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La gran vergüenza de país de la que olvidó indignarse el Congreso
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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La gran vergüenza de país de la que olvidó indignarse el Congreso

Con tantas ganas de indignarse como hay en este país, es sorprendente que no elijamos para ello que en España ser menor de 18 años y no ser pobre es cada vez más difícil

Foto: Enrique Santiago se dirige a la bancada de Vox. (EFE/Javier Lizón)
Enrique Santiago se dirige a la bancada de Vox. (EFE/Javier Lizón)
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Nos estamos indignando mucho por cómo sube el tono de irritación del debate político y porque desde los escaños vemos a diputados que son llamados al orden mientras supuran insultos desde la tribuna. El bochorno da mucho juego en los medios. Pero más indignante que ver a sus señorías indignarse por tantas cosas es no verlos indignarse lo suficiente por otras. Y ya que últimamente la política va de indignarse, tratemos por lo menos de indignarnos bien. Anda que no hay motivos, ¿verdad? Pues hay uno que no nos está indignando lo suficiente.

¿O no deberíamos indignarnos más porque haya un millón de niños en España tengan que estar en casa con el abrigo puesto porque viven sin calefacción? Ni comen suficiente fruta, ni carne ni verduras. A sus padres no les llega el dinero. Y esa pobreza se va heredando, porque la pobreza temprana es lo que más lastra las oportunidades futuras.

Foto: Una mujer sostiene una muñeca durante una distribución de juguetes donados en Madrid. (Reuters)

¡La pobreza infantil en España está aumentando, señorías! Y es indignante lo poco que indigna que buena parte de las medidas destinadas a remediarlo hayan vuelto a posponerse esta semana. Qué interesante hubiera sido ver a sus señorías soliviantarse por las cifras que daba esta semana Save the Children en su último informe, al tiempo que la Ley de familias que planteaba el cheque de 100 euros al mes para ayudar en la crianza se estancaba de nuevo, víctima de las disputas internas de la coalición de Gobierno. No, no hubo gritos en la tribuna por ello, pero podría haber sido algo así:

—¡El 40% de las familias no puede ponerles gafas o prótesis a sus hijos ni llevarlos al dentista!

—¡Menuda vergüenza de país! ¡Esto es intolerable!

—¡Les llamo al orden, señorías!

¿Acaso no es indignante que España sea el segundo país con mayor tasa de pobreza infantil de Europa solo por detrás de Rumanía? El año pasado éramos el tercero, así que debe de ser que ya hemos adelantado a Bulgaria, pero como esta eliminatoria no sale en prime time es difícil pedir el VAR de esta siniestra clasificación. La de la pobreza infantil en España está aumentando, pero no es una de las competiciones internacionales que ayuda a vender teles de 75 pulgadas. Ni siquiera está claro que se televise en la campaña electoral.

En realidad, de la pobreza infantil sí que se suele hablar en elecciones, se hacen fotos y todo con las propuestas y a veces hasta alguna foto con niños pobres bien aseados. Lo que pasa es que como todos los partidos están en contra de la pobreza, no suele dar mucho juego en narrativas cada vez más adictas al conflicto. Para lograr titulares son mejores las leyes que tienen una bancada a favor y otra en contra. Pero como todos están tan en contra de la pobreza infantil, a menudo en el Congreso se olvidan de discutir de ella.

"Lo que pasa es que como todos los partidos están en contra de la pobreza, no da mucho juego en las narrativas adictas al conflicto"

En este año que empieza sin duda volveremos a escuchar propuestas, muchas de ellas ya estaban sobre la mesa en 2019. Salen y entran en el cajón como cada campaña electoral. Este Gobierno prometió el año pasado la mayor inversión de la historia contra la pobreza infantil, pero como aún no se ponen de acuerdo en los detalles, las prestaciones siguen sin aprobarse. La Ley de Familias, la que más prometía avanzar en la reducción de la pobreza infantil antes de 2023, se ha vuelto a posponer en el Consejo de Ministros. El Ingreso Mínimo Vital, aprobado por este Gobierno, es lo que más ha permitido avanzar, pero Save the Children advierte de que el 73% de las familias en extrema pobreza todavía no llega a recibirlo.

Viendo la urgencia reciente de este Gobierno en armonizarnos con otros países en leyes como la de la sedición, bien podríamos dedicar un ratito más del debate público a exigir armonizarnos con países como Alemania, Suecia y Estonia, que ya garantizan plaza en la escuela infantil cuando acaban los permisos de maternidad y paternidad. O de Bélgica, que puso en marcha un programa de acceso a las escuelas infantiles para familias vulnerables y consiguió que los menores de 5 años dupliquen su escolarización. Esta es una de las maneras más eficaces de reducir la pobreza futura.

Foto: Foto: Unsplash.

No lo está en el debate mediático, pero la lucha contra la pobreza sí está muy presente en el centro del debate de las políticas públicas en España. Al menos en el ámbito académico. Se suceden informes y propuestas, como las presentadas este mes por las economistas Sara de la Rica y Lucía Gorjón en un estudio de ISEAK, en el que insisten que son los menores de 18 años los que sufren las tasas de riesgo de pobreza y extrema pobreza más elevadas en España. Y proponen diferentes soluciones.

España, claro, tiene problemas específicos por la elevada tasa de paro, ya que la inestabilidad laboral y la falta de empleo son los principales factores generadores de pobreza. No hay una única medida que resuelva el problema de la pobreza infantil de raíz. Las expertas proponen una estrategia que involucra tanto al Gobierno como a las autonomías. Faltan desde ayudas temporales para sufragar los costes de suministros básicos y alquileres, hasta diseñar nuevas prestaciones regionales que detecten a la población en extrema pobreza que no solicita el Ingreso Mínimo Vital, o porque lo desconocen o porque no saben cómo.

Faltan ayudas temporales para los suministros básicos o nuevas prestaciones regionales que detecten a la población en extrema pobreza

Si hace falta el conflicto para que sus señorías presten atención a la urgencia de mejorar las políticas públicas para la erradicación de la pobreza, siempre pueden aprender de los estudios académicos y discutir si prefieren unas políticas sociales a la Beveridge (no necesariamente vinculadas al empleo o la cotización) o a la Bismark (centradas en el trabajo y la vinculación a la Seguridad Social). O si para atajar la pobreza infantil es más urgente apostar por medidas de carácter fiscal en el impuesto de la renta o más universales con prestaciones directas. No parece probable, desde luego. Pero algo habrá que hacer para llamar la atención sobre este problema creciente al que estamos demasiado acostumbrados a ignorar.

Con tantas ganas de indignarse como hay en este país, es sorprendente que no elijamos para ello que en España ser menor de 18 años y no ser pobre es cada vez más difícil.

Nos estamos indignando mucho por cómo sube el tono de irritación del debate político y porque desde los escaños vemos a diputados que son llamados al orden mientras supuran insultos desde la tribuna. El bochorno da mucho juego en los medios. Pero más indignante que ver a sus señorías indignarse por tantas cosas es no verlos indignarse lo suficiente por otras. Y ya que últimamente la política va de indignarse, tratemos por lo menos de indignarnos bien. Anda que no hay motivos, ¿verdad? Pues hay uno que no nos está indignando lo suficiente.

Riesgo de pobreza
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