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La gran victoria de Puigdemont: el Gobierno le concede legitimidad política e institucional
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Josep Martí Blanch

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La gran victoria de Puigdemont: el Gobierno le concede legitimidad política e institucional

La fotografía de ayer no solo inmortaliza ese reconocimiento, sino que lo hace visible y lo naturaliza a ojos de todos los ciudadanos, independientemente de su posicionamiento ideológico

Foto: Carles Puigdemont (2d), Yolanda Díaz, Jaume Asens y Toni Comín (d). (Reuters/Yves Herman)
Carles Puigdemont (2d), Yolanda Díaz, Jaume Asens y Toni Comín (d). (Reuters/Yves Herman)
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Triunfo histórico de Carles Puigdemont. De delincuente a interlocutor político de primer nivel. De prófugo a vip con quien negociar el futuro de la gobernabilidad de España en el corazón institucional de la vieja Europa. El expresidente de la Generalitat ya tiene uno de los cromos que más ansiaba y que solo el tiempo y la aritmética parlamentaria podían proporcionarle. Ha obtenido el pleno reconocimiento del Gobierno en funciones de España, a través de la vicepresidenta Yolanda Díaz, de toda la legitimidad política e institucional para actuar como kingmaker de la legislatura. Ya sabíamos que esto era así. Pero en política las liturgias son fundamentales y la fotografía de ayer no solo inmortaliza ese reconocimiento, sino que lo hace visible y lo naturaliza a ojos de todos los ciudadanos, independientemente de su posicionamiento ideológico. Digan lo que digan la Moncloa y el PSOE, y aunque el comunicado posterior al encuentro Puigdemont-Díaz fuera en nombre de Junts y Sumar, el posado de ayer ejemplifica la predisposición absoluta a naturalizar plenamente el nuevo papel que ha de jugar el eurodiputado de Junts: el hombre que puede hacer o no de nuevo presidente a Pedro Sánchez.

Yolanda Díaz lleva a la práctica lo que el PSOE todavía no puede hacer. Hace una semana, Pedro Sánchez retrasaba por segunda vez su comparecencia en el Parlamento Europeo para exponer las prioridades del semestre de la presidencia española de la UE. Evitaba así coincidir con Carles Puigdemont en el hemiciclo europeo. Es demasiado pronto y demasiado arriesgado para los socialistas. Pero no para Sumar y para Yolanda Díaz, que ayer fue un rompehielos. De partido, sí. Pero sobre todo institucional. Incluso la vestimenta elegida por los cuatro protagonistas del encuentro —Yolanda Díaz, Jaume Asens, Toni Comín y Carles Puigdemont— quería simbolizar un aire institucional más que partidista.

Que el encuentro se haya celebrado en vísperas de la alocución a los medios de comunicación que hoy tiene prevista Carles Puigdemont para exponer las condiciones de negociación de la investidura de Pedro Sánchez da un valor utilitarista clarísimo a la visita de Yolanda Díaz.

Puigdemont va a poner sus condiciones encima de la mesa después de recibir el espaldarazo de la vicepresidenta española. El expresidente de la Generalitat, que dice no fiarse para nada de los partidos españoles, ha reiterado por activa y por pasiva que cualquier avance en las negociaciones ha de ser sobre la base de una realidad tangible. Y nada más tangible que el reconocimiento político e institucional de ayer. El de Pedro Sánchez también llegará. Solo que más tarde y siempre que las negociaciones para la investidura lleguen a buen puerto.

Foto: La vicepresidenta segunda en funciones y líder de Sumar, Yolanda Díaz, y el 'expresident' catalán Carles Puigdemont. (EFE/Olivier Matthys)
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Hoy hablará Carles Puigdemont. Los voceros de Junts vienen contando desde hace días que a la amnistía, que la narrativa ha conseguido que todo el mundo dé por descontada, el expresidente catalán añadirá condiciones referidas a la autodeterminación de Cataluña, como siempre ha dejado claro que haría. Pero esos mismos voceros apuntan que todas las exigencias cabrán en el marco constitucional actual. Lo cierto es que Junts está manejando bien los silencios y nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que tiene en concreto en la cabeza el líder de su partido.

Pero todas las pistas apuntan a que Puigdemont tiene ganas de explorar la negociación con el PSOE hasta el final. Y, por tanto, hoy no debería cerrarse la puerta explicitando demandas que ya sabe que figuran como una línea roja para el presidente del Gobierno español. Y una de esas líneas rojas, al menos así se insiste desde el campo socialista, es el referéndum formal de independencia.

El compromiso alcanzado ayer con Yolanda Díaz de “explorar todas las vías democráticas para solucionar el conflicto” apunta un camino que, al igual que hizo el PNV la semana pasada con su propuesta de convención constitucionalista, permitiría a Puigdemont una salida retórica para facilitar la investidura sin perder de entrada toda la credibilidad sobre la validez de sus promesas y sin que sus bases —las más correosas— se sientan traicionadas.

Ambos posicionamientos —el de la vicepresidenta y el de los conservadores vascos— coinciden en el compromiso de estudiar a futuro las posibilidades de un referéndum, pero junto a otras iniciativas menos disruptivas. Quizás eso —la promesa inconcreta a futuro— acabe siendo suficiente para Carles Puigdemont, aunque siempre haya dicho que no. Hoy empezaremos a vislumbrar con un poco más de conocimiento de causa este particular. Pero que nadie espere que se ilumine del todo el escenario. El sí o el no van a ir para largo. Puigdemont quiere, y se entiende perfectamente que así sea si uno es capaz de ponerse en sus zapatos, saborear todas y cada una de las victorias que el caprichoso mundo de la aritmética parlamentaria le está proporcionando. Como la de ayer, con Yolanda Díaz visitándole, ataviada con ropajes muy similares a los que utilizó para visitar en su día al Santo Pontífice. Pasa el tiempo. Ahora, y por unos días, Su Santidad se llama Carles Puigdemont.

Triunfo histórico de Carles Puigdemont. De delincuente a interlocutor político de primer nivel. De prófugo a vip con quien negociar el futuro de la gobernabilidad de España en el corazón institucional de la vieja Europa. El expresidente de la Generalitat ya tiene uno de los cromos que más ansiaba y que solo el tiempo y la aritmética parlamentaria podían proporcionarle. Ha obtenido el pleno reconocimiento del Gobierno en funciones de España, a través de la vicepresidenta Yolanda Díaz, de toda la legitimidad política e institucional para actuar como kingmaker de la legislatura. Ya sabíamos que esto era así. Pero en política las liturgias son fundamentales y la fotografía de ayer no solo inmortaliza ese reconocimiento, sino que lo hace visible y lo naturaliza a ojos de todos los ciudadanos, independientemente de su posicionamiento ideológico. Digan lo que digan la Moncloa y el PSOE, y aunque el comunicado posterior al encuentro Puigdemont-Díaz fuera en nombre de Junts y Sumar, el posado de ayer ejemplifica la predisposición absoluta a naturalizar plenamente el nuevo papel que ha de jugar el eurodiputado de Junts: el hombre que puede hacer o no de nuevo presidente a Pedro Sánchez.

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