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Pedro el Grande e Isabel III emparedan a Feijóo
Díaz Ayuso ejerce de emperatriz madrileña en un proyecto personal que socava la credibilidad del presidente del PP y que Sánchez enfatiza con una estrategia de efectos contraproducentes
El esperpento matritense del 2-M resulta particularmente ofensivo e inquietante para Alberto Núñez Feijóo, cuyo papel de comparsa en la fiesta de Isabel demuestra que el líder del PP se expone al emparedado indecoroso con que lo asfixian la presidenta de la CAM y Pedro Sánchez.
Necesitaba el patrón de la Moncloa malograr el día grande de la emperatriz de Madrid. No solo perseverando en un martirio obsesivo que beneficia la reputación antisanchista de la interfecta, sino pretendiendo subordinar o socavar la credibilidad política de Núñez Feijóo, hasta el extremo de convertirlo en un paje insustancial de la corte de Isabel Díaz Ayuso.
La fórmula es muy arriesgada a corto plazo (28-M) y no está claro que resulte eficaz en las generales, especialmente si la lideresa madrileña atraviesa el umbral de la mayoría absoluta. Sánchez enfatiza la debilidad de Feijóo escogiendo como antagonista a Díaz Ayuso, pero la estrategia no hace otra cosa que destacar la envergadura política de la adversaria.
Le agrada a la presidenta el territorio de la polarización. Porque es ella la bestia negra de Sánchez. Y porque las extralimitaciones en que incurre a propósito de la política nacional e internacional sobrentienden unas ambiciones que desconciertan en el último piso de Génova.
Feijóo necesita a ISA como trampolín a las generales. Le conviene el ayusazo el 28-M, pero le conviene menos que se desproporcione la pinza en que se relame la pugna de la baronesa y el líder socialista.
Por eso reviste tanto interés iconográfico el vodevil del 2-M. Feijóo disponía de un hueco en el palco del desfile con los galones simbólicos de líder de la oposición. Hubieran tenido más peso de no haber sido porque Díaz Ayuso se exponía ella misma como la reina de Madrid, sin miedo ni inconveniente a degradar las obligaciones institucionales que aloja la convocatoria.
Cree Ayuso representar a todos los madrileños cuando habla en nombre de ellos. Y piensa que la comunidad es un instrumento político del PP, cuando no un atributo personal que prevalece sobre cualquier criterio ejecutivo.
Ayuso debería haber permitido colar a Bolaños en el palco de honor, igual que tenía que haber moderado su grado de excitación en la fiesta del Dos de Mayo, aunque fuera por decoro y lealtad a la figura de Núñez Feijóo.
Estaba desenfocado el supuesto presidente del PP. Y formaba parte de una conspiración polifacética. No solo porque Sánchez juega a desacreditar la solvencia del expresidente gallego en beneficio de Isabel III, sino porque la propia emperatriz del foro está midiendo sus fuerzas en las alturas, consciente de haberse cobrado antaño la cabeza de Pablo Casado.
Feijóo necesita a Ayuso, pero no al precio de sentirse desautorizado ni al límite de observarse como un actor secundario
Feijóo se desenvuelve como un extranjero en Madrid. Ni conoce del todo las claves sociopolíticas de la villa y corte, ni le resulta sencillo manejar las virtudes y los problemas que reviste el ayusismo. Necesita a la presidenta en el camino de la Moncloa, pero no al precio de sentirse desautorizado ni al límite de observarse como un actor secundario de los planes capitalinos. Ayuso disfruta cuando Sánchez la señala como jefa de la oposición. Incluso proliferan los acólitos de la presidenta que recelan de la candidatura de Feijóo, que juegan a desprestigiarlo y que observarían en la mayoría absoluta del 28-M la señal inequívoca de la carrera a las legislativas.
La fantasía se malogra en las propias urgencias del proyecto, en la lógica temporal, pero identifica un sabotaje que mantiene en alerta al patriarca gallego, cuyo mejor escenario en Madrid no sería la mayoría absoluta de Ayuso, sino una mayoría suficiente, generosa, que hiciera innecesario el apoyo de Vox —la situación actual— y que escarmentara al mismo tiempo el maximalismo y providencialismo de la mega-adversaria de Sánchez.
El esperpento matritense del 2-M resulta particularmente ofensivo e inquietante para Alberto Núñez Feijóo, cuyo papel de comparsa en la fiesta de Isabel demuestra que el líder del PP se expone al emparedado indecoroso con que lo asfixian la presidenta de la CAM y Pedro Sánchez.
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