El machismo en hombres Z

El Confidencial publicó en exclusiva este lunes 2 de septiembre el contenido del grupo de WhatsApp de los canteranos del Real Madrid que fueron acusados de hacer público un vídeo de una orgía con una menor de edad y otra mujer sin su consentimiento. La Guardia Civil está investigando a los jugadores por un delito de revelación de secretos y pornografía infantil y tal como relata nuestro compañero, Alejandro Requeijo, la Policía sostiene que los canteranos fueron avisados de la investigación policial por lo que se deshicieron de algunas pruebas. Sin embargo, la pesquisa ha sacado a la luz conversaciones entre ellos sobre la orgía y capturas de pantalla que evidenciarían los hechos denunciados. Estas informaciones muestran a unos jóvenes profundamente machistas, que desprecian a las mujeres, que las tratan como meros objetos sexuales y se vanaglorian de incluso pegarles. Atención porque los Z podría ser la primera generación de hombres machistas conscientes y orgullosos de serlo, mientras que ellas son las más feministas más precoces de la historia.

“Si lo peor es que tenía 16”, “pero vaya perras”, “donde habéis sacado a esas”, “si te digo la edad, lloras”, “yo siempre sin goma, “serán guarras”, “puta gitana”, “no eres consciente de las hostias que pegábamos” “con el culo y la cara rojos como tomates”. Todas estas expresiones, amén de otras que El Confidencial ha decidido no publicar por su contenido, son de los canteranos que participaron en la orgía con las dos chicas en Canarias. Aparentemente, una cita sexual consentida por todos sus miembros y, por lo tanto, sin ningún tipo de problema. Solo aparentemente: después compartieron el vídeo con los compañeros de vestuario. El hecho de creerse con el derecho de difundir un vídeo sexual de dos mujeres a las que habían engañado, negando que lo tuvieran, muestra el desprecio por ellas, a las que consideran como meros objetos sexuales sin derechos.

El patriarcado ha querido encasillar a la mujer en tres categorías desde el punto de vista sexual, una mujer solo puede ser “virgen”, “madre” o “puta”, condenándonos a estereotipos referenciados en los hombres. Hasta hace bien poco, el impulso sexual de un hombre, incluso, podía justificar una violación bajo la falacia de que ella le provocó; sin embargo, el patriarcado les niega a las mujeres el deseo sexual que no tenga que ver con la maternidad, de lo contrario se nos tacha de “putas”. Y eso, es precisamente, lo que sugieren los chavales de los grupos de WhatsApp de los canteranos del Real Madrid, -desde este verano, tres de los cuatro investigados ya no juegan en el Madrid-, sin que esto les haya supuesto merma alguna en sus carreras profesionales. ¿Cómo un chico que está teniendo sexo con una chica puede pensar que ella es una guarra mientras que él es un héroe que está cumpliendo una fantasía? ¿Cómo alguien puede en el siglo XXI jactarse de haber pegado a una mujer y dejarla colorada como si eso fuera algo positivo? ¿Por qué el resto de los chavales del grupo de WhatsApp no les censuraron esas conductas? ¿Quién los avisó de que estaban siendo investigados para que un crimen así quedara impune? La respuesta es la misma: el machismo.

Lo que más puede sorprender es la juventud de estos chicos, pero, pareciera que algunos sectores de la generación Z (nacidos entre el 1997-2012) están adoptando un discurso machista de forma deliberada, como reacción a los movimientos feministas y a las nuevas identidades sexuales. Son hombres jóvenes, blancos, de clases medias y altas, que ven amenazados sus privilegios y su identidad por las narrativas y derechos conquistados por mujeres y los colectivos LGTBI. La pregunta qué es un hombre ya no tiene una respuesta fácil para ellos. Como decía Virginia Woolf en Una habitación propia el movimiento sufragista despertó en los hombres “un extraordinario deseo de autoafirmación; deben haberlos impulsado a enfatizar su propio sexo y sus características, cosa que no hubiera pasado sin ese desafío. El hombre desafiado, aunque no sea más que por unas cuantas mujeres de sombrero negro, reacciona de manera un tanto excesiva: sobre todo si es la primera vez en la historia”. Es justo esto lo que puede estar ocurriendo ahora tras la cuarta ola feminista y esa reafirmación identitaria hace que abracen con más fuerza los estereotipos machistas sin complejos, con discursos y comportamientos abiertamente patriarcales.

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La generación Z puede partirse en dos, en función de las identidades de género y sexuales. Los estudios de opinión evidencian como las mujeres Z son las que de forma más combativa y temprana han adoptado el feminismo como una lucha propia. De hecho, AfD en Alemania, Vox o SALF en España, RN en Francia tienen en los hombres jóvenes uno de sus bastiones de voto. Sin embargo, las mujeres y los colectivos LGTBI, de su misma edad, tienden a optar por opciones de voto progresistas, feministas y ecologistas de forma muy mayoritaria. Siempre se ha dicho que las generaciones comparten valores, formas de ver la vida, incluso formas de consumo, también electoral; y es eso lo que las diferencia del resto. Sin embargo, podríamos estar ante una generación partida en dos que no comparte una misma cosmovisión de su presente, una tendencia inexplorada y quién sabe con qué consecuencias sociales, emocionales y culturales.