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Carlos Mazón, muñeco de trapo
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Javier Caraballo

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Carlos Mazón, muñeco de trapo

La permanencia en el cargo del presidente valenciano perjudica gravemente la búsqueda de la verdad en la tragedia de Valencia, de los ‘agujeros negros’ de una negligencia colosal

Foto: El president de la Generalitat, Carlos Mazón. (EFE/Biel Aliño)
El president de la Generalitat, Carlos Mazón. (EFE/Biel Aliño)
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El presidente de la Comunidad de Valencia, Carlos Mazón, es un muñeco de trapo que sirve de ‘puchimbol’ para la trifulca política, para las banderías y la frivolidad, pero que dificulta gravemente el esclarecimiento de lo que ocurrió en la trágica tarde del 29 de octubre del año pasado en la que 224 personas perdieron la vida en el barranco del Poyo. Otras tres personas más siguen desaparecidas. Su permanencia en el cargo sólo contribuye a generar ruido, a pesar de que hasta él mismo debe ser consciente de que su carrera política está acabada, igual que lo admiten todos en el Partido Popular. Su ineptitud genera un ruido que se impone sobre todos los demás acontecimientos de aquella tarde funesta y acaba reduciendo todos los debates a detalles absurdos, intrascendentes, morbosos o, simplemente, tergiversados.

Durante los primeros dos o tres meses, por ejemplo, el interés propagandístico de lo sucedido en Valencia se redujo al restaurante en el que estuvo comiendo durante dos, tres o cuatro horas, los detalles de la factura, de la comida y la relación del presidente valenciano con la periodista con la que se pasó la tarde. En estos días, otra vez a consecuencia de las versiones atropelladas y contradictorias del propio Mazón, estamos inmersos en una controversia similar, sobre la hora exacta a la que se incorporó a la reunión del Centro de Coordinación de Emergencias (Cecopi), si llegó a las 19:30, como insinuó en un principio, o más tarde de las 20.30, como está confesando ahora. Bien, vale, repitámoslo una vez más: Carlos Mazón es un político liquidado por su comportamiento en el día que Valencia padeció la mayor catástrofe natural que se recuerda en Europa. Lo de menos en esas circunstancias son las excusas, aunque puedan ser ciertas: Carlos Mazón no puede seguir representando a la Comunidad de Valencia porque lo único constatable es que no estuvo a la altura.

A partir de ahí, detengámonos en la frívola intrascendencia del debate de estos días: ¿qué importancia puede tener que el presidente de la Comunidad de Valencia se incorporase al Cecopi a las 20.30 de la tarde si resulta que a esa hora la tragedia ya se había producido? ¿Por qué se sigue insistiendo en que el Cecopi debió haber lanzado antes la alerta sobre la inundación del barranco del Poyo si sabemos que esa alerta nunca existió porque nadie previó que eso iba a ocurrir? La alerta que se demoró, la que lanzó el Cecopi de forma tardía, pasadas las ocho de la tarde, se refería a la única preocupación seria que existió aquella tarde, la posible rotura de la presa de Forata, pero ningún servicio de meteorología, ni de emergencias, alertó de un ‘tsunami’ desconocido que arrasaría a todas las localidades de ese barranco.

¿Por qué se sigue machacando la conciencia de los afectados, de las víctimas, con la afirmación de que se podrían haber salvado sus vidas si se les hubiera avisado antes cuando, por definición, es imposible avisar de la llegada de un fenómeno desconocido? Las alertas genéricas estaban lanzadas desde primeras horas de la mañana y, por esa razón, casi todos los ciudadanos se refugiaron en sus casas. De hecho, la mayoría de los fallecimientos se produjeron en el interior de las casas, en garajes y en sótanos, cuando, en cuestión de minutos, una violenta inundación de hasta dos metros de altura arrasó con todo. ¿Alguien pudo conocer que esa ola se iba a producir y, en el caso de haberlo conocido, hubiera habido tiempo para evacuar todas esas poblaciones antes de que llegase el ‘tsunami’?

