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Telón de Fondo
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Los “ricos”, los nuevos “mariachis” de las entidades financieras
Las entidades financieras necesitaban desesperadamente encontrar unos fondos que les permitieran seguir cobrando altas comisiones que, además, fueran recurrentes
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En las Sicav, un “rico” ponía el 99% del patrimonio y 99 pequeños accionistas ponían el 1% restante. Así, se creaba una institución de inversión “colectiva” que gozaba de las correspondientes ventajas fiscales. Ahora son los clientes de alto patrimonio los que “acompañan” a las entidades financieras.
A los 99 pequeños inversores que conseguía la entidad financiera para alcanzar el mínimo de 100 (exigido para ser vehículo de inversión “colectiva”), se les llamaba “mariachis”. “Acompañaban” a la persona o familia con alto patrimonio a la que la entidad financiera quería crearle una Sicav. Ahora, en un giro irónico de la historia, los clientes de alto patrimonio se han convertido en los “mariachis” de las entidades financieras.
En el origen de este curioso giro del destino se encuentra la caída de las comisiones de los fondos de inversión. Los fondos son la fuente de ingresos más estable, segura y fácil que tienen las entidades financieras. Colocado un fondo, solo hay que sentarse a cobrar de forma recurrente las comisiones. Y la gestión no supone ningún trabajo, porque la mayoría de los fondos que se distribuyen en España no realizan gestión alguna (se limitan a seguir a sus índices de referencia). El problema ha ido surgiendo cuando los inversores se han dado cuenta de que lo que era un chollo para la entidad financiera a ellos les perjudicaba. La presión ha hecho que las comisiones de los fondos tradicionales lleven tiempo cayendo.
Como los problemas nunca vienen solos, las comisiones de los fondos están cayendo justo cuando son más necesarias, porque la bajada de los tipos de interés va a reducir significativamente el margen de los créditos. Las entidades financieras necesitaban desesperadamente encontrar unos fondos que les permitieran seguir cobrando altas comisiones que, además, fueran recurrentes. Y así es como han puesto de moda la inversión en activos alternativos, también conocida como “private equity” o “fondos de capital riesgo”.
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En los fondos que invierten en activos alternativos se realiza ciertamente una gestión activa, lo que justifica, al menos en teoría, elevadas comisiones de gestión. Y, al ser poco líquidos, se garantiza la fidelidad del cliente, es decir, la recurrencia de las comisiones. Problema solucionado. Pero como nadie en su sano juicio pone una gran parte de su patrimonio en un vehículo de baja liquidez en el que hay muchas condiciones para disponer del dinero, el objetivo son quienes tienen patrimonios importantes, que pueden permitirse destinar un 5% o un 10% de su cartera a estas inversiones (que además tienen mínimos elevados por participación).
Pero no sólo hacen falta personas “muy” ricas, también ricas a secas. Unos cuantos clientes de muy alto patrimonio no son suficientes para alcanzar el número mínimo de partícipes que se exige en un fondo. Y no solo por cuestiones legales, sino también por cuestiones de liquidez. Si un “súper rico” vende sus participaciones en alguna ventana de liquidez y hay pocos partícipes, el fondo podría desaparecer. Y no es nada fácil liquidar un fondo cuyas participaciones no cotizan en bolsa. Así que, para ir colocando estos fondos, hacen falta tanto clientes del segmento alto de la banca privada como del segmento bajo.
No sólo hacen falta personas “muy” ricas, también ricas a secas
Conseguido todo lo anterior, los clientes de banca privada acompañan a las entidades financieras para ayudarles a obtener comisiones “como las de antes”, tanto por tamaño como por recurrencia de las mismas. Una carambola perfecta para las entidades financieras. Para los clientes dependerá de cuál sea el resultado de la inversión. Y la disponibilidad del dinero (liquidez), que es el talón de Aquiles de las inversiones que no cotizan en bolsa. Dentro de unos años lo sabremos.
También se vende como un valor añadido el concepto de acompañar a la entidad financiera en sus inversiones alternativas, como un privilegio, pero en realidad el favor es mutuo. Al ir sumando inversores a sus proyectos, la entidad financiera minimiza su propio riesgo mediante la diversificación y potencia su capacidad de inversión. En cuanto a las comisiones que paga, las recupera luego, puesto que todo queda dentro del grupo financiero.
Las malas lenguas dirán que tenemos algo en contra los fondos que invierten en activos alternativos, pero es un argumento muy forzado. Nosotros somos asesores independientes. Nos da igual analizar y recomendar fondos tradicionales, ETF o fondos de gestión alternativa. No tenemos producto propio de ningún tipo que colocar. Y no cobramos comisiones por colocar ninguno. Si hay necesidad de asesoramiento para fondos que inviertan en activos alternativos, encantados de satisfacerla. Pero consideramos muy importante que los clientes entiendan muy bien qué están comprando y por qué.
En las Sicav, un “rico” ponía el 99% del patrimonio y 99 pequeños accionistas ponían el 1% restante. Así, se creaba una institución de inversión “colectiva” que gozaba de las correspondientes ventajas fiscales. Ahora son los clientes de alto patrimonio los que “acompañan” a las entidades financieras.