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El 'procés' de Sánchez: castigar a la prensa con ayuda de la prensa
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El 'procés' de Sánchez: castigar a la prensa con ayuda de la prensa

Quizás Sánchez aspira a crear una suerte de "órgano colegiado de profesionales del periodismo" compuesto por afines, un "factcheker público" que determine qué es un bulo y qué no

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a la entrevista en Televisión Española. (EFE/RTVE)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, a su llegada a la entrevista en Televisión Española. (EFE/RTVE)
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La opereta de Sánchez ha tocado a su fin. Quienes creyeron que sus sentimientos eran sinceros cayeron, como renacuajos, en otra de sus mentiras. Como cuando votaron al que no ofrecería una amnistía a Puigdemont ni de coña, al que no iba a dar indultos ni de coña, al que no pensaba pactar con Bildu ni de coña, y si quieres te lo repito seis veces. A ese hombre turbio que se presenta, regresado de su teatrito fraudulento, como el líder europeo que va a acabar con el bulo.

En las dos entrevistas que ha dado tras su espectáculo puigdemoníaco ya ha soltado varios bulos. Subrayemos:

Por ejemplo, que Feijóo dijo que las mujeres de políticos tienen que estar en casa y no trabajando. Por ejemplo, que la denuncia de Manos Limpias se basa en bulos. Por ejemplo, que durante esos cinco días ha estado reflexionando. Por ejemplo, que ha recibido un gran apoyo social. Por ejemplo, que no sabía lo que el CIS preguntaba en su ausencia (¿alguien se lo cree?).

Podría seguir, pero me canso. Para mí, el único misterio de la democracia española, a día de hoy, es el siguiente: ¿cuánta basura más cabe en las tragaderas del votante de Sánchez hasta que se le desborde el estómago en una vomitona democrática que mande a este señor a la porra? Pero la pregunta que me inquieta, en cambio, es esta otra: hasta que tal cosa ocurra, ¿cuánto daño puede hacer?

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Le faltan banderas para convertir a suficiente masa social en oportuna recua de borregos. Su numerito, pese a los esfuerzos de Zapatero por echar a las calles a una multitud fanatizada, ha demostrado que el apoyo social con el que cuenta es nulo si quitas los autobuses y los bocadillos de mortadela. La gente, mientras Sánchez callaba, estaba más interesada en el Betis, como escribió Caraballo, y en Nadal. Sin mayoría parlamentaria estable para gobernar o presupuestar, sometido al chantaje de los independentistas, Sánchez delira en el búnker, por así decir.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Reuters/Pool/Borja Puig de la Bellacasa) Opinión
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Pero la debilidad, repito, hace más peligrosos a los hombres como él. Molinos y gigantes, me pregunto, en concreto, cuánto daño será capaz de infligir Sánchez a su enemigo, que es la prensa que no le baila el agua, extremo o principio rector de la venganza que él mismo ha confirmado con su carta, de forma sutil, y también con su estrategia fallida de manipulación de masas y su anuncio de “punto y aparte” contra “bulos y desinformaciones” de los “digitales de ultraderecha” (hola).

Las dos entrevistas que ha dado en Televisión Española y la Ser han sido para enmarcar. Era todo muy burdo: a cualquier pregunta respondía con la matraca preconfigurada: “bulos”, “desinformación”, “digitales”, “fango”. Repito que daba igual la pregunta: era un autómata. Entendí que “regeneración democrática” significa “persecución de los bulos”, y “persecución de los bulos” significa “castigo para los medios de comunicación que desestabilizan el bienestar presidencial”.

Regeneración democrática, entonces, significa polarización. Resulta que el gremio periodístico es, por interés económico y ansia de influencia en la burbuja correspondiente, el más permeable a este “punto y aparte”.

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¿Cómo lo hará? Quiero decir: ¿cómo reprimirá a la prensa crítica? Quisieron saberlo sus entrevistadores. Le preguntaban con docilidad cuáles eran sus medidas concretas: cómo pensaba Sánchez “regenerar la democracia” contra “los bulos y la desinformación” de los “digitales de ultraderecha” o, en lenguaje comprensible, qué medidas represivas estaba planteando para ejercer la censura partidista.

La clave la dio Sánchez en su retorcido lenguaje sin que nadie se diera cuenta: “No quiero monopolizar esta batalla”, dijo. Los periodistas tienen que implicarse, añadió, porque ellos también son víctimas del bulo de los "seudoperiodistas". Bien. A riesgo de ser conspiranoico creo haber leído de nuevo la estratagema. Me parece verla como papel de calco al trasluz. Puede que me equivoque, pero entiendo esto: la estrategia de Sánchez contra la prensa crítica va a ir por dos caminos.

