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Eso de 'atar en corto' a la prensa
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Javier Caraballo

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Eso de 'atar en corto' a la prensa

Si Pedro Sánchez va quejándose en todas sus intervenciones de que es víctima dolorida por los bulos contra su mujer, ahí tiene la bandeja de plata de una ley de prensa

Foto: La portavoz de Podemos en el Congreso, Ione Belarra. (Europa Press/Eduardo Parra)
La portavoz de Podemos en el Congreso, Ione Belarra. (Europa Press/Eduardo Parra)
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Antes eran temidos y ahora resultan patéticos, pero mantienen firme una obsesión: el control de los medios de comunicación. Este año, en el que se celebra el décimo aniversario del nacimiento de Podemos, los pocos diputados que les quedan quieren aprovechar la obsesión enfermiza de Pedro Sánchez por defender a su esposa, elevada ya al rango de institución del Estado, para sacar adelante una ley que castigue a los medios de comunicación que irriten al Gobierno. A los periodistas hay que “atarlos en corto”, dijo ayer en la tribuna del Congreso la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, mirando al presidente Sánchez a la cara, como retándolo, para que dé el paso adelante que no quiso dar cuando gobernaban juntos, con Pablo Iglesias de vicepresidente.

Si Pedro Sánchez va quejándose en todas sus intervenciones de que es víctima dolorida por los bulos contra su mujer, ahí tiene la bandeja de plata de una ley de prensa, como la cabeza cortada que pidió Salomé. La llaman ‘ley contra la desinformación’ pero no son los bulos, ni las informaciones falsas, lo que les preocupa, sino el control político de los medios de comunicación. El esquema mental es bien conocido, porque han sido ellos mismos quienes lo han detallado, sobre todo en sus primeros días de existencia, cuando nacieron y pensaban que estaban tocando el cielo del poder en España. Lo llaman ‘ley’, pero en realidad quieren decir castigo. Hasta tiene un nombre elocuente: un ‘delito de linchamiento mediático’ para acabar con los periodistas que incomoden al poder. Es decir, un delito para linchar a los medios de comunicación contrarios a la política gubernamental. Aunque parezca un exabrupto, esta es la literalidad, como veremos.

En uno de los primeros libros sobre el pensamiento político de Pablo Iglesias (‘ Conversación con Pablo Iglesias’, de Jacobo Rivero, Ediciones Turpial), le preguntaron por esta idea que siguen repitiendo, la “regulación de los medios de comunicación desde el poder político, para garantizar la libertad de prensa”. El lenguaje hipócrita que se utiliza, como se puede apreciar, es tan burdo que ni siquiera llegar a ser eufemístico. "Si el derecho a la información es un derecho democrático, la concentración de la propiedad es incompatible con ese derecho. La gestión de la información no puede depender únicamente de hombres de negocios y su voluntad por permitir la libertad de expresión”, sostienen.

En aquella conversación, lo más interesante que desvela Pablo Iglesias es que su referente más cercano en esta materia es la Ley de Comunicación, aprobada en 2013 en el Ecuador bolivariano de Rafael Correa, en la que se creaba un delito de linchamiento mediático. Se desarrollaba en dos artículos de la ley y castigaba la “difusión de información con el propósito de desprestigiar a una persona natural o jurídica o reducir su credibilidad pública”. A los medios de comunicación condenados por ese artículo, se les obligaba a tener que reponer el supuesto desprestigio provocado, con independencia de que los periodistas respondieran por otros delitos si el afectado no consideraba que se había producido una “reparación integral”.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, atiende a los medios. (EFE/Archivo/Zipi)

Si Podemos ha decidido recuperar en este momento su vieja aspiración de imponerle ese control político a la prensa española, es porque están comprobando que el discurso de Pedro Sánchez se parece, como dos gotas de agua, al que llevó al presidente ecuatoriano a aprobar esa ley. Al referirse a los medios de comunicación, y a los periodistas, como “fachosfera”, “pseudomedios” y “máquina del fango”, el presidente Sánchez transmite la misma intención de castigar a los medios que, a su entender, han dañado el prestigio de su mujer y están obligados a una reparación integral.

Por eso, la invitación expresa de Ione Belarra en el Congreso para “atar en corto” a los periodistas que le incomoden, con la cita precisa de un ramillete, con sus nombres y apellidos. Todos ellos merecerían ser condenados del delito de linchamiento mediático, con exposición pública, como en los oficios de la Inquisición, para que sirvan de escarmiento a todo el gremio. La expresión utilizada, en sí misma, es muy reveladora de lo que se persigue, atar en corto, “controlar de cerca a alguien”, como recoge el diccionario de la Real Academia. Un lenguaje rancio y reaccionario que nada tiene de novedoso, más allá de la invitación pública al presidente Sánchez para que se decida a dar un paso más en su ofensiva contra la prensa.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a la entrevista en Televisión Española. (EFE/RTVE) Opinión

Es de esperar que hayan pasado ya los tiempos en los que era necesario defender la libertad de prensa como una de las seguridades indispensables contra un Gobierno corrompido y tiránico”. De las muchas lecciones sobre la libertad que nos dejó John Stuart Mill, esta debe ser una de las más erradas. Lo que produce más estupor cuando se lee, y se relee, no es solo que se escribiera en 1858, por el escalofrío del tiempo que ha pasado y su extraordinaria vigencia. Además de eso, lo que más debe preocuparnos es que también permanezca el optimismo errado del gran Stuart Mill. T

anto ahora, como hace doscientos años, la conclusión primera debe ser que la libertad de prensa, como el resto de libertades y derechos fundamentales, hay que defenderla cada día. Mucho más cuando, como es el caso, admitimos en el planteamiento que la prensa libre siempre será una amenaza para los gobiernos, porque es una degeneración repetida del poder y una ambición permanente de todos los delirios totalitarios. Control de la prensa, atada en corto. La libertad de prensa siempre sentirá el acoso de quienes persiguen que sus fechorías queden impunes. Y porque el poder es incansable en esa obsesión, la defensa de la libertad de prensa tiene que ser diaria.

Antes eran temidos y ahora resultan patéticos, pero mantienen firme una obsesión: el control de los medios de comunicación. Este año, en el que se celebra el décimo aniversario del nacimiento de Podemos, los pocos diputados que les quedan quieren aprovechar la obsesión enfermiza de Pedro Sánchez por defender a su esposa, elevada ya al rango de institución del Estado, para sacar adelante una ley que castigue a los medios de comunicación que irriten al Gobierno. A los periodistas hay que “atarlos en corto”, dijo ayer en la tribuna del Congreso la secretaria general de Podemos, Ione Belarra, mirando al presidente Sánchez a la cara, como retándolo, para que dé el paso adelante que no quiso dar cuando gobernaban juntos, con Pablo Iglesias de vicepresidente.

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