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Narcolanchas y abandono de la Guardia Civil
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Narcolanchas y abandono de la Guardia Civil

Un año después del asesinato de dos agentes, los traficantes han elegido Sevilla para exhibir su superioridad

Foto: Narcolancha varada en playa de salobreña. (EFE)
Narcolancha varada en playa de salobreña. (EFE)
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Esta semana, una flotilla de narcolanchas se ha paseado por Sevilla para que todo el mundo pudiera contemplar el descaro de su superioridad. Remontaron el río Guadalquivir y llegaron hasta altura del Estadio olímpico de La Cartuja, el escenario deportivo que media España conoce por tantas finales de fútbol y partidos de la Selección. Quién sabe si esos tipos lo que buscaban era eso, precisamente, pavonearse ante todos, exhibir su superioridad, sus armas, como en un desfile militar.

La gente, al verlos, grababa vídeos con sus móviles y lo subían a las redes sociales, que al momento los convertían en virales. Las fuerzas de seguridad del Estado no podían hacer mucho más que observarlos con impotencia, que es lo que suele suceder siempre. Solo la persistencia y la profesionalidad de los agentes que se dedican la lucha contra el tráfico de droga puede, en ocasiones, conseguir lo contrario, la detención y la incautación de esas potentes narcolanchas que trafican con droga y con personas. Pero todos saben que, en esa lucha, existe una desproporción brutal entre los medios con los que cuentan los delincuentes y los de las fuerzas de seguridad, que los persiguen. Por eso se pavonean. El año pasado, también en febrero, la provocación de las narcolanchas tuvo el final trágico del asesinato en dos agentes de la Guardia Civil en Barbate.

¿Ha cambiado algo en un año, después del enorme impacto en España de aquella tragedia? Absolutamente nada, esa es la cuestión. De ahí el simbolismo de que tiene esta nueva acción de las narcolanchas, otra vez durante un temporal que obliga a esas embarcaciones a refugiarse en lugares seguros, como el puerto de muchas de las ciudades costeras andaluzas.

Fue lo que pasó en Barbate en febrero de 2024, que las narcolanchas se 'hospedaron' en el puerto y, cuando la guardia civil acudió a identificarlas, una de ellas se lanzó sobre los agentes y, con los cuatro motores, los destrozó. El presunto asesino, detenido en septiembre pasado, es Karim El Baqqali, un narco marroquí nacido en Tetuán hace 32 años, afincado en Andalucía junto a otros familiares que residen en la Costa del Sol. Él era quien pilotaba la embarcación semirrígida, de cuatro motores y siete mil kilos de peso, que se lanzó contra la lancha neumática de la Guardia Civil y pasó por alto, a gran velocidad, matando a los dos guardias civiles, David Pérez y Miguel Ángel González.

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"La realidad es evidente: nuestras embarcaciones están desfasadas, son lentas y no pueden hacer frente a las narcolanchas modernas, rápidas y bien equipadas que emplean las mafias", dicen en el sindicato Jucil, mayoritario en la Guardia Civil. "Hemos denunciado una y otra vez la falta de medios y de personal de la Guardia Civil, y cómo este hecho fortalece a las mafias del narcotráfico que actúan desde hace años en esta zona, pero nada…" Tanto es así que, no se trata solo de que las embarcaciones de la Guardia Civil sean menos potentes que las que usan los narcotraficantes, sino que lo normal es que la mayoría de ellas estén averiadas. También esto es una constante. Solo hace falta repasar los datos.

Las narcolanchas son embarcaciones de 14 metros, mientras que las que utiliza la Guardia Civil son gomas de 5 metros. Luego están las patrulleras, pero no siempre están disponibles porque la mayoría están averiadas o fuera de servicio. Para todo el litoral andaluz, que se extiende a lo largo de mil kilómetros, los sindicatos dicen que se cuenta con 19 embarcaciones, de las que solo 7 están operativas. Las 'exhibiciones' de los narcos están garantizadas. Este año no solo ha ocurrido el episodio de Sevilla; también en el paradisíaco Cabo de Gata de Almería se refugiaron durante un temporal hasta 11 narcolanchas. El intento de persecución de la Guardia Civil fue inútil por imposible.

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Como en tantas otras ocasiones, la frustración que provocan estos episodios se multiplica cuando comprobamos que, sobre todos estos problemas, ya existe desde hace años una legislación específica que, simplemente, no se cumple. Desde octubre de 2018, por ejemplo, el tipo de embarcaciones que utilizan los narcos están prohibidas en España y, el simple uso de unas de ellas se castiga con penas de 3 a 5 años de cárcel y 50.000 euros de multa. Ni siquiera se pueden fabricar en España y, por supuesto, no pueden fondear en ningún puerto, con lo que, teóricamente, se ven obligadas a permanecer en aguas internacionales.

Esa prohibición se aprobó cuando Fernando Grande-Marlaska llegó al Ministerio del Interior y se propuso combatir con firmeza a las mafias del narcotráfico. Pero el impulso le duró poco tiempo, Por razones que se desconocen, aunque podrían sospecharse algunas, a partir de la ruptura de relaciones de Marruecos con España, por el episodio de Brahim Gali, el Gobierno de Pedro Sánchez decidió desmantelar el operativo especial que había creado (el llamado OCON Sur, Operativo de Coordinación de Operaciones contra el Narcotráfico) y el tráfico de drogas que se pretendía combatir comenzó una época dorada. Más narcolanchas y más tráfico de drogas.

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Desde hace tres años, este escándalo se refleja anualmente en la Memoria de la Fiscalía, pero ni siquiera llegar a trascender públicamente. Basta un solo párrafo de la Memoria Fiscal de 2024: "Las narcolanchas siguen siendo el instrumento principal para el traslado de hachís desde Marruecos, y proliferan por toda la costa. Especialmente, aunque no solo, en el Estrecho de Gibraltar, Son visibles a plena luz del día o por la noche, navegando por la desembocadura del Guadalquivir, por puertos deportivos o muelles pesqueros en Barbate, Conil de la Frontera, Sancti Petri, etc. Las redes sociales y cualquier medio de comunicación muestran el atrevimiento en la exhibición de estas narcolanchas por parte de los narcotraficantes y la violencia con la que en más de una ocasión embisten a las embarcaciones de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, como lo demuestra el asesinato de dos guardias civiles en Barbate en febrero de 2024, que constituye uno de los episodios más lamentables, tristes e inadmisibles que se recuerdan, y muestra la impotencia del Estado ante unas redes criminales que deben ser inmediatamente desarticuladas".

Lamentable, triste, inadmisible… No habrá 'decreto ómnibus' que repare jamás en la impotencia del Estado que denuncias los fiscales, aunque incluya decenas y decenas de medidas, favores y cesiones. Un febrero más, la exhibición de los narcos, el abandono de la Guardia Civil, se convierte en símbolo de esta 'época Frankenstein'.

Esta semana, una flotilla de narcolanchas se ha paseado por Sevilla para que todo el mundo pudiera contemplar el descaro de su superioridad. Remontaron el río Guadalquivir y llegaron hasta altura del Estadio olímpico de La Cartuja, el escenario deportivo que media España conoce por tantas finales de fútbol y partidos de la Selección. Quién sabe si esos tipos lo que buscaban era eso, precisamente, pavonearse ante todos, exhibir su superioridad, sus armas, como en un desfile militar.

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