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España-Marruecos: ¿una frontera inteligente?
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Marta García Aller

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España-Marruecos: ¿una frontera inteligente?

Tras todos los favores a Marruecos, cesión del Sáhara y cese de la ministra Laya incluidos, las contrapartidas obtenidas por España siguen siendo escasas, difusas y reversibles

Foto: El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. (EFE/Mariscal)
El ministro del Interior, Fernando Grande-Marlaska. (EFE/Mariscal)
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Un par de días antes de que el presidente Sánchez comparezca hoy en el Congreso para informar sobre la relación hispano-marroquí, el ministro Marlaska fue hasta Melilla para anunciar ante la prensa española que a partir de septiembre España y Marruecos tendrán una frontera inteligente. Para evitar cualquier malentendido, conviene aclarar que por inteligente el ministro del Interior se refiere a poner en el paso Beni-Enzar una frontera más digitalizada. Esa es la inteligencia, la tecnológica, de la que puede presumir España con Marruecos.

En lo que se refiere a la inteligencia humana, la relación de España con Marruecos no deja mucho de lo que presumir últimamente. Inteligente no parece que el presidente Sánchez destituyera a la ministra de Asuntos Exteriores a petición del vecino autoritario, según revela hoy Ignacio Cembrero en El Confidencial. Más que un gesto de buena voluntad como condición previa para el diálogo, como lo planteó Marruecos, parece más bien la cesión a un chantaje. Otro.

Foto: Arancha González Laya. (EFE)

Esa petición de la cabeza de González Laya es el fruto de otra decisión que no muy inteligente diplomáticamente hablando: acoger a Brahim Ghali, el líder del Frente Polisario, cuando estaba enfermo de covid, a espaldas de Marruecos, en un hospital de Logroño. Poco inteligente fue además dejar que Marruecos se enterase de que Ghali estaba en España por un chivatazo de sus servicios secretos y no por una comunicación oficial.

¿Y cómo se enteró Marruecos? No está del todo claro, pero digamos que mucha inteligencia no se deduce de no haber tenido los dispositivos móviles del Gobierno a salvo de programas maliciosos como Pegasus.

Es probable que el presidente Sánchez rehúya hablar hoy de esto último en su comparecencia en el Congreso, donde seguramente prefiera presumir de que España y Marruecos viven una época dorada de reconciliación en la que la inmigración ilegal decrece y el comercio florece.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, y su homólogo marroquí, Aziz Akhannouch. (EFE/Jalal Morchidi)

Según datos del Ministerio del Interior, este año han entrado de forma irregular 5.208 personas, un 44% menos que en el mismo periodo de 2022. Seguramente Sánchez aproveche para presumir de que todo esto es gracias a que su política ha mejorado las relaciones con Marruecos, pero se olvide de reconocer que, según la Comisión Europa, desde el año pasado se han reducido las salidas irregulares desde todos los países hacia España. El año pasado disminuyó la inmigración irregular desde Marruecos a partir de abril, que es cuando Sánchez fue a Rabat a sellar la paz. Pero también disminuyó desde Argelia, que es el país con el que desde entonces estamos en crisis.

Es verdad que el comercio va bien con Marruecos. También es verdad que esta tendencia empezó hace más de una década. Desde 2012, España es el primer socio comercial de Marruecos. Lo que sí es nuevo es el hundimiento del comercio de España con Argelia. Aunque el presidente puede que se olvide de hablar de este vecino. Muy inteligente no parece haber arruinado las relaciones con este país por el volantazo con el Sáhara en plena crisis energética. Enfadar a Argelia, además de una crisis diplomática, supone el desplome de nuestra balanza comercial.

Foto: Sánchez y Mohamed VI en Rabat, en abril. (EFE/Mariscal)

Es difícil, pero no perdamos la esperanza, que el presidente dedique un rato a explicar las motivaciones que le llevaron hace un año a ese cambio de posición sobre el Sáhara, sin contar con el Congreso, ni con su propio partido, ni con nadie.

Sin conocer los detalles, es difícil saber si fue inteligente, pero desde luego lo que no fue es muy transparente cambiar la política del Sáhara a espaldas del Consejo de Ministros, del Congreso de los Diputados y de la opinión pública española, que se enteró por una carta mal traducida y filtrada por Marruecos de Sánchez a Mohamed VI, de la que el Gobierno se niega aún a entregar una copia.

No calcular que Mohamed VI filtraría esa carta a traición, por su propio interés, muy inteligente tampoco fue. Igual que no haber calculado cuánto podía enfadarse Argelia por la cesión del Sáhara a Marruecos a sus espaldas y porque el ministro Albares dijera primero que sí había informado de esa carta a Argelia, para que luego Argelia lo negara.

Foto: Pedro Sánchez, durante una rueda de prensa desde Rabat. (EFE/Archivo/Mariscal)

A no ser que el presidente nos sorprenda en el Congreso con una explicación aún inexistente que aclare todo esto, lo menos inteligente de todo sigue pareciendo que tras todos los favores a Marruecos, cesión del Sáhara y cese de la ministra Laya incluidos, las contrapartidas obtenidas por España sigan siendo tan difusas.

A cambio de tantos gestos con Marruecos, lo obtenido por la diplomacia española parece escaso y, sobre todo, peligrosamente reversible. Solo 24 horas y un enfado tonto le bastan a Marruecos para abrir las compuertas de la inmigración ilegal con la que acostumbra a presionar a España cuando le conviene.

En la última crisis migratoria, la de hace 10 meses, murieron varias decenas de personas intentando cruzar la frontera de Melilla. Marlaska se limitó a negar que esas muertes se produjeran en España, aunque alguna investigación periodística ha aportado pruebas de lo contrario. De eso es difícil que hable el presidente en su comparecencia en el Congreso. Preferirá presumir de estar ultimando con Marruecos una nueva frontera. Esta vez, nos prometen que será inteligente.

Un par de días antes de que el presidente Sánchez comparezca hoy en el Congreso para informar sobre la relación hispano-marroquí, el ministro Marlaska fue hasta Melilla para anunciar ante la prensa española que a partir de septiembre España y Marruecos tendrán una frontera inteligente. Para evitar cualquier malentendido, conviene aclarar que por inteligente el ministro del Interior se refiere a poner en el paso Beni-Enzar una frontera más digitalizada. Esa es la inteligencia, la tecnológica, de la que puede presumir España con Marruecos.

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