Lo que no es incompatible entre Israel y Palestina

Más de 1.200 israelíes fueron asesinados por Hamás, ejecutados a sangre fría. El brutal ataque terrorista, el peor sufrido por Israel en 50 años, es una atrocidad que merece una condena firme y el apoyo internacional. Israel tiene derecho a defenderse.

Nada de lo anterior es incompatible con preocuparse por los gazatíes. En respuesta al ataque del sábado, Israel les ha cortado el agua, la comida, el combustible y la electricidad, lo que pone en peligro no solo a los terroristas, también al millón de niños que viven en la Franja de Gaza (la mitad de la población es menor de 14 años). El derecho internacional humanitario prohíbe el castigo colectivo de toda una población. Recordarlo no es incompatible con condenar la barbarie de Hamás.

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El Gobierno israelí ha prometido una respuesta severa y prolongada contra el terrorismo islamista de Hamás. Israel ha ordenado el asedio total para asfixiar a los terroristas y que no tengan dónde esconderse. Aconseja a los civiles palestinos que salgan de Gaza mientras puedan. Pero no pueden. No tienen dónde. Respetar el derecho de Israel a defenderse no es incompatible con denunciar que los gazatíes no tienen refugio posible.

¿Cuál sería un uso proporcionado de la fuerza por parte de Israel? Preguntárselo no es incompatible con condenar el terrorismo de Hamás. Lo que es incompatible con el derecho internacional sería ignorar esta pregunta. De los terroristas no se espera que cumplan más ley que la barbarie. De las democracias, sí.

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Israel es una democracia. Una que llevaba tiempo deteriorándose en manos de un Gobierno ultranacionalista que tras anteponer la seguridad a muchas libertades civiles ha sufrido el mayor fallo de seguridad de la historia reciente israelí. Criticar al Gobierno de Netanyahu por la división interna generada, la erosión continuada de las libertades civiles y la separación de poderes en Israel tampoco es incompatible con denunciar la tiranía bajo la que viven los palestinos.

Hamás controla la Franja de Gaza desde 2007 y en su credo está imponer la ley islámica basada en la sharia. “Muerte a Israel” es uno de sus lemas. Irán apoya a Hamás y comparte el deseo de acabar con el Estado de Israel. Defender el derecho de Palestina a tener su propio Estado no es incompatible con denunciar que esté en manos de Hamás ni el apoyo de Irán, otra teocracia que tiraniza a su pueblo, muy especialmente a las mujeres.

Irán se opone al acercamiento entre Israel y Arabia Saudí, y fuentes de inteligencia norteamericana apuntan a que el ataque del sábado buscaba sabotearlo. Apoyar la ayuda internacional a Israel no es incompatible con temer una escalada internacional del conflicto más allá de Oriente Próximo.

Mientras los bombardeos continúan, más de 263.000 palestinos buscan refugio por miedo a perder la vida o porque sus casas han desaparecido en las últimas horas. Israel afirma haber matado a unos 1.500 guerrilleros islamistas, se desconoce cuántos civiles palestinos han fallecido también en Gaza, donde viven unos dos millones de personas, la mayoría por debajo del umbral de la pobreza tras más de 15 años de bloqueo israelí.

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Denunciar la injusticia del bloqueo israelí no es incompatible con preocuparse por el futuro de los 150 rehenes secuestrados que Hamás está amenazando con matar si Israel continúa los bombardeos.

Israel sigue conmocionado. Netanyahu ha reiterado que no escatimará esfuerzos para aplastar a los terroristas y ha movilizado más de medio millón de soldados. Israel nunca había movilizado a tantos militares. Desear que logren su objetivo de acabar con Hamás no es incompatible con desear el fin de los bombardeos en Gaza.

Tampoco defender el derecho de Israel a vivir en paz es incompatible con reivindicar que Palestina tiene derecho a su propio Estado. Insistir en que Israel ha sido atacado por un grupo islamista y tiene derecho a defenderse es compatible con reivindicar que los palestinos tienen derecho a vivir sin asedios ni bloqueos ni ocupaciones. Pero la barbarie suma entre sus víctimas los matices.