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Y de las cosas de comer, ¿qué?
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Graciano Palomo

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Y de las cosas de comer, ¿qué?

Sánchez es economista de formación y tendría que tentarse la ropa antes de olvidar que la economía y el empleo interesan más a los españoles que los requiebros políticos

Foto: Foto de archivo del Valle de los Caídos. (iStock)
Foto de archivo del Valle de los Caídos. (iStock)

Resignificar el Valle de los Caídos a unos les parecerá bien y a otros mal. Esparcir los restos de Franco puede provocar alegría en muchos e indignación en otros pocos. Cooptar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) a unos les importará una higa y otros considerarán que se trata de descubrir el Mediterráneo… Tratar de enamorar a Torra junto a la machadiana fuente monclovita podrá resultar enternecedor para que muchos (o pocos) crean que el quilombo catalán encuentra algo de luz… Así hasta el paroxismo gestual y meros brindis al pasado que ofrecen las seis semanas en el poder del inabarcable Sánchez.

Todo lo anterior podrá estar muy bien, sin duda, pero el pueblo tiene otras necesidades, me parece. Todavía no sabemos acerca de ninguna medida que vaya a incidir en una mejora en la vida de los ciudadanos a resultas de un mayor crecimiento económico, salvo aquellas venteadas a todos los aires que suponen un incremento del gasto público descomunal. ¡Viva la alegría! ¡Viva el manirrotismo! Haría bien el presidente Sánchez en no olvidar lo que le sucedió a su conmilitón José Luis Rodríguez Zapatero, el mismo que dijo que la tierra es del viento. Recibió la caja a rebosar (aunque no todo eran vino y rosas en la herencia aznarista) y en siete años la dejó con telarañas y con el país en la más completa ruina. Esta es la verdad. Y la verdad siempre es la verdad. En este caso tan objetiva como puede demostrar una sencilla calculadora.

Todavía no sabemos acerca de ninguna medida que vaya a incidir en una mejora en la vida de los ciudadanos a resultas de un mayor crecimiento

Dicen los expertos que las inercias en el crecimiento económico pueden durar, como mucho, un año. Tampoco debería olvidar el jefe del Gobierno (y sus ministros) que el dinero público tiene dueño, aunque es verdad que su vicepresidenta dijo aquello tan chusco de que el dinero de la caja pública no tenía dueño.

La pasada semana recibió a los dirigentes empresariales que dejaron algunos avisos. También y al mismo tiempo a los próceres sindicales que le adjuntaron otros. Pedro Sánchez es economista de formación y tendría que tentarse la ropa antes de olvidar que la economía y el empleo interesan —obviamente— más a los españoles que los requiebros de cariz netamente electoral y político. Mariano Rajoy cometió el error de pensar que solo de economía vive el hombre y el sustituto parece caer en la tentación de que con charangas y panderetas el estómago no chirría.

Resignificar el Valle de los Caídos a unos les parecerá bien y a otros mal. Esparcir los restos de Franco puede provocar alegría en muchos e indignación en otros pocos. Cooptar el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) a unos les importará una higa y otros considerarán que se trata de descubrir el Mediterráneo… Tratar de enamorar a Torra junto a la machadiana fuente monclovita podrá resultar enternecedor para que muchos (o pocos) crean que el quilombo catalán encuentra algo de luz… Así hasta el paroxismo gestual y meros brindis al pasado que ofrecen las seis semanas en el poder del inabarcable Sánchez.

Pedro Sánchez Mariano Rajoy Valle de los Caídos