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La guerra por heredar la izquierda (y el fantasma rojipardo)
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Esteban Hernández

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La guerra por heredar la izquierda (y el fantasma rojipardo)

Los movimientos que se están produciendo en distintos partidos apuntan hacia una izquierda distinta, en cuanto a sus actores principales. En ese escenario, se acumulan los clichés

Foto: Marine Le Pen entrará en España por la izquierda, dicen. (Benoit Tessier/Reuters)
Marine Le Pen entrará en España por la izquierda, dicen. (Benoit Tessier/Reuters)

Los movimientos en la izquierda comienzan a ser muy interesantes, aunque solo sea porque supongan una expresión más de las constantes del poder: muerto el rey, los nobles pugnan por heredar el trono. Hay varios de ellos que se perciben con opciones, algunos a la hora de liderar nuevas iniciativas, otros de ganar espacio y otros simplemente de consolidar lo que tienen, de modo que los constantes desplazamientos tácticos van a ser parte del día a día.

Más allá de quién se erija en sucesor, es conveniente subrayar que la izquierda más allá del PSOE es un espacio en recomposición completa. Hay muchos contendientes para poco voto, y todos son conscientes de que una fragmentación mayor, en esta tesitura, les perjudicará.

Suele salir mal

En apariencia, la partida está perfilada entre los herederos de la estructura de Podemos, con Ione Belarra al frente, y Yolanda Díaz, designada sucesora de hecho para la contienda electoral. Pero se trata de un reparto poco real: es como esas empresas familiares que dejan la propiedad a los hijos y la dirección de la empresa a una figura diferente, un poco como El Corte Inglés. Suele salir mal, y este caso no parece que vaya a ser una excepción.

La primera pregunta es qué va a hacer IU una vez que Iglesias no está, ya que si hubiera tensiones, tendría que decantarse entre Belarra y Díaz

Yolanda Díaz tiene una visión propia y sabiéndose, en este instante, la cara más visible y popular de un proyecto que ha quedado vacío con la marcha de Iglesias, es complicado que acepte las imposiciones de un aparato muy débil, como es el de Podemos tras la salida de Iglesias. Los herederos aspiran a mantener la escasa estructura que les queda, y desde ahí seguir controlando agendas y puestos, pero no lo van a tener nada fácil.

Foto: Pablo Iglesias, en la noche electoral del 4-M. (EFE)

Pero esta pugna cuenta con algunos elementos más, porque el apoyo que había tenido Iglesias por parte de Izquierda Unida, de la mano de Enrique Santiago, puede desaparecer ahora. Habría una primera pregunta, la de qué va a hacer IU una vez que Iglesias no está, ya que tendría que decantarse, si hubiera tensiones expresas, entre Belarra y Díaz. La segunda pregunta, que es importante, es qué va a ocurrir con Enrique Santiago: una vez perdido el apoyo por arriba, como era Iglesias, es probable que pierda también el apoyo por abajo. Quienes aspiran a llegar al poder en IU, que también buscarán un giro, son conscientes de que el momento de debilidad de Santiago es grande, de modo que es probable que, en su salida, Iglesias arrastre a Santiago.

Un pivote importante

Tendríamos pues tres fuerzas en juego en el espacio Podemos, caso de Belarra, IU y Díaz, a las que se añadiría una muy importante, los sindicatos (y en especial CCOO), cuya estructura, por precaria que sea respecto de tiempos pasados, continúa siendo mucho mayor que la de Podemos y mayor que la de IU. Pueden ser el pivote decisivo y tampoco sería sorprendente que decidieran apoyar en esa sucesión a Yolanda Díaz, de modo que la recomposición de la izquierda pase por su conversión en una fuerza sindical.

La manera de articular fuerzas tan dispares es una incógnita, pero ya ha salido a relucir el término 'confederación de las izquierdas ibéricas'

Por si fuera poco, hay unas cuantas variables más en la ecuación. Una de ellas es Más Madrid, con las aspiraciones de Errejón de convertirse en el líder de un partido claramente nacional. Pero Más País tiene varios problemas para desarrollarse: la figura de su líder solo funciona de verdad en Madrid, ya que cuenta con el desgaste de haber formado parte de Podemos y el que le ha generado su escaso arrojo político, y la clase social que le es propia, la burguesía bohemia, solo existe como tal en Madrid y Barcelona. Su opción para tener recorrido nacional, y alcanzar un número de diputados en el futuro que le permita tener influencia real en la política, parece pasar por alianzas con fuerzas periféricas, como Compromís, Adelante Andalucía, o incluso BNG y los comunes. La manera política de articular fuerzas tan dispares ideológicamente es una incógnita, pero ha salido a relucir ya el término 'confederación de las izquierdas ibéricas'.

