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El catalanismo debe copiar a Vox, Cs y Podemos
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Josep Martí Blanch

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El catalanismo debe copiar a Vox, Cs y Podemos

Centrem, el nuevo partido de centro derecha catalanista y liberal, pasará sin pena ni gloria si no asume que para ser moderado primero deberá dejar de serlo. Y no están por la labor

Foto: La 'exconsellera' Àngels Chacón. (EFE/Quique García)
La 'exconsellera' Àngels Chacón. (EFE/Quique García)
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La política catalana ha alumbrado lo que de momento no es más que un ratoncillo. Un partido de aspiración centrista y de marcado perfil catalanista, pero que limitará su ambición al marco constitucional vigente. El ratoncito lleva por nombre Centrem (Centremos) y quiere ser la suma de lo que queda del PDeCAT más tres partidos-grupúsculo (La Lliga, Lliures y Convergents).

Aún no ha celebrado su congreso fundacional y ya han empezado a sonar los nombres con los que Centrem aspiraría a ganar representación en el Ayuntamiento de Barcelona. El partido filtró esta semana que mantiene conversaciones con Sandro Rosell, expresidente del FC Barcelona. Un día después, Santi Vila, el consejero del Gobierno de Carles Puigdemont que dimitió justo antes de que el Parlamento declarase la independencia 'fake', también expresaba su predisposición a presentarse a alcaldable por el nuevo partido centrista. No se han levantado los cimientos del edificio y algunos ya se imaginan caminando por el tejado. Nada extraño. El cuento de la lechera es universal.

Foto: Àngels Chacón. (EFE/David Borrat)

Centrem, liderado por Àngels Chacón, debería entender en primer lugar que no es nada. Un cero patatero Es un partido que nacerá en los huesos desde el punto de vista institucional. Lliures, Convergents y la Lliga son más ruido que nueces si uno se centra en el número de personas que aglutinan a su alrededor. Solo el PDeCAT es, a efectos prácticos, algo tangible, de verdad. Sin ir más lejos, sus cuatro diputados en Madrid han hecho posible la aprobación de la reforma laboral. Pero el problema de Centrem es que ni todos los alcaldes del PDeCAT se integrarán en el nuevo partido, ni los cuatro diputados del Congreso son una foto real del peso de esta familia política en el presente, puesto que esos escaños se ganaron bajo la marca de JxCAT antes de que ambas formaciones formalizasen su divorcio.

Por resumir, tras tantos nombres y partidos que confluyen en Centrem, en realidad hay más bien poca cosa. Y por eso Centrem es una aventura arriesgada, que debe crear su propio mercado y que al margen de la gran voluntad que demuestran sus integrantes de momento cotizaría a la baja en cualquier casa de apuestas.

Los problemas y amenazas que tendrá Centrem para cuajar políticamente y ganarse el favor de los votantes son múltiples. El primero es seguir creyendo, como creen, que hay un mercado de votos esperándolos porque se cuentan por centenares de miles los catalanistas que añoran un partido de orden. No existe este mercado. Ya ha quedado probado en las últimas elecciones catalanas, en las que el PDeCAT, con la propia Àngels Chacón como candidata a presidenta, se quedó fuera del Parlamento. Ese mercado hay que crearlo, hacer sentir la necesidad. Nadie les está esperando.

Foto: Àngels Chacón, en un acto de campaña del PDeCAT. (EFE/Marc Carnice)

Esa necesidad de crear el mercado de votantes que debería llevar el partido a las instituciones entronca con el segundo problema de Centrem. Es gente tan sensata y ordenada que no entiende que un partido que no es nada necesita gritar para hacerse oír. Todos sus perfiles, particularmente el de su líder, Àngels Chacón, están muy institucionalizados y no son nada dados a subir el volumen de sus intervenciones para hacerse escuchar. Son esclavos de su perfil institucional, sin entender que la política, cuando uno ha de ganarse los primeros votos, exige diferenciar claramente tu marca.

Y eso solo puede hacerse desde la vehemencia, despertando en el votante la emoción de sentirse parte de algo realmente nuevo y motivante. Centrem es, de momento, un partido armado de razones pero que no entiende que el primer paso exige hacer latir corazones. Y eso demanda volumen y coraje en argumentos y proclamas que suenen combativos y diferenciadores en Cataluña en temas como los impuestos, la propiedad privada, la seguridad ciudadana, la inmigración y prácticamente todo aquello que compone la agenda social, no solo la nacional.

Foto:  La secretaria general del PDeCAT, Àngels Chacón. (EFE) Opinión
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Si Centrem aspira a consolidarse como partido que acabe aglutinando en el futuro todo el voto nacionalista de centro derecha catalanista, debe aprender —no del programa, claro— de la manera de hacer campaña de los que en su día eran nada como ellos ahora: Podemos, Cs, Vox.

La verdadera fuerza para un extraparlamentario está en sus ideas, en la capacidad de hacerse escuchar y en la valentía de ir a buscar el encontronazo diario con aquellos a los que aspira a derrocar. Eso exige tres cosas de las que no puede fallar ninguna: voluntad, ideas y sacarse los complejos de encima totalmente. Centrem tiene las dos primeras, pero anda cojo de las dos piernas con la tercera.

Haría bien Centrem en aparcar el baile de nombres para elecciones que aún quedan muy lejos y centrarse en apuntalar las ideas con las que quiere ganarse un hueco en el mercado político catalán y difundirlas de manera radical. De no actuar así, está condenado a no ser más que otro susurro del catalanismo de centro derecha que transitará por la realidad de un modo efímero y con más pena que gloria. Para ser moderados, primero deben dejar de serlo.

La política catalana ha alumbrado lo que de momento no es más que un ratoncillo. Un partido de aspiración centrista y de marcado perfil catalanista, pero que limitará su ambición al marco constitucional vigente. El ratoncito lleva por nombre Centrem (Centremos) y quiere ser la suma de lo que queda del PDeCAT más tres partidos-grupúsculo (La Lliga, Lliures y Convergents).

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