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UE, ERC y Marruecos: las tres decisiones estratégicas de Sánchez
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Ramón González Férriz

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UE, ERC y Marruecos: las tres decisiones estratégicas de Sánchez

Se trata de apuestas trascendentes que no solo señalan la dirección estratégica de este Ejecutivo, sino de todo el país. Y, visto lo visto, probablemente solo una saldrá bien

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Zipi)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Zipi)
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Bruselas inicia estos días las consultas para una reforma del mercado energético que ha liderado España. Este miércoles se anunció que el PSC apoyará los presupuestos de la Generalitat gobernada por ERC. Este jueves, en Rabat, seguía una cumbre entre el Gobierno español y el marroquí.

Se trata de cuestiones importantes que serían relativamente rutinarias (con la salvedad, por supuesto, del plantón de Mohamed VI) si no se enmarcaran dentro de las tres grandes decisiones de carácter estructural que ha adoptado Pedro Sánchez como presidente del Gobierno. Se trata de apuestas trascendentes que no solo señalan la dirección estratégica de este Ejecutivo, sino de todo el país. Y, visto lo visto, probablemente solo una saldrá bien.

El alineamiento con la UE

Empecemos por las buenas noticias. Sánchez ha decidido alinear las grandes decisiones internas de España con las de la Unión Europea. Por un lado, en muchas decisiones se ha sumado al consenso de los principales países del continente y las instituciones de la UE: el aumento del gasto público y la promesa simultánea de unas cuentas más sostenibles, la progresiva mutualización de las deudas, la mayor inversión en defensa y el apoyo a Ucrania con armas y sanciones a Rusia, y la lucha contra la inmigración ilegal, entre muchas otras cuestiones. Por el otro, su Gobierno no se ha limitado a aceptar el consenso, sino que en algunos aspectos lo ha liderado. Es el caso, sobre todo, de las numerosas medidas vinculadas a los precios y el mercado de la energía. España ha querido transmitir al exterior que es un país ortodoxo, técnico, responsable y partidario de soluciones pactadas con los socios. En este sentido, la conducta de este Gobierno de España es una señal de continuidad con los anteriores. Pero su mayor énfasis en esta cuestión, en unos años en los que se han sucedido crisis de distinta naturaleza, resaltan que este anclaje es estructural. Es el único razonable para España.

Foto: El presidente de España, Pedro Sánchez, junto a su homólogo francés, Emmanuel Macron, durante la X Cumbre Euromediterránea. (EFE/Kai Forsterling)

Sin embargo, los otros dos anclajes que ha buscado Sánchez para dar a su Gobierno y al país una dirección reconocible saldrán peor.

ERC para asegurar la gobernabilidad

El primero, que tiene que ver con la gobernabilidad de España, es el fuerte vínculo que ha forjado con Esquerra Republicana de Catalunya. El Gobierno de Sánchez ha concedido a Esquerra una mesa de diálogo bilateral, los indultos, la supresión del delito de sedición y la rebaja de las penas por malversación. Ahora, ha facilitado que se aprueben los presupuestos para que pueda agotar la legislatura y, tal vez, forme con el PSC un Gobierno conjunto en la siguiente. Esquerra ha prometido no portarse muy mal a corto plazo —“no tornar-ho a fer, de moment”—, ser un poco menos exigente a cambio de su apoyo parlamentario y ayudar al PSOE a volver al Gobierno si puede y lo necesita tras las elecciones de diciembre. No parece demasiado: habría hecho dos de esas tres cosas sin concesión alguna.

Foto: Pedro Sánchez y Salvador Illa, en un acto del PSC en Barcelona. (EFE/Alejandro García) Opinión

Sin embargo, Esquerra empezó enseguida a hablar en contra de los mínimos que ella misma había propuesto: Junqueras se jactó a mediados de diciembre de que el referéndum volvía a estar sobre la mesa y dijo que no descartaba la independencia unilateral. Gabriel Rufián afirmó que el Gobierno estaba “comprando papeletas” para no repetir en el poder y se abstuvo en la votación del nuevo decreto con medidas para aliviar el aumento del coste de la vida. Es probable que todo esto fueran bravuconadas, el registro retórico en el que ERC se encuentra más cómoda, pero seguramente va más allá. Si uno revisa la historia de los pactos de Esquerra con otros actores políticos en los últimos noventa años, desde los tiempos de Azaña hasta su reciente coalición con Junts, hay una constante que se repite: ERC los traiciona todos. Anclar las expectativas de gobernabilidad de España en Esquerra es una temeridad.

Marruecos como garante de la frontera sur

Como lo es confiar nuestro principal problema de política exterior, la frontera sur del país, a la fiabilidad del Gobierno de Marruecos y de Mohamed VI, que este miércoles se saltó las convenciones de la diplomacia con una frivolidad que tiene pocos precedentes recientes. De nuevo, España le ha ofrecido mucho a Marruecos: apoyar su plan para el Sáhara en contra de la posición sostenida durante décadas, que suponía respaldar el plan de la ONU para la autonomía, e intentar contener en Bruselas las reacciones a las políticas marroquíes en materia de derechos humanos y presión. A cambio, simplemente, Marruecos no debería portarse demasiado mal: que deje de enviar inmigrantes ilegales cuando le convenga para presionar en negociaciones sobre otras cuestiones y que acepte abrir aduanas en Ceuta y Melilla.

Pero, tras controlar el Sáhara, Marruecos seguirá considerando a España un obstáculo para su “integridad territorial”, es decir, la inclusión de las dos ciudades autónomas bajo su soberanía. Y aunque el ministro Albares afirmó que tras esta cumbre dejarán de existir las graves tensiones que periódicamente se producen entre los dos países, como contaba este miércoles Ignacio Cembrero, estas volverán en cuanto a Marruecos le resulten convenientes para conseguir nuevos beneficios como la delimitación de los espacios marítimos entre Canarias y el Sáhara, el espacio aéreo sobre este, los intereses comerciales de Marruecos en la UE o cualquier otra cuestión. Fiar por entero la relación de España con los países del sur del Mediterráneo a la lealtad del Gobierno de Marruecos es, de nuevo, una temeridad.

Dos de tres

Por vocación —en el caso de la UE—, por necesidad desesperada—en el caso de ERC— y por un exceso de confianza que la espantada de Mohamed VI confirmó—en el caso de Marruecos—, el Gobierno de Sánchez ha hecho tres apuestas estratégicas de enorme trascendencia para el futuro de España. La primera saldrá bien, las otras dos es muy posible que no. El Gobierno ha pensado que con estas últimas podría cerrar problemas históricos del país, pero eso resultará imposible con interlocutores como ERC y el Marruecos de Mohamed VI: los intereses de estos actores no coinciden lo bastante con los de España.

Tal vez en el futuro otro Gobierno, o una nueva mayoría parlamentaria, reviertan estas dos últimas apuestas. Sin embargo, no se trata de simples leyes, regulaciones o posiciones negociadoras: son decisiones estratégicas, cuya reversión tiene un coste superior. Pero antes incluso de que suceda eso, es probable que ya sepamos que, de las tres grandes apuestas estratégicas de Sánchez, solo una era acertada.

Bruselas inicia estos días las consultas para una reforma del mercado energético que ha liderado España. Este miércoles se anunció que el PSC apoyará los presupuestos de la Generalitat gobernada por ERC. Este jueves, en Rabat, seguía una cumbre entre el Gobierno español y el marroquí.

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