

placeholder Proceso de construcción de las Torres Colón. (Cedida: Archivo Estudio Lamela)
Proceso de construcción de las Torres Colón. (Cedida: Archivo Estudio Lamela)

Llegados a este punto, hemos de admitir que el título de el ingeniero de los puentes se queda muy corto para entender la figura de Manterola. Pero, si aún nos quedan dudas, todavía podemos acudir a las Torres de Colón, el primer rascacielos de España con una estructura descolgada que suspende el inmueble en el aire.

Las torres, recientemente reconvertidas con nueva imagen que ha desatado un merecido debate, mantienen un doble núcleo central que se hunde en los cimientos de hormigón y se conecta en la plataforma superior. De las vigas perimetrales de esta cabeza del núcleo cuelgan los péndulos atirantados que sujetan las plantas, en un ejercicio constructivo sin precedentes en nuestro país. Esta disposición liberó tanto el espacio en planta como los sótanos y permitió ejecutar el edificio de arriba hacia abajo, como si flotase en el aire. El maestro de arquitectos Antonio Lamela describió en 1977 para la revista Informes de la Construcción cómo su diseño y la estructura de Manterola "atrajo poderosamente la atención del hombre de la calle, que observaba este par de torres gemelas, esbeltas y altas, que se construían al revés".

placeholder Panorámica aérea del intercambiador de Aluche, en una imagen de archivo. (Cedida: Ayuntamiento de Madrid)
Panorámica aérea del intercambiador de Aluche, en una imagen de archivo. (Cedida: Ayuntamiento de Madrid)

No lejos de Colón, en línea recta por el Paseo de la Castellana, encontraremos otra obra con el sello de nuestro ingeniero: la Torre del BBVA. Rebautizada como Castellana 81, esta nueva colaboración entre Oiza y Manterola logró salvar el problema capital de cómo levantar un edificio de 35 plantas sobre un solar bajo el que pasa el túnel ferroviario que conecta Atocha y Chamartín, de casi 20 metros de ancho. La solución fue crear un núcleo vertical a cada lado del túnel y seis plataformas intercaladas que recogían cada una la carga de cinco plantas. Las plataformas se soportaban con vigas y ménsulas que distribuían el peso, adivinándose todavía hoy su ubicación si observamos el propio ritmo de la fachada. La Torre BBVA se declaró Bien de Interés Cultural en 2017, como anunció la publicación especializada Metalocus.

Heredero de auténticos precursores, amante del patrimonio -reivindicó el notable trabajo de Eduardo Torroja y Carlos Fernández Casado en la cubierta curva del tristemente desaparecido Frontón Recoletos de Secundino Zuazo-, Javier Manterola Armisén se nos presenta como una figura imprescindible para comprender nuestra ciudad y la labor de la ingeniería en general. Su papel como catedrático de Ingeniería nos dejó una lección que queremos recordar: "Uno de los mayores reconocimientos que puedo tener es que un alumno que tiene un problema, encuentre la solución viendo uno de mis puentes. Eso es lo mejor de lo mejor". Siguiendo esta premisa, en Caminemos Madrid seguiremos visitando nuestra ciudad y nuestra región para aprender el pasado e inventar las soluciones a los problemas de hoy.

Hubo una vez un ingeniero español que soñó con puentes infinitos y rascacielos que levitaban. Este "genio creativo" diseñó pasarelas que batían récords, soluciones que cambiarían la movilidad de distritos enteros -como el intercambiador de Aluche- y sistemas que posibilitaron los edificios que marcaron un antes y un después en la arquitectura de la capital. Nuestro hombre se llama Javier Manterola Armisén y nos dejó el 12 de mayo entre el desconocimiento absoluto de la ciudadanía y el aplauso unánime de la academia. ¿Pero quién fue este prodigio? Invitamos al lector a acompañarnos por su obra en Caminemos Madrid.

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