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Inútil del año, Ángela Rodríguez, 'Pam'
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Javier Caraballo

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Inútil del año, Ángela Rodríguez, 'Pam'

Lo de inútil público nada tiene que ver con la persona, sino con el ejercicio de su cargo público. Mucho más en el caso de esta mujer, en esa búsqueda constante de agravios personales, políticos, sociales, físicos y metafísicos

Foto: Ángela Rodríguez e Irene Montero. (EFE)
Ángela Rodríguez e Irene Montero. (EFE)
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Hola, Pam; adiós, Pam. Y en ese abrir y cerrar de ojos se pasa la contribución de esta señora a la historia de la democracia española, lo cual es la nada con estruendo, pero a precio de oro. ¿Y cómo puede haber escándalo en la nada? Ahí está la cuestión, por eso recibe este galardón de Inútil del Año, ideado como desagravio de los contribuyentes. Ahora que acabamos de ajustar cuentas con Hacienda, ahora que una moneda hace eco en el bolsillo cuando se estrella en el fondo, ahora que se han llenado las arcas públicas con el dinero de todos los españoles; en este justo momento, es cuando debemos señalar a un inútil público que ha estado cobrando todo un año de nuestros impuestos.

Ya está dicho en otras ocasiones que debemos tomarnos esta declaración, que se hace extensiva a todos los contribuyentes para que cada cual elija su inútil público, como un ejercicio cívico de rebeldía social. No se cuestiona la necesidad de pagar impuestos, que es urgencia en una sociedad como la nuestra, lastrada cada vez con mayores desigualdades, sino que se trata de señalar la injusticia, la impotencia que supone saber que una parte de nuestro dinero no va destinada a ningún fin social, sino que se derrocha impunemente en inutilidades de la inmensa burocracia política.

Foto: La secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, Ángela Rodríguez. (EFE/Fernando Alvarado)
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Y esa persona, el inútil público de esta campaña de la Renta, es Angela Rodríguez Martínez, a la que todos conocen como Pam, todavía secretaria de Estado de Igualdad y contra la Violencia de Género, con un sueldo anual de 123.694,36 euros. Tan claro está que esta joven política gallega es un dechado de inutilidad, que hasta los suyos han decidido prescindir de ella y ya no repetirá en las próximas elecciones en la candidatura de Yolanda Díaz por Pontevedra. Le habrá pasado lo mismo que a Irene Montero, su ministra, que en Sumar han hecho balance de lo que aporta y de lo que desgasta, y han decidido quitársela de en medio porque solo pueden salir ganando. Cualquiera que llegue, incluso haciendo lo mismo, que es nada, les reportará el apreciable beneficio del silencio y la discreción.

Lo de inútil público, conviene aclararlo siempre, nada tiene que ver con la persona, sino con el ejercicio de su cargo público. Mucho más en el caso de esta mujer, por ser como es, en esa búsqueda constante de agravios personales, políticos, sociales, físicos y metafísicos. No, nada de eso, Ángela Rodríguez Pam es inútil porque ha quedado demostrado "que no produce provecho, servicio o beneficio", que es la definición académica del término. Nada que ver ni con su edad, ni con su aspecto físico, ni con nada de su vida, que no le importa a nadie, más que a ella y a los suyos.

Foto: La vicepresidenta del Gobierno y candidata de Sumar, Yolanda Díaz, durante un acto de su partido en Barcelona. (EFE/Alejandro García)

Por eso ha sido tan irritante siempre que, desde que llegó a la política, ha buscado protagonismo con sucesivos agravios que tenían que ver con su personalidad. Como cuando llegó al Congreso, el primer día, y ya denunció que dos policías se burlaron de ella por ser tan joven. ¿Alguien puede creerse que los policías del Congreso se van a reír de una persona por su aspecto físico, cuando va a acreditarse como diputado, y le sueltan que "cómo va a ser diputada con esa cara de niña", Pam lo puso en sus redes sociales, pero jamás llegó a formalizar una denuncia ni una protesta en el Congreso para que se esclareciera lo sucedido.

