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Sánchez, a la conquista de corazones y mentes en Cataluña
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Josep Martí Blanch

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Sánchez, a la conquista de corazones y mentes en Cataluña

El independentismo —sea el republicano o el juntero— y el PSOE han hecho bien una cosa de cara a sus intereses mutuos: pactar las desavenencias

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Quique García)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Europa Press/Quique García)
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Pedro Sánchez disparó ayer un castillo de fuegos artificiales en Cataluña. Un capítulo más del manual Conquistar corazones y mentes que el presidente español lleva a cabo en la comunidad autónoma que le brindó 19 diputados el pasado 23-J, facilitándole la posibilidad de continuar en la Moncloa. La visita de ayer a Barcelona tenía múltiples objetivos. Había que hablarle al votante socialista catalán, que no acaba de ver claro lo de la amnistía (El Confidencial público el domingo que encuestas internas cifran en hasta 600.000 votos el número de descontentos), y tocaba también remarcar el papel de socio preferente de ERC a través de la reunión con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès.

Una primera consideración sobre la reunión. Tanta cordialidad y entendimiento es un lubricante excelente para los presupuestos que ambos ejecutivos tienen pendientes de aprobación. El Gobierno catalán podrá acabar la legislatura con el apoyo del PSC. Por su parte, Sánchez sabe ya también que puede contar con los republicanos para las suyas. Cuentas por cuentas.

El independentismo —sea el republicano o el juntero— y el PSOE han hecho bien una cosa de cara a sus intereses mutuos: pactar las desavenencias. Eso permite que Sánchez visite Cataluña y niegue ante el presidente de la Generalitat cualquier posibilidad de un referéndum de independencia sin que nadie se sienta incómodo. Y que al mismo tiempo Pere Aragonès añada que eso mismo ya lo había oído del líder del PSOE con la amnistía y que finalmente ahí la tenemos. Pero todo entre risas y parabienes.

Con los desacuerdos de salida fijados —al menos de cara a la opinión pública—, todo lo que se negocia tiene el aire de un work in progress que contenta a unos y a otros. A Sánchez le permite afianzar la idea —al menos en Cataluña— que desarbola la ambición de fondo del independentismo, y a los independentistas, explicar a sus parroquianos que en el camino que lleva a la independencia hay metas volantes en las que conviene parar y abastecerse.

Lo de corazones y mentes no es solo una ocurrencia de columnista. La lengua es un elemento clave en el imaginario nacionalista catalán, y los apoyos o ataques que recibe el idioma siempre despiertan una respuesta emocional. Ayer se cerró un acuerdo para la elaboración de una ley para asegurar que los catalanoparlantes puedan dirigirse en su lengua a la Administración general del Estado. Si se suma que este idioma ya puede utilizarse sin límites en el Congreso y en el Senado, y que se está intentando que el catalán adquiera la categoría de lengua oficial en la UE, habrá que catalogar el esfuerzo desplegado por el PSOE en este ámbito de ingente. Sería este el plano del corazón. Y sí, en Cataluña estas medidas son enormemente bien recibidas por los soberanistas, al tiempo que no generan anticuerpos entre los que no lo son.

Ayer, Sánchez también buscó la mente, el cerebro de los soberanistas. Los invitó a abandonar la idea del referéndum a cambio de profundizar en el asunto de la financiación. La disposición a abrir el melón del dinero no es nueva. Ya quedó clara con los pactos de investidura firmados con Junts y ERC. Aunque no apuntara novedad alguna, más allá de la predisposición a estudiar el tema, Pedro Sánchez quería tirar el cohete de la guita para contraponerlo a la independencia.

Foto: Pedro Sánchez y Pere Aragonès inauguran el superordenador MareNostrum 5 en Barcelona. (Europa Press/Kike Rincón)
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La referencia al despliegue de la Agencia Tributaria Catalana fue relleno, pues ya figura en el Estatuto catalán en vigor, igual que en el de otras comunidades. Sobre este punto, mucho confeti pero poca sustancia. Ayer no se dijo ni que Cataluña saldrá de la Lofca, ni que recaudará todos los impuestos y pactará una cuota de solidaridad, ni que el acuerdo de financiación de esta comunidad será singular y al margen de lo acordado con el resto de las regiones.

Todo por negociar y desde posiciones antagónicas. Pero más allá de la concreción, tan o más difícil que un referéndum, Sánchez acierta —de nuevo pensando en sus intereses en Cataluña— abriendo la puerta a un nuevo sistema de financiación que asegure más recursos a esta comunidad. Es esta una cuestión que viven como necesaria de manera transversal la mayoría de los ciudadanos de Cataluña, voten a quien voten.

Corazones —lengua— y mentes —dinero—. Otra cosa distinta es, en relación con el dinero, el impacto en el resto de España de un nuevo sistema de financiación que beneficie a unos en perjuicio de otros. El rompecabezas va a ser mayúsculo. De momento, Sánchez lo único que ha dicho es que está dispuesto a hablar. Quizá sea esta una de las cuestiones que empiecen a hablarse en la mesa Gobierno-Generalitat heredada de la anterior legislatura y que ayer también se acordó reunir en el primer trimestre de 2024.

Foto: La ministra de Hacienda, María Jesús Montero, antes de presidir el Consejo de Política Fiscal y Financiera (CPFF). (EFE/Chema Moya) Opinión

El resto de las cuestiones acordadas —traspaso de la gestión del ingreso mínimo vital, el impulso de un centro tecnológico de producción de chips o el inicio de los trabajos para el traspaso de Cercanías— vinieron a sumarse como relleno al contenido de la reunión.

Sánchez reaprovecha todo el material si ve que le da resultado. Ayer, volvió a usar la frase “la amnistía pone el contador a cero, pero no es poner la memoria a cero”. Es el nuevo comodín dialéctico del presidente, para recordarles a los independentistas que han de portarse bien y aprovechar la oportunidad que él les brinda para situar sus reivindicaciones en el terreno de lo posible. Lo que pasa es que desde después de las elecciones, todo lo que diga Sánchez ha de ponerse obligatoriamente en cuarentena. Ayer, también uso una frase que seguro que les recuerda a algo: “El referéndum no cabe en la Constitución”. Cambien referéndum por amnistía. ¿A que sí les suena?

Pedro Sánchez disparó ayer un castillo de fuegos artificiales en Cataluña. Un capítulo más del manual Conquistar corazones y mentes que el presidente español lleva a cabo en la comunidad autónoma que le brindó 19 diputados el pasado 23-J, facilitándole la posibilidad de continuar en la Moncloa. La visita de ayer a Barcelona tenía múltiples objetivos. Había que hablarle al votante socialista catalán, que no acaba de ver claro lo de la amnistía (El Confidencial público el domingo que encuestas internas cifran en hasta 600.000 votos el número de descontentos), y tocaba también remarcar el papel de socio preferente de ERC a través de la reunión con el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès.

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