Rasputín, en el barranco

La remodelación del Gobierno tiene un titular a cinco columnas y en negrita: Iván Redondo, especialista en manipular las emociones, el genio del cartón piedra, ha dejado su espectacular despacho en La Moncloa y de paso ha dejado huérfano al gobierno paralelo que durante tres años ha funcionado a su albur con todo el poder fáctico.

¿Por qué está rodando su cabeza, con albricias, entre las mesnadas socialistas? Sencillamente, porque desde finales del 2017, Redondo había absorbido el seso y la voluntad de Pedro Sánchez y, al llegar al poder, esa deriva se acrecentó hasta límites insospechados en una democracia instaurada en una monarquía parlamentaria.

Iván había dejado a la mayor parte de los ministros sin competencias ejecutivas. Esos ministros, los del PSOE incluidos, se han sentido ninguneados, despreciados y, en ocasiones, vejados. La reciente aparición de un libro sobre el director del Gabinete de la Presidencia —obvio su título y su autor por razones de pudor— confirmando que Redondo había percibido de la caja de Luis Bárcenas —PP— 207.098 euros —por un trabajo que no se encuentra—, además de una investigación exhaustiva al respecto llevada a cabo por el veterano y acreditado periodista Manuel Cerdán, ha sido utilizado por esos miembros del Gobierno, especialmente la exvicepresidenta Carmen Calvo (no podía soportar al mandarín de la estrategia) para darle el golpe de gracia al todopoderoso consultor guipuzcoano, ex, a la vez, de seis candidatos distintos del Partido Popular.

La noticia no es el ascenso a primera dama gubernamental de la aseada y técnicamente impecable Nadia Calviño (a la fuerza ahorcan); no es que el segundo de Redondo ocupe ya el Ministerio de la Presidencia, ni siquiera que los ministros de Podemos sigan en sus irrelevantes dicasterios. NO. La gran noticia es el despido de Iván Redondo 'Bacaicoa'.

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Nada será igual a partir de ahora. Todo el poder sanchista —"me tiraría por un barranco por el presidente Sánchez"— hasta la fecha se sostenía bajo la jaima de Redondo. Dudo mucho que su sustituto, López, pueda llevar a cabo los cometidos asignados y ejecutados con precisión militar que hasta la fecha dependían del táctico vasco. El poder del partido ha vuelto. Veremos si con ello mejora la paupérrima imagen de un jefe de Gobierno en caída libre.

En el momento de escribir esta columna, se ignora el destino de un hombre de 40 años que aspiraba a algo más. Supongo que Sánchez le habrá prometido un cargo de su agrado en el Estado. Desde el que poder montar un gran despacho y hacerse más rico de lo que ya es.

No creo que López se levante a las cinco de la madrugada para confeccionar los papeles presidenciales, ordenarlos y darle el trabajo servido a un jefe del Ejecutivo que periclita. De modo y manera, que en la Moncloa del sanchismo habrá un antes y un después.

Opinión

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PD. Don Iván tiene acreditado ser un maestro en el arte de retorcer la verdad montada sobre la realidad. Ha dado a entender, con escasa elegancia, que se ha ido 'motu proprio' cuando en realidad es un despido como los VIII siglos de la Catedral de Burgos. Hasta última hora intentó ser vicepresidente, topándose con esto: todos sus enemigos del PSOE se habían levantado en armas contra él. El presidente le había ya cortocircuitado e incluso engañado respecto a la proximidad y el calado de la crisis. Resulta que la misma persona que juró en sede parlamentaria tan solo hacía algunas semanas "tirarme por un barranco con el presidente Pedro Sánchez, con el que estaré hasta el final…" dice ahora que había llegado la hora de "parar". ¿Cuándo miente?