Las maniobras internas en el errejonismo

Pero démosle una vuelta de tuerca más. El éxito de Más Madrid no se debe tanto a Errejón como a Mónica García y a la tarea de oposición que el partido ha llevado a cabo en ayuntamiento y comunidad durante estos años, que le han dado una credibilidad que los madrileños han sabido apreciar. Errejón se fue el Congreso para tener visibilidad nacional, lo que tenía sentido si el plan consistía en quedarse con el espacio de Podemos una vez fracasase, pero se quedaba al descubierto en su principal y casi único activo, Madrid. Y ahí le pueden surgir problemas: la oposición interna puede crecer, en la medida en que Errejón ha concentrado el poder y sus compañeros, y sobre todo compañeras, de partido son conscientes de que Más Madrid no se basa únicamente en el líder. Querrán un mayor y mejor reparto del poder, máxime cuando algunos de los perfiles de la formación tienen mucha experiencia en maniobras internas.

La recomposición nacional de la izquierda a la izquierda del PSOE en un solo espacio sería conveniente. Todos los optantes lo pretenden

En este escenario, Adelante Andalucía afirma que se presentará como fuerza en solitario a las elecciones generales, y a las europeas y a las que hagan falta, porque saben que su capacidad de tener algún peso en futuras alianzas pasa por afianzar lo único que tienen, su territorio: si alguien quiere algo del pastel andaluz, ya sabe a qué teléfono llamar. Compromís se deja querer por unos y otros, al igual que les pasa a los comunes, que están abiertos a muchas posibilidades. En fin, cada una de las formaciones periféricas trata de afirmarse en lo que controla a través de un movimiento defensivo que le garantice una buena posición para futuros pactos.

Foto: La líder andaluza de Anticapitalistas, Teresa Rodríguez, presenta Adelante Andalucía. (EFE)

Las sorpresas del futuro

Esta fragmentación, típica de momentos de debilidad, solo cuenta con una opción real y efectiva, la reunificación de fuerzas en un espacio único. El nivel de voto apenas da para tantos jugadores, de modo que una recomposición nacional de la izquierda a la izquierda del PSOE en un solo espacio sería conveniente. Todos los optantes lo saben, y todos aspiran a ello. Ahora parece improbable, ya que están divididos entre una izquierda verde, la de Errejón, y una izquierda roja, la de Yolanda Díaz, que parecen difícilmente reconciliables. Pero eso es ahora; no olvidemos que todos los participantes en este juego vienen de donde vienen, y el posibilismo es una cualidad que saben manejar. Podemos, sin ir más lejos, fue en sus inicios el paraguas en que se recogió un montón de fuerzas ideológicamente dispares y dispersas, y quizás en esta ocasión no sea el asalto a los cielos, sino la simple supervivencia lo que obligue a ello. En este sentido, puede que el futuro acabe trayéndonos sorpresas: si los meses previos a las elecciones Yolanda Díaz estuviera fuerte y Más País no terminase de arrancar, es más que probable que parte del aparato de Más Madrid intentase tejer una alianza, aunque fuera a costa de que Errejón perdiera el liderazgo del nuevo espacio. O, si fuera al revés, no sería de extrañar que parte de IU maniobrase para acercarse a la izquierda verde. Los movimientos que vendrán desde la izquierda tienen una clave insoslayable: el rey se ha marchado, los nobles pugnan por el poder, y los aliados de unos y otros, por salir ganando en el nuevo reparto.

El fantasma rojipardo

En estos momentos de tensión, debilidad y fragmentación de la izquierda, de pérdida de peso e influencia social, es llamativo que, de lo que menos se esté hablando, es del corpus ideológico, de qué dirección, de qué opciones, de qué proyectos se van a instigar. Las discusiones son sobre líderes, peleas internas, alianzas y demás.

Foto: La escritora Ana Iris Simón en la presentación de la iniciativa 'Pueblos con futuro', ante Pedro Sánchez el pasado sábado en Madrid. (EFE)

Y es curioso que, en todo este entorno, resurja con fuerza el fantasma rojipardo, al hilo del discurso de Ana Iris Simón. Probablemente porque donde más cómoda se siente buena parte de la izquierda es en la alerta antifascista, y ahora tratan de aplicarla a los suyos. Que las declaraciones de una escritora sean convertidas en el regreso del falangismo y en el peligro real de que la extrema derecha lepenista entre en España por la izquierda, no deja de ser sintomático de los clichés en los que vive buena parte de la izquierda. Y más aún cuando las opciones españolas de ese espectro ideológico son todas o regionalistas o nacionalistas, y no se comprende bien por qué lo que vale para lo menos es criticable para lo más. Mientras luchan contra el fascismo y el nacionalismo, intentarán agarrarse a los puestos que queden. Constatemos el instante: la izquierda es una opción política que va hacia abajo en apoyo electoral, y debe, una vez más, construir las bases de su futuro. Para eso hacen falta visión, perspectiva, comprensión del momento, posicionamientos ideológicos. Justo lo que no se ha hecho hasta ahora, y menos aún en estos 10 últimos años. Mientras tanto, y como de costumbre, imperan los movimientos tácticos. La discusión sobre Ana Iris Simón solo encubre esa pobreza.

Los movimientos en la izquierda comienzan a ser muy interesantes, aunque solo sea porque supongan una expresión más de las constantes del poder: muerto el rey, los nobles pugnan por heredar el trono. Hay varios de ellos que se perciben con opciones, algunos a la hora de liderar nuevas iniciativas, otros de ganar espacio y otros simplemente de consolidar lo que tienen, de modo que los constantes desplazamientos tácticos van a ser parte del día a día.

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