Tribuna
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Sánchez y la Torre de Babel
Flaco favor le hacen al gallego, al euskera o al catalán, metiéndolos en la contienda de la política nacional, cuando deberíamos mimarlos desde el respeto
Las personas cuyas lenguas se confunden simplemente dejan de construir su ciudad… Esa es la idea principal que nos deja uno de los pasajes del libro más leído del mundo, el de la Torre de Babel. Resume la necesidad de los pueblos, de las comunidades, de los grupos políticos, de mantener una buena comunicación para poder avanzar.
Totalmente alejado de esta enseñanza es la propuesta del uso del pinganillo en el Congreso, para que sus señorías debatamos en las diferentes lenguas cooficiales del país. Flaco favor le hacen al gallego, al euskera o al catalán, metiéndolas en la contienda de la política nacional, cuando deberíamos mimarlas desde el respeto, pero también desde la inteligencia. Fomentar la traducción de las obras de la primera feminista, Pardo Bazán, al gallego o que podamos tener todas las recetas de la excepcional cocina vasca en todas las lenguas. Tenemos un poderoso idioma que nos une, y es norma básica de educación, su uso si alguno de los dos participantes en la conversación no conoce la lengua particular. No solo entre los diputados, sino como respeto a todos los españoles a los que nos debemos y para los que trabajamos y debatimos. Los que proponen el pinganillo tienen nulo interés en que su mensaje sea escuchado, es solo para ellos. No voy a entrar en el gasto económico que supondrá esta medida, con el Gobierno más caro de la historia de España. El Gobierno de los 23 ministros y el despilfarro del dinero europeo. Tampoco voy a entrar en el modo tan burdo y dictatorial con el que se ha propuesto la medida; sin debate, sin consenso. Sabemos que solo es un primer pago de los muchos que vendrán.
¡Pero si el Partido Popular ha tenido más votos que el Sr. Puigdemont en su tierra!
El pinganillo congresual es un granito más en el disparate político actual. Justo en el momento en el que los españoles de a pie se preocupan por la vuelta al cole, la subida imparable del aceite y la de los tipos de interés, la imagen de la vicepresidenta del Gobierno, visitando a un prófugo que chantajea no solo a Pedro Sánchez sino a todo el Estado y a nuestro sistema, nos ha helado el corazón a todos los partidos. Curioso es que para la cita de ambos —gallega ella, catalán él— han usado la lengua que hablan más de 600 millones habitantes del planeta. ¿Qué cinismo frívolo es ese de que cuando lo hagan en el Congreso utilicen pinganillo? Las voces de líderes socialistas en contra de toda esta indignidad se ha levantado con fuerza, y esperemos que esto sea el principio del verdadero gran tsunami democrático, la gran ola de los que defendemos la Constitución.
Y todo este artificio, este poder imaginario que tanto Yolanda Díaz como Pedro Sánchez le dan al prófugo Puigdemont, resulta tras la estrepitosa caída de votos en Cataluña. ¡Pero si el Partido Popular ha tenido más votos que el Sr. Puigdemont en su tierra!. ¡Sí, sí! Han leído bien y pueden consultar los datos en la aplicación. No sé qué pensarán los 700.000 catalanes que han dejado de dar la confianza a los partidos independentistas con estos movimientos, que solo tienen como objetivo salvar al soldado Sánchez, pero me lo puedo imaginar: El aumento de la inseguridad, la perdida de poder adquisitivo, la huida de empresas y fundaciones de Cataluña, han abierto los ojos a una sociedad, la catalana, que siempre ha sido innovadora, cosmopolita y referente en muchos campos, como el industrial o el del diseño.
Las enseñanzas del pasaje bíblico se resumen en dos: La importancia de la comunicación entre los pueblos, y el pecado de la soberbia, erigiendo un edificio tan alto capaz de tocar el cielo y así poder parecerse a Dios. Sírvanse ustedes de la comparativa con la política nacional. Esa gran torre culminada con un templete, serviría para refugio si una DANA celestial traía un segundo diluvio. Así veo yo la estrategia de Sánchez. Construyendo el templo más alto para refugiarse en su cúspide, pase lo que pase. Ya lluevan amnistías o indultos. Ya sea debilitando nuestras instituciones o minando nuestra credibilidad. Un nuevo capítulo de su manual de resistencia. Lo que puede que no resista es nuestra Constitución y nuestro sistema democrático y que termine como aquella Torre de Babel.
*Sol Cruz–Guzmán. Diputada nacional.
Las personas cuyas lenguas se confunden simplemente dejan de construir su ciudad… Esa es la idea principal que nos deja uno de los pasajes del libro más leído del mundo, el de la Torre de Babel. Resume la necesidad de los pueblos, de las comunidades, de los grupos políticos, de mantener una buena comunicación para poder avanzar.
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