Primer camino: comité de expertos

Durante los cinco días de falso misterio y tribulación presidencial, un grupo de periodistas lanzó un manifiesto, espoleado por Silvia Intxaurrondo y, por tanto, espoleado por el PSOE, que llegó a conseguir la firma de Iñaki Gabilondo. Para mí, descreído, este movimiento estaba dirigido desde Moncloa, aunque no tengo ninguna prueba. Cuando Sánchez dijo que no quería “monopolizar” la lucha contra los bulos, las piezas encajaron.

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Me la juego. Me juego una cena con Silvia Intxaurrondo, con velas: Sánchez aspira a crear una suerte de “órgano colegiado de profesionales del periodismo”, un “comité de expertos” muy independiente, compuesto por afines, que se convierta en un “factcheker público” y determine qué es un bulo y qué no, qué “digitales” están dentro del “periodismo” y cuáles están fuera.

Es decir: aspira a crear un órgano de periodistas adherido al Ejecutivo, compuesto por profesionales muy abajofirmantes, cuyas conclusiones no serán vinculantes, pero serán estudiadas con mucho interés por el ejecutivo. ¿Consecuencias? Tal vez estos informes “independientes” y brotados “de la profesión” terminen decidiendo, sutil cambio de la legislación mediante, la dirección del dinero de la publicidad institucional y qué medios se han hecho indignos de recibir el chorro.

Si las cosas van por ese camino, caerán primero sobre medios dudosos de activismo y propaganda como EDA Tv y 'OkDiario', pero no sobre Canal Red o Spanish Revolution, porque los bulos son “de ultraderecha” o no serán. El poema de Niemoller que citaba Iglesias volverá a sonar, solo que en el bando contrario.

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¿Tengo pruebas de lo que digo? Ninguna. ¿Información? Tampoco. Pero leyendo entrelíneas al presidente y poniendo el manifiesto en la balanza, ya digo: me juego una cena a que este es uno de los escenarios posibles.

Segundo camino: que se maten entre ellos

Otra explicación razonable, y más factible, es que Sánchez solo aspire a que los periodistas nos saquemos los ojos entre nosotros. Aliados no le faltan, tanto en el lado presidencial como en el antisanchista. Nuevamente, ese manifiesto parece una pieza clave, en tanto que unos cuantos firmantes se autoproclaman guardianes de las esencias de la profesión, y lanzan una acusación que coincide sospechosamente con la de la carta de Sánchez, y mezcla medios que verifican (como este) con otros que no.

Webs y digitales de ultraderecha, según este señalamiento, puede ser cualquiera. ¿A quién se refieren los abajofirmantes y su director de orquesta Pedro Sánchez? En esta profesión sobra gente comprometida con un partido político y faltan espacios intermedios o imprevisibles: quien más y quien menos (y me incluyo) se verá arrojado con frecuencia a la batalla ideológica o cultural.

Con su movimiento, Pedro Sánchez incentiva este enfrentamiento, combate no solo el corporativismo (ya desaparecido, para bien y para mal) sino también el compañerismo, la cortesía o el respeto profesional. Colocando medios muy diferentes en el parámetro "lodo" y elevando a la categoría de limpios a profesionales dados al activismo propagandístico, alimenta la polarización en un sector que, tanto por financiación como por ideología particular de los comunicadores, es la representación más elocuente de la sociedad quebrada que a Sánchez y algunos de sus oponentes les gustaría gobernar.

Durante el "procés" catalán, que viví en su totalidad en Barcelona, lo de "prensa española manipuladora" era un lema coreado, entre otros, por periodistas-activistas y tertulianos de partido capaces de escribir (¡y dejar en la hemeroteca!) que Junts había creado estructuras de estado y que, en 18 meses, la Cataluña independiente sería una de las principales economías de Europa. Vamos, que todo esto lo he vivido ya.

Llama la atención, de cualquier forma, que los periodistas más partidarios del control regenerador del bulo sean incapaces de denunciar los bulos interminables del presidente del Gobierno.

La opereta de Sánchez ha tocado a su fin. Quienes creyeron que sus sentimientos eran sinceros cayeron, como renacuajos, en otra de sus mentiras. Como cuando votaron al que no ofrecería una amnistía a Puigdemont ni de coña, al que no iba a dar indultos ni de coña, al que no pensaba pactar con Bildu ni de coña, y si quieres te lo repito seis veces. A ese hombre turbio que se presenta, regresado de su teatrito fraudulento, como el líder europeo que va a acabar con el bulo.

Pedro Sánchez Medios de comunicación
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