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El Abascal más inaceptable
Los inmigrantes de primera y segunda generación son ya casi una cuarta parte de la población en España y es inaceptable que Abascal, sin fundamento estadístico, los considere como factores criminógenos
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Ha dicho el presidente de Vox, Santiago Abascal, que "si decir la verdad trae crispación, habrá crispación" en relación con los disturbios en la localidad murciana de Torre Pacheco. Pero la verdad no es la que, con una generalización que la desmiente, propala la percepción de que los inmigrantes son los que violan, agreden y roban en nuestro país. No hay estadísticas, ni evidencias que sostengan esa certeza prepotente de Abascal que atribuye a la inmigración una naturaleza arbitrariamente criminógena.
Es inaceptable que el líder del tercer partido parlamentario en el Congreso con 33 escaños y más de tres millones de votos (el 12,38% de los válidamente emitidos en las elecciones del 23 de julio de 2023), cometa tal irresponsabilidad verbal que suministra gasolina al incendio que se ha declarado en una ciudad de más de 44.000 habitantes de los que el 30% son inmigrantes de primera o segunda generación.
Y tiene todo el sentido que la fiscalía haya abierto diligencias de investigación por un presunto delito de odio contra el presidente de Vox en la Región de Murcia, José Ángel Antelo, tras las igualmente inaceptables declaraciones de hace tres días en las que propugnaba deportar a todos los inmigrantes "sin dejar ni uno". El fondo y la forma de esas afirmaciones son incívicas y, ciertamente, transmiten una emotividad injustamente hostil sobre el enorme número de inmigrantes en España, la mayoría de los cuales, unos regularizados y otros no, tratan de sobrevivir de manera honrada.
Como recordaba el documento sobre la inmigración aprobado por el Círculo Cívico de Opinión en el mes de marzo pasado "los grandes partidos políticos han tendido en España a excluir la inmigración del debate público y de la competencia partidista, pero la llegada de Vox a los Parlamentos, el éxito local de Aliança Catalana y algunas otras circunstancias, han hecho imposible mantener esa reserva […] Vox ha contribuido decisivamente a cambiar el terreno de juego de los discursos sobre la inmigración, produciendo una polarización de la opinión pública en este campo y con ello dificultando aún más el debate racional sobre un asunto de connotaciones morales."
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Como todos los fenómenos sociales, la inmigración plantea ventajas e inconvenientes. España es el décimo destino de la inmigración en el mundo; la ratio de inmigración por cápita duplica la media de la Unión Europea. A fecha de enero de 2025, según cifras provisionales del Instituto Nacional de Estadística, 9.379.972 personas nacidas fuera de España han sido empadronadas, lo que supone un aumento de 541.738 personas durante 2024. En conjunto, la población inmigrante de primera y segunda generación representa ya la cuarta parte de la población total de nuestro país que en lo que va de siglo ha pasado de 40 a 49 millones de habitantes.
Todos estos datos -tratados con rigor por especialistas del CCO- delatan cómo de imprescindible para España es el flujo migratorio y cómo de importante es el fenómeno que no puede, por eso, reducirse a una especie de ‘lepenismo’ a la española. Vox parte, además, de supuestos falsos: la mayoría de la inmigración viene de países latinoamericanos cuyos nacionales no requieren visado o que ingresan con los de estudios o turismo. Unos y otros permanecen en España y, poco a poco se regularizan y se agrupan familiarmente (40.000 al año). Más de 2.800.000 residentes en España han adquirido hasta 2024 la nacionalidad y los irregulares se calculan en 700.000. El número de inmigrantes que llegan en cayucos es "una pequeña minoría del conjunto de la inmigración irregular". El incremento demográfico inmigratorio ha servido para el aumento del PIB y el sostenimiento de sectores productivos de bajo valor añadido. Hasta el 85% del empleo creado entre el cuarto trimestre de 2023 y el tercero de 2024 ha sido de inmigrantes.
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Sobre estas cifras y con estos datos hay que establecer una "conversación racional" acerca de la inmigración que, sin omitir los factores morales o éticos de humanidad que la acompañan, sirva para abordar la cuestión de manera integral. Los servicios públicos, efectivamente, no están dimensionados para soportar el estrés de atender estos flujos de personas, pero sin ellas no serían sostenibles sectores vitales de nuestra economía y a medio plazo tampoco prestaciones del Estado del Bienestar como el sistema de pensiones. Es verdad que las bolsas de la pobreza en España son principalmente de inmigrantes (con escasa o nula cualificación formativa) y por eso ni el incremento demográfico, ni del PIB han elevado la renta per cápita nacional que es la más baja de Unión Europea solo por delante de Grecia.
La falta de una política estadista sobre la inmigración es una de las más graves omisiones de este Gobierno desde 2018, en buena parte por la negativa a buscar acuerdos con el Partido Popular (aunque sí con la derecha radical de Junts), sin duda la organización conservadora, con sus homólogos europeos, que tiene una mirada más equilibrada y racional sobre este crucial asunto. Por eso Santiago Abascal, siempre favoreciendo el discurso de la izquierda y, en particular, del Gobierno de Sánchez, ataca con más fruición al partido al que él, durante el denostado bipartidismo, perteneció.
Los incidentes, muy graves, en Torre Pacheco, que se conectan con otros explosivos en distintos países, favorecidos por las redes sociales y el anonimato rampante que campa en ellas, tienen todo el aspecto de constituir una especie de laboratorio de ensayo para extender focos de conflicto en otras zonas. La falta de previsión del ministerio del Interior y la indecencia del Gobierno (Pilar Alegría acusando de "complicidad" al PP con Vox) resultan el mejor caldo de cultivo para el discurso inaceptable de Abascal y los suyos. Feijoo, en racha de aciertos, ha dicho no a las deportaciones masivas y no a los discursos de odio.
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Vox accedió a las instituciones en las autonómicas andaluzas de 2018 y lo hizo por reacción a la inacción del Gobierno de Rajoy y como respuesta al proceso separatista catalán. Ahora, en sintonía con la derecha radical en otros países, quiere rentabilizar las fricciones que se provocan en la sociedad española con la inmigración. Un fenómeno social global que exige racionalidad, firmeza, humanidad y colaboración. Nada que interese a los propósitos de Abascal y de su partido.
Ha dicho el presidente de Vox, Santiago Abascal, que "si decir la verdad trae crispación, habrá crispación" en relación con los disturbios en la localidad murciana de Torre Pacheco. Pero la verdad no es la que, con una generalización que la desmiente, propala la percepción de que los inmigrantes son los que violan, agreden y roban en nuestro país. No hay estadísticas, ni evidencias que sostengan esa certeza prepotente de Abascal que atribuye a la inmigración una naturaleza arbitrariamente criminógena.