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¿La UE entra en una nueva fase? Macron afirma que no somos vasallos de EEUU
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Esteban Hernández

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¿La UE entra en una nueva fase? Macron afirma que no somos vasallos de EEUU

A su regreso de Pekín, donde se entrevistó con Xi Jinping, el presidente francés ha realizado unas declaraciones que han causado sorpresa y que señalan aspectos cruciales del futuro europeo

Foto: Xi Jinping y Emmanuel Macron. (EFE/EPA/Huang Jingwen)
Xi Jinping y Emmanuel Macron. (EFE/EPA/Huang Jingwen)
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Consideradas en su literalidad, las declaraciones de Emmanuel Macron tras su viaje a China son bastante serias. El punto de partida, su insistencia en la autonomía estratégica europea, es sobradamente conocido, como lo es su mínima traslación a la realidad. Puede que estas afirmaciones rupturistas formen parte de lo mismo y se queden en propósitos que no se traducen en hechos palpables. O quizá no, y Macron esté enviando señales de que algo está cambiando.

Lo que dijo el presidente francés en sendas entrevistas en Les Echos y Politico es relevante: habla de vasallaje respecto de EEUU, de desdolarización en un instante en que China y Rusia la están promoviendo activamente (aunque con un recorrido limitado); también de la necesidad de frenar con Taiwán, porque el incremento de la hostilidad supondría “actuar al ritmo elegido por otros”. Señala que “los europeos tenemos que despertar”, que vamos contra reloj, y que si tardamos mucho en reaccionar, podemos despertar atrapados “en un mundo disruptivo y en crisis que no son las nuestras”.

Foto: La presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, tras una cumbre UE-China. (EFE/EPA/Pool/Yves Herman)

Podemos convertirnos en un tercer polo entre China y Rusia, aseguró el presidente galo, y, para conseguirlo, no debemos depender de otros en áreas críticas como energía, defensa, redes sociales e inteligencia artificial. Hay una línea que reúne reindustrialización, clima y soberanía y “esa será la batalla de los próximos 10 a 15 años”, apostilla.

Las dos fases

Hay varios aspectos muy relevantes en las declaraciones de Macron. El primer asunto, de notable importancia, es el cambio de posición en la relación con EEUU. Ocurrió algo similar tras el 11-S. El anuncio de la guerra contra Afganistán fue secundado por una mayoría de países. Europa se puso inequívocamente del lado de EEUU y apoyó la intervención bélica. No se percibía una relación directa entre el régimen afgano y los atentados, pero dado que el yihadismo se había convertido en una gran amenaza y los líderes afganos lo estaban apoyando, nadie puso reparos a la invasión. Tiempo después, el foco se puso sobre Irak. EEUU promovió una nueva guerra al insistir en la existencia no probada de armas de destrucción masiva en ese país y el peligro para el mundo que suponía el liderazgo de Sadam. Europa se rompió en dos bloques: el eje central, el franco-alemán, se negó a secundar la invasión, y Reino Unido y España se hicieron la foto de las Azores con Bush Jr. Lo que en la fase 1, Afganistán, fue un apoyo decidido, en la fase 2, Irak, se convirtió en una brecha insalvable.

Rusia es una cosa y China otra. Ni Francia ni Alemania están dispuestas a separarse mucho de Pekín, dados los perjuicios económicos

Algo parecido puede estar sucediendo ahora: con la invasión rusa, Europa en bloque se puso del lado de la OTAN y decidió apoyar incondicionalmente a Ucrania. Pero China es otra cosa, y Alemania y Francia no están dispuestas a separarse de Pekín a causa de Taiwán, y más aún con los evidentes perjuicios económicos que supondría. Del mismo modo que hace 20 años el eje franco-alemán se opuso a la perspectiva adoptada por EEUU y Reino Unido, ahora sería Polonia el país continental más afín a los estadounidenses. Esa división europea no se ha producido todavía, porque Alemania vive en una indecisión permanente, pero cada vez da más muestras de que quiere una solución al problema de Ucrania que no pase por una guerra enquistada, y que no se produzca una separación de China: una vez roto su suministro energético barato, sufriría perjuicios en el comercial.

