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Telón de Fondo
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Donald Trump es coyuntural, la IA es estructural
Alguien argumentará que, ya puestos, si Trump va a ser tan volátil, mejor esperar a que se vaya para invertir. Grave error. Precisamente es Trump el que nos va a dar la oportunidad de invertir a precios razonables en los ganadores de esta revolución t
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Como dijimos al inicio del año, este será un periodo para comprar barato aprovechando que Trump da una patada a la mesa y vender caro en los momentos de tranquilidad. Acumular primero para comprar barato después, cuando vuelva a soltar una diatriba que haga que todo el mundo salga corriendo en busca de la salida. La caída que tuvieron las bolsas en abril y la fuerte recuperación posterior confirman que esa es la estrategia a seguir.
Ciertamente da un poco de pereza pensar que esa va a ser la estrategia correcta durante cuatro largos años. Porque la patada no será solo al tablero económico: Trump quiere “hacer América grande de nuevo” y eso incluye replantear no solo los desequilibrios comerciales, sino también su posición en el tablero geopolítico mundial.
Pero, aunque de pereza, también es cierto que, si se sabe aprovechar, una presidencia Trump puede resultar muy rentable para los inversores. Ya lo hemos visto: quien habiendo sido bien aconsejado acumulara cierta liquidez cuando las cosas estaban tranquilas, habrá podido comprar a precios de saldo en el aciago “día de la liberación”. O, siendo un poco más prudente, cuando se anunció la tregua. Además, ahora la oportunidad es doble, porque la siempre volátil presidencia de Trump coincide con el periodo de máximo desarrollo de esa nueva tecnología de enorme importancia para la economía que es la inteligencia artificial (IA).
Para quienes pensamos que el impacto económico de la llegada de la IA a las empresas es similar al de la llegada de los ordenadores personales, las diatribas de Trump nos parecen oportunidades de compra. No solo en todo lo relacionado con la IA, también en otros negocios tecnológicos. O en todo lo relacionado con el gasto militar e infraestructuras en Europa, aunque esto último no deja de ser un ejercicio temporal de estímulo vía gasto público típicamente europeo frente a una innovación tecnológica de primer orden típica de Norteamérica (aunque también se puede y debe aprovechar).
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Así que volvamos a lo importante, que es la IA. Trump y su errática forma de gobernar es algo coyuntural, pero la revolución tecnológica que supone la llegada de la IA es algo estructural. Y no tiene nada de errática, se mueve en una progresión geométrica muy fácil de identificar.
No estamos hablando de algo que vaya a durar cuatro años. Estamos ante un cambio que puede desarrollarse a lo largo de décadas, como ocurrió con los ordenadores personales. Y lo anterior también vale para el desarrollo de la robótica y toda una serie de negocios que van en paralelo al desarrollo de la IA, incluidos, por ejemplo, los vehículos autónomos. Todo ello no sólo sobrevivirá a Trump, sino que mantendrá su desarrollo “pese a” Trump. Mejor todavía: Trump da la oportunidad de comprar barato.
No voy a insistir en la importancia del cambio porque llevo años insistiendo y no quiero ser pesado. Pero permítanme insistir en que lo único que va a ser difícil que sustituya la IA es el talento, la empatía o la capacidad comercial. Todo lo que esté por debajo de la inteligencia emocional se convertirá en un software de bajo coste (también “hardware”, en el caso de la robótica). Imagínense el efecto que tendrá esto en la productividad de las empresas. Los ordenadores cambiaron la productividad de todas las empresas en todos los sectores, la IA hará exactamente lo mismo. Y habrá ganadores tan brillantes como los hubo como consecuencia de la llegada de los ordenadores personales.
Precisamente es Trump el que nos va a dar la oportunidad de invertir a precios razonables en los ganadores de esta revolución tecnológica
Alguien argumentará que, ya puestos, si Trump va a ser tan volátil, mejor esperar a que se vaya para invertir. Grave error. Precisamente es Trump el que nos va a dar la oportunidad de invertir a precios razonables en los ganadores de esta revolución tecnológica. Si no fuera así, las valoraciones serían prohibitivas, como ocurría antes de su primera patada a la mesa.
Además, a la velocidad que se mueven este tipo de revoluciones, dentro de cuatro años las empresas punteras - o las que lo hayan sabido aprovechar, - cotizarán a precios adecuados a su nuevo nivel de ventas o beneficios, es decir, ya habrán rentabilizado la revolución. Sería como haber dicho en los años 90 que ibas a esperar unos años para comprar Apple, Microsoft o Amazon. El problema es que, dentro de cuatro años, cuando respiremos aliviados en la despedida de Trump, ya será tarde.
Como dijimos al inicio del año, este será un periodo para comprar barato aprovechando que Trump da una patada a la mesa y vender caro en los momentos de tranquilidad. Acumular primero para comprar barato después, cuando vuelva a soltar una diatriba que haga que todo el mundo salga corriendo en busca de la salida. La caída que tuvieron las bolsas en abril y la fuerte recuperación posterior confirman que esa es la estrategia a seguir.