Esas bromas del destino

Me sorprende cada día el fino humor del destino. Teje con su poderío chistes entrelazados que puestos un poco seguidos compiten con Monty Python. No hay semana que no tenga golpe de ingenio y chispa que haga de mi interna risa lo mejor de la mañana. Observado con el tiempo certifico que se ceba con tres o cuatro sectores, pero que él tiene uno claramente favorito. Su chispa más luminosa le surge con los políticos. Creo que la relevancia que le damos sin quererlo a todo lo que les pasa es buscando entre las líneas de periódicos y programas el sello guasón del destino para echarnos unas risas que cada vez son más escasas.

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Una de las últimas más finas del burlón determinismo la protagonizó Pedro Sanchez. Desesperación, coherencia, bien público o privada estrategia -dependiendo del dial que sintonices- dieron con su planchado traje a la puerta de Moncloa anunciando que este julio se iban a poner las urnas. Las oleadas de críticas, de lecturas retorcidas o de disciplinado halago, tenían que ver con el día que había seleccionado. No digo yo que no tengan la razón críticos y zalameros en una perfecta antítesis, pero es que no se han fijado, y eso es reproche objetivo, en que lo tórrido de la campaña se lleva peor en verano. Al calor de los debates súmale un julio bravo. Darle al ventilador va a ser obligatorio. Ellos lo van a hacer, es tradición de campaña, nosotros lo encenderemos buscando un pequeño alivio.

Subirá la temperatura de tertulias y debates. En progresión geométrica el punto de ebullición del españolito medio coincidirá, como siempre, con la jornada de reflexión. No nos explotará la olla porque aprovechando el estío la olla se nos habrá ido buscando playa o montaña. Pero si fuera por ellos la olla nos explotaba a base de echarle al fuego más eslóganes y consignas. Mandatos y buen consejo sale de esas boquitas que luego cambian de opinión cuando les toca hacer pactos. Donde dije Bildu digo Diego. Otros sin Vox ni voto sucumben a mandatos supuestamente divinos. Y esto son habas contadas. Recontadas, adivino. Que si no salen las cuentas lo que te dije eran cuentos. Retorciendo las palabras o negándolas de plano cumplen el apriorismo de que promesas y compromisos solo incumben por un lado: a quien se las ha creído.

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La chanza de la providencia ha elegido su camino. Alguno se habrá dado cuenta de que la audiencia ha cambiado y de estudios de prestigio y de emisoras con halo se van a ir derivando a programas un poco más humorísticos. A la matinal más maruja, al youtuber más travieso, ¿por qué no a Cine de Barrio? De marionetas entrevistando a… marionetas entrevistando. ¡Qué sutil y enorme cambio! Amigos, hormigos y varios lanzados a darles un sitio a quien toma el compromiso de que después dará algo. Es una rueda mediática que nos pasa por encima. Y con los frenos gastados derrapa en todos los temas que son de cierto calado. No se si audiencia o contratos, pero es tal el espacio que donan a las campañas que me levanta sospechas.

Esto aún no ha comenzado. Y ahí es donde me parto de risa. Resulta que la campaña empieza el siete de julio. Ojalá que esté pensado que a las ocho de la mañana alguien dispare un cohete y salgan destartalados, rodeados de cabestros y repartiendo cornadas todos y cada uno de los que aparezcan con cara de confiables sonriendo en cartelitos. Sería muy divertido verles en clave de encierro persiguiéndose sus votos. Un encierro por cada provincia y dos de ciudades autónomas. 52 San Fermines por esas calles de España. Salen los siete u ocho de distintas ganaderías y consiguen llegar a su plaza, de trabajo no de toros, los tres o cuatro más listos. Solo les queda sitio en el Congreso de los Diputados para 350, los que resulten más bravos.

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Por cornadas lean reproches, por bufidos dialéctica, por trapío su presencia de líderes del cotarro. Son como los toros bravos que tienen mandato interno. Embisten a todo trapo que se les ponga por medio. Ya se sabe que los bóvidos no distinguen los colores. No les pasa lo mismo a éstos en una tremenda desgracia. Capas rojas o moradas, muletas azules o verdes, enervan muy diferente dependiendo de la reata que ponga sangre a sus venas. Ponen coraje y genio defendiendo el territorio que les garantice el pienso. No el de hoy, el de cuatro años, y eso requiere esfuerzo. Los ataques furibundos que lanzan a diestro o siniestro, dependiendo de su espectro, son los que sufrimos todos en ese encierro que dura algo más de dos semanas.

Confeso fan del destino me atrevo a pedirle un ruego. Que le quite a los cabestros que corren como alocados el badajo del cencerro. Entiendo que no es tan factible que la elección del Congreso se resuelva en tres minutos desde que explota el cohete, pero que nos baje el ruido de las próximas semanas. Los calores, los colores, nos van a machacar el verano. Sé que es inevitable que corramos este encierro pero después de algunos años yo no estoy para ese trote que, con el volumen de medios, es galope desbocado. Igual voto por correo, apago ordenador y radio, dejo de mirar como corren, y me termino El Quijote, o veo a los Monty Python .