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No todo se arregla con un ministerio
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Víctor Alvargonzález

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No todo se arregla con un ministerio

Da la sensación de que el gobierno español ha decidido arreglar nuestro retraso digital mediante la creación de ministerios, comisiones, subcomisiones, consejerías, etc.

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Para los burócratas la vida es sencilla. Cualquier problema o desafío se soluciona con más burocracia. Y si el problema es especialmente grave o el reto especialmente importante, entonces se crea un ministerio.

España tiene un problema muy grave y un reto importantísimo: el retraso digital. El otro es la falta de apoyo al tejido empresarial, especialmente a las empresas innovadoras, pero hoy hablaremos del primero y de sus consecuencias.

Haber “pasado” olímpicamente de la revolución digital es uno de los motivos que han hecho que hayamos pasado de ser una economía razonablemente innovadora, bastante respetada y no demasiado mal situada a nivel global a lo que somos ahora.

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Los gobiernos de los últimos diez años en lo último que pensaron fue en facilitar el desarrollo de un ecosistema donde florecieran la innovación, la educación, la investigación, el empresariado y la financiación de todos los elementos anteriores, que son quienes forman el caldo de cultivo de la revolución digital. Mientras aquí estábamos – y estamos - a otras cosas, en Estados Unidos “estaban” a Silicon Valley.

El milagro de Silicon Valley no tuvo nada que ver con la intervención estatal. En todo caso si algo hizo bien el Estado fue no interponerse en su desarrollo. Simplemente se juntaron en un mismo sitio universidades de prestigio, centros de investigación (asociados a universidades y a empresas) y por supuesto se dejó volar el espíritu empresarial de la gente joven de edad o de mente, esa que hace las cosas porque nadie le dijo nunca que era imposible hacerlas.

Pero también ayudó el hecho de que en Norteamérica el dinero que se aporta a las universidades o a la investigación tiene un tratamiento fiscal muy favorable. Y que en EEUU se tiende más a eliminar burocracia y excesos regulatorios que a incrementarlos cada día, como ocurre en Europa.

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Otro elemento fundamental fueron los inversores. En esta España nuestra, donde por capital riesgo se entienden fondos que invierten en colegios, parkings o clínicas dentales y huyen de las startups y del “seed capital” como de la peste, cuesta entender que los grandes nombres de Silicon Valley invirtieran precisamente en esa fase inicial de las startups, que es cuando más necesaria es la financiación. Evidentemente el riesgo se vio sobradamente compensado y su altura de miras generó fortunas que no tienen mucho que envidiar de las de los emprendedores.

El caso es que, pese a conocer perfectamente lo que acabo de describir, da la sensación de que el gobierno español ha decidido arreglar nuestro retraso digital mediante la creación de ministerios, comisiones, subcomisiones, consejerías, centros de estudio y observatorios varios, que serán quienes decidan que proyectos se apoyan y como, qué empresas se financian, etc. En otras palabras: se trata de sustituir el modelo Silicon Valley por un ministerio.

En mi opinión es un planteamiento condenado al fracaso. Incluso aunque gracias a la lluvia de millones europea avanzáramos en digitalización, el modelo Silicon Valley u otros similares avanzarán mucho más rápido. Siempre iremos por detrás.

El gobierno quiere arreglar nuestro retraso digital con ministerios, comisiones, subcomisiones...

Y lo peor es que hay una alternativa muy sencilla y, en mi opinión, mucho más eficiente económicamente hablando: usar la ayuda europea para bonificar fiscalmente y de forma radical todo tipo de inversiones privadas realizadas en el ecosistema que crea el caldo de cultivo del desarrollo digital. Investigación, universidades, educación, empleo juvenil, innovación, startups y, en definitiva, todo aquello que convirtió Silicon Valley en Silicon Valley. Verán que rápido se dirigen los recursos de los fondos hacia Startups innovadoras y competitivas en lugar de hacia cadenas de restaurantes si eso supone una fuerte reducción de impuestos. Y como las empresas empiezan a inyectar dinero en centros de investigación y universidades si es a cambio de fuertes rebajas fiscales.

Observarán que digo subvencionar de forma "radical". Ya sé que existen bonificaciones en el caso de la investigación o la formación, pero hablo de una actuación mucho más amplia y agresiva dirigida a todos los elementos del ecosistema Silicon Valley. Sin más intervención política que establecer que se considera una Start Up innovadora, investigación, formación, etc. Y el tipo de bonificación para cada caso.

Y con el empleo juvenil, tres cuartas de lo mismo: bonifiquen al 100% el coste de la Seguridad Social en la contratación de jóvenes y verán que rápido los contratan. Y dado que se haría con cargo a los fondos europeos, no afectaría en nada a la calidad de nuestra sanidad ni a nuestras pensiones. Lo mismo se puede decir del resto de bonificaciones fiscales que he mencionado.

Todo lo anterior tiene la ventaja adicional de que no se entraría en el fango que va a suponer el reparto del dinero europeo. Por un lado el fango político, que traerá consecuencias graves en forma de agravios comparativos. Y el fango económico, por la cantidad de dinero que se va a desperdiciar en un momento en el que - y en esto estoy de acuerdo con nuestro presidente - tenemos una oportunidad realmente histórica.

Se preguntarán por qué hablo de todo esto cuando mi negociado es asesorar a la gente a la hora de invertir su dinero. La respuesta es muy sencilla: porque me preocupa mi país y porque me preocupa que inviertan mal mis clientes. Como españoles tenemos tendencia a invertir en el Ibex. Yo hace ya diez años que recomiendo no hacerlo, precisamente por los motivos mencionados anteriormente. Desgraciadamente he acertado, puesto que la ventaja que le ha sacado la bolsa norteamericana a la española supera el 230 % en dicho periodo. Comprenderán que, mirando a futuro, es muy importante plantearse si queremos invertir en un ministerio o en Silicon Valley.

Para los burócratas la vida es sencilla. Cualquier problema o desafío se soluciona con más burocracia. Y si el problema es especialmente grave o el reto especialmente importante, entonces se crea un ministerio.

Silicon Valley Ecosistema Burocracia Inversores
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