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Bueno para Sánchez, malo para Cataluña (y al revés)
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Javier Caraballo

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Bueno para Sánchez, malo para Cataluña (y al revés)

La tesis de los postconvergentes es que de la misma forma que Sánchez perdió las elecciones y gobierna, ahora le toca al PSC apoyar a Puigdemont para que sea presidente, aunque pierda en las urnas

Foto: Sánchez junto a Illa en el cierre de campaña. (Europa Press/David Zorrakino)
Sánchez junto a Illa en el cierre de campaña. (Europa Press/David Zorrakino)
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Lo que es bueno para Pedro Sánchez en estas elecciones catalanas no tiene por qué ser bueno para Cataluña. También al revés, con lo cual, la complicación principal de estas elecciones, si nos atenemos a esos intereses, es la dificultad de encontrar unos resultados que sean buenos para los intereses políticos de Pedro Sánchez, como presidente del Gobierno, y, a la vez, para el futuro de Cataluña.

Lo relevante, en este sentido, desde mi punto de vista, es que cuando se analizan todas las combinaciones, lo que resulta imposible es encontrar una salida que sea satisfactoria para Pedro Sánchez y Cataluña, a la vez. Debe advertirse que ello no incluye los intereses de Salvador Illa, ni del Partido Socialista de Cataluña, como veremos más adelante. Obviamente, cualquier observador imparcial, incluso sensato, dirá que lo más importante en un dilema como ese siempre será el interés de la comunidad, que es el progreso de la sociedad; es decir, el de Cataluña antes de lo que le pueda convenir a Pedro Sánchez, como a cualquier otro dirigente político. Entre otras cosas, porque es España entera la que sufre de las penalidades de Cataluña y, al contrario, la que se beneficia del progreso de esta comunidad.

Tampoco merece muchas dudas que, objetivamente, lo mejor para el futuro de Cataluña, tras las elecciones de este domingo, sería un resultado electoral que entierre el independentismo, doce años después de haberse iniciado el llamado 'procés', con un despilfarro incalculable de dinero público y de oportunidades perdidas. Ni siquiera los independentistas, aunque sigan proclamando la jauja de la república independiente, desmienten ya que miles de empresas, en torno a cinco mil, se marcharon fuera de Cataluña, pusieron la sede social en otra comunidad.

Ningún empresario pone en riesgo su inversión con un Gobierno que puede conducirle, directamente, al abismo de estar fuera de la Unión Europea. Uno de los primeros en entenderlo fue el Banco Sabadell, precisamente, el que ha sido alabado por el independentismo tras la OPA hostil del BBVA para absorberlo. Pues ese banco se llevó su sede social a Alicante y allí seguirá mientras que persista una amenaza de independencia. Si cambia, en todo caso, será para trasladarse a Bilbao, pero porque haya triunfado la ofensiva de la banca vasca. En consecuencia, cualquier resultado electoral que conduzca a un nuevo Gobierno independentista, será malo para Cataluña, aunque no siempre sería malo para Pedro Sánchez.

"Sánchez perdió las elecciones y gobierna, ahora le toca apoyar a Puigdemont para que sea presidente, aunque haya perdido las elecciones"

Por ejemplo, un mal resultado para Cataluña, pero bueno para Pedro Sánchez, sería que en el triunfador de las elecciones fuera Salvador Illa, pero sin posibilidad de formar Gobierno. En ese caso, se repetiría el mismo esquema de relaciones de todos los Gobiernos de Pedro Sánchez, que han convertido en apoyos parlamentarios a su favor las cesiones permanentes del independentismo.

De la misma forma que, tras las recientes elecciones del País Vasco, el presidente Sánchez ya se ha garantizado el apoyo parlamentario del PNV para el resto de legislatura, ahora se garantizaría el respaldo de los diputados de Puigdemont y de Esquerra, aunque siempre serán más inestables. La cuestión es que Pedro Sánchez, en ese caso, habría superado su segundo match ball y le quedaría solo una última 'bola de partido' en las elecciones generales, la más cómoda de todas.