La juventud es, por el contrario, la única disculpa que podemos encontrarle a esta mujer por su pésimo balance en el Gobierno. Podría decirse que Ángela Rodríguez Pam es una víctima de la precocidad y de la inexperiencia en política. Quizá por eso ha cometido tantos errores y ha formado tanto ruido. Por su currículum sabemos que se licenció en Filosofía por la Universidad de Santiago de Compostela y que luego hizo un Máster de Creación e Investigación en Arte Contemporáneo. Pam, que venía del activismo del 15-M, empezó a florecer en la vida política. Después del máster, que lo hizo en 2014, fue elegida diputada en el Congreso en las elecciones de 2015 y comenzó a encadenar responsabilidades políticas hasta llegar al Gobierno de España.

"La juventud es, por el contrario, la única disculpa que podemos encontrarle a esta mujer por su pésimo balance en el Gobierno"

En apenas cinco años, pasó de las asambleas universitarias al Ministerio de Igualdad, primero como asesora de la ministra, en 2020, y un año más tarde al cargo y al sueldo que se detallaba antes. Y no es por insistir, pero quizá sirva de comparación la polémica a la que hemos asistido sobre el sueldo que cobra el presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. Baste decir que el sueldo de Pam es más elevado (13.000 euros más) que el que percibe Feijóo, sumando su retribución como senador y el complemento de "gastos de representación" que le paga su partido.

La inexperiencia y el ansia por hacer cosas acaban produciendo lo que, a finales del año pasado, ella misma definió como "diarrea legislativa". Hacer muchas cosas, sin rigor alguno, con la intención de formar mucho ruido. Esa es la diarrea legislativa a la que ha estado dedicada esta mujer, quizá la más estruendosa de ese ministerio de Igualdad, y las consecuencias van desde el fiasco de la ley del sí es sí, hasta aquella campaña de publicidad, del verano pasado, El verano también es nuestro, en el que aparecían cinco mujeres, la mayoría de ellas con sobrepeso. Trascendamos del ridículo enorme que supuso haber robado imágenes de mujeres que trabajan como modelos, incluyendo barbaridades como la de colocarle una pierna a una mujer con una pierna ortopédica o un pecho a una persona con doble mastectomía; prescindiendo de todo eso que ya incendió el verano pasado, lo relevante es cómo esta mujer considera que la política consiste en manipular situaciones cotidianas para elevarlas a la categoría de agravio de la opresión heteropatriarcal.

Eso de la playa, por ejemplo… Se oía hablar a esta mujer del "derecho a ir a la playa", de que "todos los cuerpos son válidos" y de que esta es una tarea "profundamente feminista" y, cualquiera que acabase de llegar a España, pensaría que hasta ahora solo se permitía el acceso a quienes acreditan medidas de modelos de ropa interior. ¿De verdad se creen que ha tenido que llegar Podemos al Gobierno para que todo el mundo pueda ir a la playa, gordos y canijos? Ella y sus campañas publicitarias, culmen de la agresividad y el despropósito. Ella y sus latigazos a los hombres, al homo hispanicus, ese ser inferior, potencialmente violador de mujeres, agresivo y fascista, porque, como dijo hace poco, "los hombres son bastante violadores en nuestro país". Ella, en fin, y sus méritos sobrados para recibir este indecoroso galardón de Inútil del Año.

Hola, Pam; adiós, Pam. Y en ese abrir y cerrar de ojos se pasa la contribución de esta señora a la historia de la democracia española, lo cual es la nada con estruendo, pero a precio de oro. ¿Y cómo puede haber escándalo en la nada? Ahí está la cuestión, por eso recibe este galardón de Inútil del Año, ideado como desagravio de los contribuyentes. Ahora que acabamos de ajustar cuentas con Hacienda, ahora que una moneda hace eco en el bolsillo cuando se estrella en el fondo, ahora que se han llenado las arcas públicas con el dinero de todos los españoles; en este justo momento, es cuando debemos señalar a un inútil público que ha estado cobrando todo un año de nuestros impuestos.

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