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El mercado funciona

España ha sido la más cicatera con sus empresas a la hora de dar ayudas y la más original en el ámbito fiscal, con un impuesto a los ingresos en lugar de a los beneficios

Foto: Tuberías en un almacén de gas de Letonia, en una imagen de archivo. (Reuters/Ints Kalnins)
Tuberías en un almacén de gas de Letonia, en una imagen de archivo. (Reuters/Ints Kalnins)
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En agosto de 2022, el precio del gas en Europa alcanzó los 339 euros por MWh. En menos de 18 meses, se había multiplicado por 10. Desde entonces, con las oscilaciones propias de un mercado que cotiza diariamente, el precio del gas ha bajado hasta situarse, en marzo de 2023, en unos 40 euros por MWh. Para contrarrestar la crisis, la Unión Europea ha tomado, a lo largo de estos meses, una serie de medidas:

  • Suspensión de la regla de gasto y de la normativa de ayudas de Estado para que los países miembros pudieran establecer programas de ayuda a empresas y consumidores vulnerables.
  • Impuesto extraordinario a las empresas energéticas del 30% sobre los beneficios que superaran en un 20% la media de los últimos tres años.
  • Procedimiento para compras conjuntas de gas.
  • Límite al precio del gas en 180 euros por MWh, siempre que se dieran una serie de condiciones y que el límite de precio no limitara los flujos de gas hacia Europa.
  • Programa voluntario de ahorro con un objetivo del 15%.

Las dos primeras medidas, relativas a ingresos y gastos fiscales, han sido usadas por los diferentes países miembros de la Unión, con mayor o menor amplitud. España ha sido la más cicatera con sus empresas a la hora de dar ayudas y la más original en el ámbito fiscal, con un impuesto a los ingresos en lugar de a los beneficios. Las dos segundas, de carácter más intervencionista, han sido perfectamente inútiles. No hay noticia de ninguna compra conjunta de gas y el precio de intervención no se ha usado ni previsiblemente se usará.

Foto: Foto: Reuters/Pascal Rossignol. Opinión

La clave de la evolución reciente del mercado está en la reducción del consumo. El programa europeo preveía una reducción voluntaria del 15% del consumo en el período comprendido entre agosto de 2022 y marzo de 2023. Con los datos de enero, la reducción alcanza ya el 19%. No deja de llamar la atención el reparto por sectores de la reducción de consumo en las cuatro principales economías de la Unión.

Diez puntos más de reducción del consumo de la industria española que la alemana y veinte más que la francesa tiene relación directa con las escasas ayudas recibidas por la industria española. La excepción ibérica, con buena parte de los españoles subvencionando el consumo para la generación eléctrica, es la causa del sorprendente incremento del volumen de gas para generar electricidad en nuestro país. Subvenciones de los consumidores españoles que han beneficiado a Francia, Portugal y Marruecos.

Originalidades españolas aparte, el consumo de gas en Europa se ha reducido en unos 70 BCM (miles de millones de metros cúbicos), como consecuencia de los elevados precios, que, al superar a los vigentes en el mercado asiático, han permitido el incremento de las importaciones de GNL en 66 BCM. La suma de ambos conceptos supera la reducción del suministro ruso por tubería, que puede estimarse en unos 120 BCM. Como consecuencia, el pasado 20 de marzo los almacenes europeos de gas estaban llenos al 56,9% de su capacidad. En la misma fecha del año pasado el grado de llenado era del 25,7%. La evolución de los precios ha reflejado esta realidad. Dada la voluntariedad del programa comunitario de ahorro y la no aplicación de las medidas que suponían un mayor grado de intervención en el mercado, la conclusión es que el mercado ha hecho su trabajo, razón por la que ahora disfrutamos de precios que no veíamos desde el verano de 2021. A lo largo de la crisis, los gobiernos europeos, con mayor o menor acierto, han procurado corregir los efectos de la evolución de los precios, reduciendo el impacto en los consumidores más vulnerables, individuos o empresas, y minimizando, a través de impuestos, los beneficios extraordinarios de los operadores. Dejar funcionar el mercado y moderar sus efectos ha sido la mejor política posible para transitar por una crisis de elevada virulencia.

Con unos precios más asequibles, la industria y el mercado en general deberían recuperar niveles de consumo más altos

Crisis que no puede darse por terminada. Tres cuestiones añaden incertidumbre a cualquier pronóstico. La primera es la evolución del suministro ruso. Rusia todavía suministra por tubería a Europa unos 40 BCM a través de Ucrania y Turquía. Además, Rusia suministra a Europa 19 BCM de GNL, parte del cual viene a España. En 2022 nos suministró algo más del 12% de nuestro consumo. Dada la evolución del conflicto en Ucrania, cualquiera de las partes —Europa o Rusia— puede decidir la interrupción total o parcial de los flujos de gas. La segunda cuestión es el comportamiento de la demanda europea: con unos precios más asequibles, la industria y el mercado en general deberían recuperar niveles de consumo más altos. El invierno recién terminado ha sido excepcionalmente templado y es difícil que se repita. A favor de un menor consumo de gas contaríamos con la recuperación de la producción eléctrica nuclear francesa y las continuas y crecientes inversiones en generación renovable.

La tercera gran cuestión es la demanda china. En 2022 el consumo de gas en China ha caído un 1% y, lo más importante a efectos europeos, su demanda de GNL se ha reducido en 22 BCM, permitiendo, en un mercado relativamente estrecho como el mercado mundial de GNL, el incremento de la importación europea. De los 66 BCM de importaciones adicionales europeas, un tercio han sido posibles gracias al crecimiento del mercado, otro gracias a la reducción de importaciones chinas y el último gracias a la reducción de importaciones de otros países, entre los que destacarían Japón, Corea y Brasil. Si Xi Jingping quiere hacer un favor a Putin, no tiene más que forzar sus importaciones de GNL. La subida de precios dañaría las economías europeas y reforzaría las arcas rusas.

Foto: Ilustración: EC Diseño.
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Nemesio Fernández-Cuesta

Pronosticar en este escenario no es fácil. Intervienen factores de todo tipo. Las anunciadas ofensivas de primavera en Ucrania y su devenir pueden producir efectos en cualquier sentido. En autocracias, el personalismo de las decisiones escapa a una lógica democrática. Las razones para decidir en un sentido o en otro pueden ser sorprendentes. Lo que sí es una certeza es que, desde la pandemia, la dependencia de los precios europeos de gas del mercado “spot” es muy superior a la que era, con lo que la volatilidad está asegurada y, como hemos visto, la incertidumbre también

En agosto de 2022, el precio del gas en Europa alcanzó los 339 euros por MWh. En menos de 18 meses, se había multiplicado por 10. Desde entonces, con las oscilaciones propias de un mercado que cotiza diariamente, el precio del gas ha bajado hasta situarse, en marzo de 2023, en unos 40 euros por MWh. Para contrarrestar la crisis, la Unión Europea ha tomado, a lo largo de estos meses, una serie de medidas:

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