Foto: El presidente de la Generalitat Valenciana, Carlos Mazón (A. Pérez Meca / Europa Press)

Siempre que hablemos de la DANA de Valencia deberíamos repasar, una y otra vez, el testimonio de Santiago Posteguillo en el Senado. El escritor valenciano, que lo presenció todo desde su piso de Paiporta, comienza su relato a las 18.40 porque antes todo era normalidad en esa localidad, que acabó convertida en la ‘zona cero’ de la DANA, la zona más dañada. A esa hora es cuando comienza la verdadera tragedia y cuando surgen los ‘agujeros negros’ por la falta de respuesta múltiple de las administraciones. Por ejemplo, la duda de cuándo se tuvo conocimiento fehaciente de que había ocurrido una catástrofe de dimensiones desconocidas. ¿A qué hora exacta de la tarde los alcaldes de la decena de pueblos inundados comunicaron la tragedia a la Generalitat de Valencia, a los servicios de Protección Civil, a la Delegación del Gobierno, a las fuerzas de seguridad del Estado, como Guardia Civil o Policía?

En la entrevista que Pilar Bernabé le concedió a Carlos Alsina en Onda Cero, a finales de enero, la delegada del Gobierno de Valencia aportó un detalle fundamental, de una extraordinaria gravedad, para responder a las preguntas anteriores. Dijo la delegada del Gobierno: “A partir de las siete de la tarde ya teníamos la información de que el barranco del Poyo se había desbordado y que había ciudades, como Paiporta, Sedaví, Picaña, Benetúser, Alfafar, en las que la gente se estaba, literalmente, ahogando. Yo fui consciente de lo que estaba pasando cuando lo vi, a las siete menos cinco de la tarde”.

Todos los testimonios de familiares o amigos de los difuntos recabados hasta ahora por la jueza de Instrucción 3 de Catarroja, que instruye la causa abierta por la DANA, repiten que todo se produjo “entre las 19.00 y las 20.00 horas” de aquel martes, 29 de octubre, y que la alerta del Cecopi les llegó a las 20.11 horas. La causa judicial ya determinará si existen responsabilidades penales por negligencia en las alertas, pero ya podemos aventurar que será difícil de demostrar que se pudo avisar antes, y no se hizo, de un fenómeno desconocido, como remarcamos. Más controvertida, y demostrable, puede ser la cadena de negligencias cometidas a partir de esa hora, por la tardanza de hasta varios días en el despliegue de efectivos para prestar auxilio a los miles de afectados de aquel ‘tsunami’. Si, como admite la delegada, a las 19.00 horas ya tenían noticias de la inmensidad de la tragedia, exijamos a los responsables de las administraciones que detallen, a partir de esa hora, qué hicieron exactamente para socorrer a las víctimas. Empezando por el presidente de la Comunidad de Valencia y terminando por el presidente del Gobierno de España, sin dejar atrás a la delegada del Gobierno que tiene las mismas atribuciones legales que el presidente autonómico para haber solicitado el estado de emergencia. Ninguno de ellos lo hizo.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (2i), junto al rey Felipe (i), el presidente de la Generalitat de Valencia, Carlos Mazón (2d), y la delegada del Gobierno Pilar Bernabé, durante su visita al puesto de mando de Valencia. (EFE/Borja Puig) Opinión

Más allá aún, a las 22.00 horas de ese día se reunió un ‘gabinete de crisis’ en el Palacio de la Moncloa. ¿Qué decisiones se tomaron? ¿De qué información disponía a esa hora el presidente Sánchez y sus ministros? Porque podemos suponer que la delegada del Gobierno, que, además, es miembro de la ejecutiva federal del PSOE, les habría trasladado lo que ella conoció a las siete de la tarde… ¿Qué decidieron a esa hora? ¿Movilizaron de forma inmediata a la Unidad Militar de Emergencia, la UME? También eso seguimos desconociéndolo, porque a la mañana siguiente, lo que ocurrió es que el Congreso de los Diputados se reanudó con normalidad y que el Grupo Socialista se negó a suspenderlo, hasta que no se aprobara el control de la RTVE. Todos esos agujeros negros, en fin, son mucho más trascendentales de resolver que este debate viciado sobre la inconsistencia de un muñeco de trapo.

El presidente de la Comunidad de Valencia, Carlos Mazón, es un muñeco de trapo que sirve de ‘puchimbol’ para la trifulca política, para las banderías y la frivolidad, pero que dificulta gravemente el esclarecimiento de lo que ocurrió en la trágica tarde del 29 de octubre del año pasado en la que 224 personas perdieron la vida en el barranco del Poyo. Otras tres personas más siguen desaparecidas. Su permanencia en el cargo sólo contribuye a generar ruido, a pesar de que hasta él mismo debe ser consciente de que su carrera política está acabada, igual que lo admiten todos en el Partido Popular. Su ineptitud genera un ruido que se impone sobre todos los demás acontecimientos de aquella tarde funesta y acaba reduciendo todos los debates a detalles absurdos, intrascendentes, morbosos o, simplemente, tergiversados.

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