Foto: Baño de masas de Carles Puigdemont en Argelès-sur-Mer. (EFE/David Borrat)

Esta hipótesis, buena para Sánchez, mala para Cataluña, solo se le puede complicar extraordinariamente al líder socialista si para que gobiernen los independentistas es necesario que los diputados del Partido Socialistas de Cataluña se abstengan en la votación para que Carles Puigdemont, pongamos por caso, salga elegido presidente de la Generalitat. En ese caso, si el secretario general del PSOE intenta imponer a los diputados socialistas catalanes una abstención, a la que se negarían, el conflicto interno puede provocar, incluso, la ruptura orgánica del PSC con el PSOE.

En las múltiples encuestas que se han realizado en estos días, se contenía un dato revelador al respecto en el que ha reparado con astucia mi compañero Ignacio Varela: la inmensa mayoría de los votantes del PSC tienen el peor de los criterios sobre el fugado. Cuando se ha pedido a los votantes el PSC que lo valoren una abrumadora mayoría, el 79%, lo suspenden y, de ese porcentaje, un 52% le conceden directamente un 'cero', que puede ser equivalente a un desprecio innegociable, personal y político. Con lo cual, no parece que los votantes del PSC quieran prestarse a una operación así, que apoyen a Puigdemont, aunque haya sido Salvador Illa el ganador de las elecciones. Pero eso es, exactamente, lo que le reclamarán: 'de la misma forma que Sánchez perdió las elecciones y gobierna con el apoyo de Junts, ahora le toca a los socialistas apoyar a Puigdemont para que sea presidente, aunque haya perdido las elecciones'.

Si Illa logra una 'victoria suficiente', Pedro Sánchez, podrá exhibirla como algo personal, pero no le conviene para la legislstura

Quedan por analizar dos últimas posibilidades, un triunfo indiscutible de Salvador Illa y su opuesto, el bloqueo de todo y la repetición de elecciones. Ambas son perjudiciales para los intereses de Pedro Sánchez de continuar como presidente esta legislatura. El bloqueo, que muchos consideran la mayor de todas las posibilidades, conlleva que los socios independentistas del presidente Sánchez se intenten distanciar de él, después de haber conseguido ya la ley de Amnistía y después de que se haya demostrado que el acercamiento al PSOE perjudica al socio minoritario. Le ha ocurrido a Esquerra y, de forma abrumadora, a Sumar y, antes, a Podemos.

La legislatura, por tanto, que se mantiene en suspenso en estos momentos, se encaminaría, inevitablemente, hacia un adelanto electoral. Nos queda por ver el triunfo total del exministro de Sanidad, justo en el día de San Pancracio. Imaginemos una 'victoria suficiente' de Salvador Illa, como pide el candidato socialista, que lo lleve en volandas hacia la presidencia, aunque no haya encuesta que vaticine un resultado así. Es indiscutible que, en ese supuesto, el líder de los socialistas, Pedro Sánchez, podrá exhibir esa victoria como algo personal, porque suya ha sido la apuesta y porque suya es la estrategia que ha espoleado al PSC, pero no le conviene para culminar la legislatura como presidente de España.

A partir de un Gobierno de Illa, con los independentistas en la oposición, los dos partidos, Junts y Esquerra, perderían todo el interés en seguir manteniendo artificialmente a Sánchez. Y a cambio de nada, además, porque ya no ocuparían la Generalitat. Además, la ley de Amnistía ya estará aprobada. Ese final del independentismo en favor de Salvador Illa es, por lo que se decía antes, la mejor noticia para Cataluña y para España, por el beneficio objetivo del final del 'procés'. ¿Y sería bueno para Sánchez? Sí y no. Si porque confirmaría la fortaleza de los socialistas en Cataluña y en el País Vasco, territorios esenciales para aspirar a un nuevo mandato, aunque se vea abocado al adelanto electoral.

Lo que es bueno para Pedro Sánchez en estas elecciones catalanas no tiene por qué ser bueno para Cataluña. También al revés, con lo cual, la complicación principal de estas elecciones, si nos atenemos a esos intereses, es la dificultad de encontrar unos resultados que sean buenos para los intereses políticos de Pedro Sánchez, como presidente del Gobierno, y, a la vez, para el futuro de Cataluña.

Pedro Sánchez Salvador Illa
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