Es noticia
Sin gente, sin agua y ¿sin futuro?
  1. España
  2. Por si acaso
Nemesio Fernández-Cuesta

Por si acaso

Por

Sin gente, sin agua y ¿sin futuro?

Con un incremento de la esperanza de vida, nuestra actual tasa de natalidad y sin contar con flujos migratorios adicionales, la población española en 2050 será de 42 millones, cinco menos que ahora

Foto: Manifestación de jubilados en Madrid. (EFE/Kiko Huesca)
Manifestación de jubilados en Madrid. (EFE/Kiko Huesca)
EC EXCLUSIVO Artículo solo para suscriptores

A finales de 2022, la población española era superior a los 47 millones, de los que 9,7 millones podían considerarse población dependiente, por tener menos de 16 y más de 64 años. La población activa, aquella que desea trabajar, tenga o no empleo, eran 23,5 millones —un 63% de la población no dependiente—, de los que tres millones estaban en paro.

Con un incremento de la esperanza de vida hasta los 87 años, nuestra actual tasa de natalidad y sin contar con flujos migratorios adicionales, la población española en 2050 será de 42 millones, cinco menos que en la actualidad, de los que 20 millones serán población dependiente. Incluso si suponemos que de los 22 millones de personas no dependientes busca activamente empleo un 80%, 17 puntos más que en la actualidad, la población activa española sería de 17,6 millones, casi seis millones por debajo de la población activa de hoy.

Foto: Un bebé recién nacido en una imagen de archivo. (EFE)

No tendríamos paro, pero seríamos, en términos absolutos, bastante más pobres: a fin de cuentas, la riqueza de una economía es el resultado de la gente que trabaja por su productividad. Si a esta caída de la población añadimos el hecho de que entre el año 2000 y 2021 la productividad de nuestra economía ha caído un 14,7%, podemos imaginar el sombrío futuro que nos espera si no conseguimos revertir esta tendencia y, además, somos cada vez menos. Para cerrar el círculo, si somos más pobres y el porcentaje de población dependiente es cada vez más alto, la sostenibilidad del estado de bienestar será complicada, incluso con una estructura fiscal más onerosa que la actual.

El INE, que realiza proyecciones de población cada dos años, es más optimista: calcula que España tendrá en 2050 una población de 49,9 millones de personas. Para ello, considera que la tasa de natalidad subirá de 1,2 a 1,4 hijos por mujer en edad fértil, la esperanza de vida subirá hasta los 87 años y tendremos un saldo migratorio positivo creciente que, desde algo menos de 200.000 en la actualidad, en 2050 será de 270.000 personas anuales. La AIReF (Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal) ha elaborado un modelo aún más optimista, que cifra la población española en 2050 en 55 millones. Las diferencias con el modelo del INE son el saldo migratorio positivo, que en 2050 calcula en 400.000 personas, y la tasa de natalidad, que en su modelo alcanza 1,9 hijos por mujer en edad fértil.

El INE, que realiza proyecciones de población cada dos años, es más optimista: calcula que España tendrá en 2050 una población de 49,9 M

Las previsiones del INE no solucionan los dos grandes problemas de fondo. Con 49,9 millones y una población dependiente de 22,4 millones de habitantes, la población activa —asumiendo de nuevo una tasa de actividad de la población no dependiente del 80%— sería de 22 millones, inferior en algo menos de un millón y medio a la población activa actual. La sostenibilidad del sistema, con más de una persona dependiente por cada persona activa, también seguiría en entredicho. En 2050, las previsiones de la AIReF mejoran solo marginalmente las del INE. El incremento de población debido al aumento de la tasa de natalidad se traduce en un aumento de la población activa, pero sobre todo en un aumento de la población menor de 16 años. La población activa se situaría en 23 millones, similar a la actual, y la población dependiente estaría por encima de 26 millones. Algo más ricos y el sistema algo menos sostenible, aunque con la esperanza de mejorar en décadas posteriores.

