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¿Animarías a suicidarse antes a un padre que planea matar a su hija?
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Marta García Aller

Segundo Párrafo

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¿Animarías a suicidarse antes a un padre que planea matar a su hija?

Cada vez que hay un asesinato por violencia vicaria y por violencia machista hay quien prefiere condenar por igual todas las violencias. Y cuando todas las violencias se meten en el mismo saco es más fácil diluir sus causas

Foto: Velas en la vivienda donde un hombre asesinó a su mujer y sus dos hijos menores. (Europa Press/Alberto Paredes)
Velas en la vivienda donde un hombre asesinó a su mujer y sus dos hijos menores. (Europa Press/Alberto Paredes)
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En el escenario, una mujer atiende una especie de teléfono de la esperanza. Está hablando con un hombre deprimido al que intenta salvar la vida. Dice que se siente muy solo, que su único amigo es el que le sirve copas en el local de apuestas y que ya no tiene ganas de vivir. Tiene pensamientos oscuros. La mujer con auriculares, al otro lado del teléfono, va siguiendo el guion de frases reconfortantes para animar al desconocido del que solo vemos la sombra. Le pide que no haga ninguna locura y se aleje del balcón. Va recordándole razones para vivir. Así empieza la obra Camino largo de vuelta a casa de Íñigo Guardamino.

Y, claro, cómo no va a empatizar el público con ese empeño de la protagonista que intenta salvar la vida de un hombre desesperado que se quiere suicidar. Hasta que el desconocido, que cada vez lo va siendo menos, confiesa al teléfono que antes de acabar con su vida ha planeado acabar con la de su hija. Ya ha pensado cómo. La va a envenenar con el Happy Meal para que no sufra, porque a quien quiere hacer sufrir no es a la niña, que dice que es lo único que le queda. A quien quiere hacer sufrir es a la zorra de su mujer porque le ha dejado y no lo puede soportar. Está planeando matar a la niña y luego tirarse por la ventana. Y que se joda la muy zorra. La mujer al otro lado del teléfono primero le anima a que respire hondo, que la ira no es la solución… Pero luego, duda. ¿Realmente quiere salvar a este hombre violento ahora que sabe sus intenciones? ¿Cómo puede salvar a la niña? Suena el timbre. Es el Happy Meal.

La obra plantea un dilema moral que incomoda al espectador y, para terminar de incomodarlo, está en clave de comedia. Al conocer la noticia de un maltratador que mata a su víctima y luego se suicida, quién no ha pensado alguna vez que ojalá hubiera empezado por el final. El teatro permite confrontarnos con ese oscuro dilema que en realidad no lo es tanto. Entre la niña inocente o el padre que la quiere matar no es tan difícil saber con quién acaba empatizando el espectador. La cuestión es por qué y cómo, sobre todo cómo, podría evitarse esa situación que en la vida real es mucho más frecuente de lo que creemos.

La víspera de que el 4 de abril se estrenara esta obra de Íñigo Guardamino en el Teatro Español un niño fue apuñalado por su padre en Bellcaire d’ Empordà. El asesino también hirió de gravedad a la madre. Y desde entonces, otros dos niños han sido asesinados por su padre en El Prat. En marzo, otro acabó con la vida de sus dos hijas, de 2 y 4 años, en la provincia de Almería. El presunto asesino, que se suicidó, tenía antecedentes por violencia machista contra su expareja y una orden de alejamiento y estaba pendiente de un juicio por amenazas y agresiones contra la mujer. También se suicidó el padre que mató a sus dos hijos de 7 y 10 años en enero en Barcelona.

Foto: Vivienda en la que han hallado los cadáveres de la mujer y sus hijos en El Prat. (EFE/Quique García)

Hay más de mil niños en España en riesgo de ser agredidos por los maltratadores de sus madres. Y más de 9.000 menores en situación de vulnerabilidad como consecuencia de la violencia de género. De hecho, 2024 puede convertirse en el año con más casos de violencia vicaria en España, con más casos hasta abril. Van nueve en lo que va de año y 1.249 desde que comenzaron los registros en 2003.

Entre las medidas que exigen las organizaciones contra la violencia de género está que se deje de mirar hacia otro lado tras los fallos en los sistemas de protección y se atienda con urgencia al peligroso incremento de violencia vicaria. Si no se protege a las madres, no se protege a los niños y si no se protege a los niños no se protege a las madres. Desde 2021, la ley integral contra la violencia de género establece que, salvo situaciones excepcionales, no puede haber visitas ni encuentros de un maltratador con sus hijos e hijas, pero no se cumple.

"Hay más de mil niños en España en riesgo de ser agredidos por los maltratadores de sus madres. Y más de 9.000 en situación de vulnerabilidad"

Hay menores que corren el riesgo de ser víctimas de violencia por otros miembros de la familia, también por sus madres. Hay otras violencias, sí. Pero cuidado con esos 'peros' después de condenar un asesinato o un maltrato. Cuidado con condenar todas las violencias para no condenar un tipo de violencia muy concreto. Este fin de semana, con las elecciones en el País Vasco, tenemos un excelente ejemplo de lo deleznable que es no querer llamar a la violencia terrorista por su nombre y pretender diluirla entre las demás violencias. Con la violencia machista pasa lo mismo.

Condenar todas las violencias por igual cuando se está pidiendo una condena concreta es muy revelador. Cada vez que hay un asesinato por violencia vicaria y por violencia machista hay quien prefiere condenar por igual todas las violencias. Y cuando todas las violencias se meten en el mismo saco es más fácil diluir sus causas y más difícil prevenirlas.

Para saber cómo acaba el dilema en Camino largo de vuelta a casa basta con ir al Teatro Español. Pero para evitar que algo así suceda en la vida real, urgen las medidas y los recursos que permitan prevenirlo.

En el escenario, una mujer atiende una especie de teléfono de la esperanza. Está hablando con un hombre deprimido al que intenta salvar la vida. Dice que se siente muy solo, que su único amigo es el que le sirve copas en el local de apuestas y que ya no tiene ganas de vivir. Tiene pensamientos oscuros. La mujer con auriculares, al otro lado del teléfono, va siguiendo el guion de frases reconfortantes para animar al desconocido del que solo vemos la sombra. Le pide que no haga ninguna locura y se aleje del balcón. Va recordándole razones para vivir. Así empieza la obra Camino largo de vuelta a casa de Íñigo Guardamino.

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