Segundo Párrafo
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El último error de Inés Arrimadas
Arrimadas está reeditando en los últimos días un giro a la derecha mucho más explícito del que hacía el abogado del Estado que encabeza la candidatura madrileña
A Inés Arrimadas se le ha vuelto a atascar la bisagra. En plena campaña del 4-M, la líder de Ciudadanos anuncia que su partido solo puede girar para un lado. Al derecho. Arrimadas dejó claro ayer, en la entrevista que le hizo Carlos Alsina, que tras las elecciones madrileñas aspira únicamente a que Cs reedite el pacto con Isabel Díaz Ayuso. Descarta cualquier acuerdo con el socialista Ángel Gabilondo.
El candidato de Ciudadanos a la Asamblea de Madrid, Edmundo Bal, empezó hace tres semanas la campaña prometiendo que un voto a Cs garantizaría que en el Gobierno madrileño no entrarían ni Vox ni Podemos. Esa era la apuesta inicial que Bal repitió como en varios actos de campaña. Sonaba a bisagra centrista que, en caso de acuerdo con el partido ganador, se comprometía a expulsar de cualquier trato a los extremos.
Sin embargo, Arrimadas está reeditando en los últimos días un giro a la derecha mucho más explícito del que hacía el abogado del Estado que encabeza la candidatura madrileña. Mucho más precipitado también que la mayoría de partidos, que aún no han querido desvelar sus hipotéticos pactos con la típica ambigüedad del "salimos a ganar y el resto ya se verá".
El mensaje central del partido naranja sigue siendo la moderación, pero ahora se limita a prometer que Cs es el único que puede evitar que Vox entre en el Gobierno de Ayuso. Aunque eso también podría lograrlo, sin embargo, una mayoría absoluta del PP. La presidenta madrileña, por su parte, no desvela si estaría dispuesta o no a pactar con los de Abascal.
Desde el cataclismo murciano, Arrimadas no ha dudado en llamar a Ayuso irresponsable por adelantar las elecciones madrileñas. También acusa al PP de tapar la corrupción en Murcia comprando voluntades. ¿Y qué es entonces lo más ilusionante que promete a sus votantes Cs? Volver a hacer presidenta a una gobernante que ella misma ha calificado de irresponsable y con un partido al que acusa de deslealtad y corrupción. Su mayor reclamo es, claro, que la alternativa es peor.
Cuesta entender la utilidad de este movimiento estratégico ni cómo va a ayudar a Ciudadanos a seducir a los 600.000 indecisos que decidirán las elecciones madrileñas, muchos de ellos antiguos votantes suyos en 2019 que, al menos en las encuestas, ahora dudan qué hacer. Sobre todo, porque los que menos dudan son los votantes de Cs que aspiran a que Ayuso sea presidenta. Según todas las encuestas, la actual presidenta es la que capitaliza ya la mayor fuga del voto naranja.
El PSOE, sin embargo, a diferencia de lo que pasó en las elecciones catalanas, no logra en Madrid seducir a los votantes descontentos de Cs. Sin embargo, Arrimadas ha dado la espalda a todos esos indecisos que no quieran a Ayuso en el Gobierno ni tampoco a Podemos y a los que inicialmente Bal sí parecía dirigirse. A Gabilondo, Cs no lo quiere moderar.
Las campañas electorales siempre tienen algo de aspiracional, de invitar al votante a soñar. Y prometer la reedición de un Gobierno que saltó por los aires cuando Ayuso expulsó a todos los consejeros de Cs de la coalición y adelantó las elecciones a espaldas de su socio, no sé yo si parece uno muy ilusionante. Además, es precisamente entre potenciales votantes de PP y Vox donde la valoración de Arrimadas más se ha desplomado tras la fallida moción de censura de Murcia, según el CIS de abril.
Cs no necesitaba revelar ya sus cartas de forma tan específica dirigiéndose exclusivamente al votante que quiere para Madrid un Gobierno de derechas, sobre todo viendo los problemas que el PSOE está teniendo para movilizar a la parte de su electorado descontenta con la coalición.
Cuando Alsina le preguntó a Arrimadas, qué ofrece su partido como garantía contra radicalismos, si Gabilondo le parece más radical que Ayuso, la presidenta de Cs calificó de “amable” al candidato socialista, pero recordó que va en 'pack' con Iglesias y Más Madrid. Además, alegó que el candidato real del PSOE no le parece que sea Gabilondo sino Sánchez, algo que por otro lado no puede extrañar viendo cómo Moncloa ha colonizado la campaña de Gabilondo.
Pero no queda claro cómo es que Arrimadas no está dispuesta a negociar con Gabilondo porque detrás esté Sánchez, si fue ella quien negoció con el mismísimo Sánchez los Presupuestos. Entonces, el argumento era que Cs quería servir para que el PSOE no se escorase más hacia Podemos. Arrimadas le tendía a Sánchez aquella mano desde el centro como si lo estuviera sacando de unas arenas movedizas. Parecía su gran apuesta para distanciarse definitivamente del Cs de Rivera.
Arrimadas decía hace unos meses que en la pandemia había que ser pragmáticos y minimizar el peso de los extremos, sin reducir el panorama político a dos bloques impermeables. Pero su bisagra ha vuelto a encasquillarse al inicio de la campaña electoral madrileña con la confirmación de que solo aspira a girar a la derecha. Será porque interpreta que fue aquel último acercamiento al PSOE lo que le está lastrando en las encuestas. No sería la primera vez que Ciudadanos comete errores de cálculo. La diferencia con el 4-M es que, si esta vez tampoco acierta, puede que este sea el último.
A Inés Arrimadas se le ha vuelto a atascar la bisagra. En plena campaña del 4-M, la líder de Ciudadanos anuncia que su partido solo puede girar para un lado. Al derecho. Arrimadas dejó claro ayer, en la entrevista que le hizo Carlos Alsina, que tras las elecciones madrileñas aspira únicamente a que Cs reedite el pacto con Isabel Díaz Ayuso. Descarta cualquier acuerdo con el socialista Ángel Gabilondo.
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