La solución, como hemos visto, pasa por incrementar la natalidad, incrementar el saldo migratorio positivo, incrementar la tasa de actividad de la población no dependiente e incrementar las inversiones que a su vez generen mejoras de productividad. Todas estas variables son a su vez dependientes del crecimiento económico. Si la economía crece y con ella el empleo, crecen la natalidad y la emigración y más gente en edad de trabajar se incorpora al mercado de trabajo. Si la economía crece, mejora el flujo de caja de las empresas y con él la inversión y las posteriores mejoras de la productividad. Una correcta política económica debe, por encima de otros objetivos, enfocarse en maximizar el crecimiento económico y, en segundo lugar, asegurarse de que los beneficios derivados del crecimiento alcanzan a toda la sociedad. El sistema inverso, cargar contra las empresas y repartir a trompicones y con poco criterio, nunca ha funcionado.

Foto: Christine Lagarde, presidenta del BCE. (EFE/Thomas Lohnes)

Esta insistencia en el crecimiento viene a cuento de las crecientes polémicas a costa del agua. Uno de los efectos documentados del calentamiento global que vivimos es la proliferación de periodos de sequía. Todos recordamos sequías: el problema es que ahora se repiten y repetirán con una frecuencia superior. Otro efecto es la virulencia de los fenómenos atmosféricos: llueve de forma torrencial y en áreas concentradas, lo que genera dificultades para retener y aprovechar el agua caída, además de los daños sobre cultivos y poblaciones.

La consecuencia es la falta de agua, que tenderá a ser cada vez más acuciante. Habrá años mejores y peores, pero mantener un crecimiento económico va a requerir un mayor aporte hídrico: a medio y largo plazo, no se trata de optar entre usos alternativos; se trata de, con independencia de la climatología, ser capaces de disponer de un volumen creciente de agua. Se requerirán trasvases, potabilización de agua de mar, depuración y tratamiento de aguas residuales, recrecimiento de embalses y sistemas más eficientes de consumo. El precio, como siempre, será el mejor indicador de escasez, pero los considerados consumos básicos deberán garantizarse en términos económicamente accesibles.

Necesitamos que nuestra economía crezca, ser capaces de crear más empleos estables que sostengan una mejora de la natalidad

La elección no puede ser entre dejar de cultivar o, alternativamente, saquear acuíferos indispensables para la supervivencia de privilegiados entornos naturales. La única opción posible es aportar mayores volúmenes de agua que garanticen el riego y los acuíferos. Necesitamos más población que requerirá más agua. Necesitamos más industria que necesitará más agua. Queremos producir hidrógeno verde, lo que supondrá mayores necesidades de agua. España, en el marco del calentamiento global y de la imprescindible transición energética, no puede permitirse el lujo de no hacer. No puede apostar por el decrecimiento como receta de futuro.

Necesitamos que nuestra economía crezca, ser capaces de crear más empleos estables y de calidad que contribuyan a sostener una mejora de las tasas de natalidad y un incremento de los flujos migratorios positivos, que hagan crecer nuestra población y nos permitan conquistar nuestro propio futuro. Sin más gente, no tendremos un futuro que merezca tal nombre. Tendremos un país más pobre y un estado de bienestar insostenible. Pero no olvidemos que solo seremos más gente si somos capaces de reorientar nuestra política económica hacia el crecimiento económico como prioridad. El crecimiento requiere, hoy y siempre, allegar recursos que lo hagan posible. Recursos que deben estar disponibles con un estricto respeto a las condiciones medioambientales, pero cuya necesidad es insoslayable.

A finales de 2022, la población española era superior a los 47 millones, de los que 9,7 millones podían considerarse población dependiente, por tener menos de 16 y más de 64 años. La población activa, aquella que desea trabajar, tenga o no empleo, eran 23,5 millones —un 63% de la población no dependiente—, de los que tres millones estaban en paro.

PIB Agua
El redactor recomienda