La financiación de la estrategia

El segundo aspecto tiene que ver con un alejamiento más grave. Para Macron, el tiempo es fundamental, ya que la trampa para Europa consistiría en quedar atrapada en “una disrupción mundial y en crisis que no son las nuestras”. Para evitarla, habría que acelerar la autonomía estratégica y asegurar la financiación de nuestras economías, y, en ese trayecto, Europa “no debe depender de la extraterritorialidad del dólar”. Este aspecto es muy sensible para EEUU, en especial cuando China y Rusia han iniciado un proceso de desdolarización que, si bien es parcial e incipiente, resulta una amenaza evidente al arma más poderosa de EEUU, el dólar. Diversos analistas anglófonos, y algunos políticos, como el republicano Marco Rubio, uno de los halcones en la lucha contra China, se han mostrado hostiles con Macron por enunciar algo de este calibre.

La autonomía estratégica requiere dar pasos adelante en el proyecto europeo, en especial en materia fiscal, y la UE no está en eso

En tercer lugar, el propósito enunciado por Macron, además de con la fragmentación europea y la animadversión estadounidense, debe lidiar con una dificultad sustancial: la financiación. Una acción decidida en defensa, energía y nuevas tecnologías, áreas que el presidente francés señala como prioritarias, requiere de inversiones y Francia, como la gran mayoría de Europa, está endeudada. Pueden darse tentativas en términos nacionales, y Alemania tiene todavía el capital para hacerlo, pero esa persecución de los intereses propios crearía tensiones muy grandes en el seno de la UE. Lo lógico sería plantear acciones a gran escala en toda la eurozona, pero eso significaría dar pasos adelante en el proyecto europeo, en especial en materia fiscal, para lo que falta decisión en la UE.

Foto: Emmanuel Macron, Xi Jinping y Ursula von der Leyen, en Pekín, el 6 e abril. Ludovic Marin / REUTERS

Otra opción consistiría en recortar el gasto en algunas áreas para invertir en otras, pero eso es justo lo que ha llevado media Francia a la movilización. La tentación está ahí: recortar el estado de bienestar e imponer una política económica que haga recaer sobre las clases medias y las trabajadoras europeas las inversiones necesarias sería un error notable, pero Macron lo está transitando. En última instancia, lo que el presidente francés enuncia, para ser llevado a cabo, precisa de la apuesta por políticas económicas diferentes de las actuales. Implica otra mentalidad, y Macron no ha dado pistas de que vaya a dar pasos en esa dirección.

La contradicción estadounidense

Por último, y esto no es menos importante, no hay que olvidar que la contradicción de fondo va más allá de Francia y Europa, y alcanza en especial a EEUU. Macron afirma que la política de Biden es muy similar a la de Trump, porque forma parte de una lógica transpartidista que define el interés estadounidense como primera prioridad, China como la segunda y el resto como menos importante. Biden puede tener una actitud distinta y valores diferentes a los de Trump, pero sus prioridades son las mismas. Sin embargo, el problema está en definir cuáles son los principales intereses estadounidenses, y también en ese terreno hay una división interna.

Foto: Joe Biden, presidente de Estados Unidos. (EFE/Yuri Gripas)

Hay parte de la élite estadounidense que desea una posición más firme con China, ahondar en el proceso desglobalizador y demostrar con más decisión su poder. Hay otra parte de sus élites que desea una reglobalización o, como máximo, una desglobalización suave. Se trata de sectores que obtienen muchos más beneficios cuando el comercio internacional funciona, las interrelaciones son frecuentes y los mercados no se ven sujetos a restricciones. Ese enfrentamiento entre dos mentalidades, que podrían denominarse la militar y la financiera, está presente hoy en EEUU. Y la segunda está bastante cerca de la visión de Francia y de Alemania sobre cómo dirigir este momento: no desean desvincularse de China ni romper el orden comercial internacional, ya que en él han prosperado enormemente.

Todos estos aspectos han salido a relucir en las entrevistas que concedió Macron a Les Echos y a Politico. Sin embargo, hay algo de ellas que no conocemos. Politico añadió un párrafo al final de su texto en el que advertía a los lectores de que el Elíseo revisó las declaraciones realizadas por el presidente, como suele hacer, y decidió eliminar partes de la entrevista. Algo se está moviendo en Europa, pero quizá no es el momento de hacerlo demasiado explícito.

Consideradas en su literalidad, las declaraciones de Emmanuel Macron tras su viaje a China son bastante serias. El punto de partida, su insistencia en la autonomía estratégica europea, es sobradamente conocido, como lo es su mínima traslación a la realidad. Puede que estas afirmaciones rupturistas formen parte de lo mismo y se queden en propósitos que no se traducen en hechos palpables. O quizá no, y Macron esté enviando señales de que algo está cambiando.

Emmanuel Macron Xi Jinping Joe Biden Conflicto de Ucrania
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