Es noticia
De borrachos, aranceles y destrucción silenciosa: la nueva política comercial de Trump ha metido el riesgo en los balances empresariales
  1. Mercados
  2. Tribuna Mercados
Javier García

Tribuna Mercados

Por

De borrachos, aranceles y destrucción silenciosa: la nueva política comercial de Trump ha metido el riesgo en los balances empresariales

Las decisiones impulsivas de Trump, como la imposición de aranceles, han generado una incertidumbre económica global que amenaza la estabilidad de las empresas y la confianza en los mercados financieros

Foto: Donald Trump.
Donald Trump.

Estaba borracho. Mucho. Apenas se mantenía en pie. Aun así, decidió conducir. Solo eran cinco minutos de autopista, una desviación y estaría en casa. Pero en su confusión, tomó el carril contrario. Se convirtió en un conductor suicida. No había nadie en el otro carril. Llegó a casa ileso. Sin multas. Sin consecuencias.

¿Fue entonces una buena decisión?

Esa es la trampa. Juzgar las decisiones por sus resultados. Cuando lo que debería importarnos es el proceso, no el golpe de suerte. Porque el azar, cuando entra en escena, lo hace como dinamita con la mecha encendida.

¿Quién está ahora conduciendo la economía global? Donald Trump. Ha reventado las reglas de juego con una ronda de aranceles que no tiene diagnóstico, ni estrategia, ni lógica económica aparente. Como si estuviera lanzando dardos desde la Casa Blanca tras una noche de copas.

¿Quiere reducir el déficit comercial? ¿Imponer su poder? ¿Doblegar al mundo? Nadie lo sabe. Pero lo cierto es que ha conseguido sembrar mucho miedo. Y el miedo es el peor enemigo de las decisiones racionales.

Foto: Donald Trump, presidente de EEUU. (Reuters/Barria)

Las empresas no solo compiten por vender. Compiten por predecir. Por anticipar. Por operar en entornos que no cambien cada martes por un berrinche presidencial. Cada empresa lidia con sus propios riesgos:

El tecnológico: ¿realmente resolvemos el problema del cliente?
El de mercado: ¿hay alguien dispuesto a pagar lo que pedimos?
El de gestión: ¿sabemos escalar sin explotar?
El regulatorio, ambiental, institucional...

Foto: Ana Botín, presidenta del Santander, y otros banqueros, interactuando con Donald Trump en Davos. (EFE/Buholzer)

Muchos de estos riesgos no aparecen en los balances. Pero están latentes. Son invisibles, esperando a activarse. Y eso fue lo que hizo Trump en cuestión de horas: activó una bomba de incertidumbre global que ha metido la niebla en cada decisión empresarial.

Lo advirtió el National Foreign Trade Council: "Estas medidas son una receta para la disrupción masiva de las cadenas de suministro globales y un freno a la inversión".

Cuando todo depende de todo, y alguien rompe un eslabón sin previo aviso, se desploma la cadena entera. ¿Resultado? Si la situación no cambia esto llevará a rediseñar operaciones, cambiar proveedores, paralizar inversiones. ¿Rentable? No. ¿Evitable? Dependemos de lo que haga un presidente impredecible.

Foto: Foto: Getty/Spencer Platt)

La inseguridad jurídica es veneno para las decisiones de largo plazo. Y el largo plazo es donde se juega el partido de la inversión, del crecimiento, del empleo.

Como explicaba en un artículo anterior, el valor de una empresa se compone de dos partes:

Valor intrínseco: lo que ya ha demostrado.
Valor temporal: lo que podría lograr.

Ese valor temporal es aire, pero no humo. Es confianza, estabilidad, reglas claras. Si eso se rompe, da igual cuánto factures: ya no sabemos qué esperar de ti mañana. Y cuando el futuro se vuelve niebla, volvemos a conducir borrachos.

Foto: Foto: Getty/Spencer Platt)
TE PUEDE INTERESAR
Cómo saber si la caída del mercado ha tocado fondo
James Mackintosh

Y los números lo confirman. El profesor Aswath Damodaran lo cifró claro: más de 11 billones de dólares en valor bursátil global evaporados tras los aranceles unilaterales de Trump. "El mayor riesgo para la valoración no es el impacto directo de los aranceles, sino la incertidumbre que generan sobre el crecimiento económico y la estabilidad del comercio global", afirmó.

¿Por qué? Pongamos un ejemplo sencillo:

Imagina que te doy un papelito que te dice que cobrarás 1.000 euros cada año durante 5 años. Si no hubiera ningún riesgo, absolutamente ninguno, y no hubiese inflación (es decir, que esos 1.000 euros hoy compran los mismos bienes dentro de 5 años), lo normal es que el activo tuviera un valor aproximado de 5.000 euros. Sería una locura venderlo por menos, si no asumes riesgo.

¿Qué pasa si ahora sabes que hay riesgo? Pues que quieres "un descuento". Dado que puedo cobrar 5.000, o no, después de cinco años, para comprar ese papelito necesitas "un descuento" que te compense el riesgo. Si el riesgo es bajo, pongamos de tan solo un 8%, estos 5.000 euros futuros equivalen a pagar hoy 3.993 euros. Esto significa que, si pagas hoy 3.993 euros por ese papelito, y todo va bien y cobras 5.000 en cinco años, habrás obtenido una rentabilidad anual del 8%. Esa seguridad de comprar "más barato" te da una rentabilidad que te permite "cubrirte del riesgo". Pero ¿y si el riesgo aumenta del 8% al 30%? Esos, 3.993 euros de valor del papelito se convierten en 2.435 €. Ahora nadie quiere comprarte el papelito, que sin riesgo vale 5.000 euros, si no es por menos de la mitad. De un plumazo, pasar del 8% al 30% hace que tu papelito pierda un 40% de valor.

Foto: Caídas y volatilidad en los mercados. (Europa Press/Eduardo Parra)

¿Ha pasado algo más? No... Pero si la percepción del riesgo aumenta, los activos se desploman. ¿Por qué? Porque, como decía, el mayor valor de una empresa está en lo que va a hacer a medio y largo plazo. Y eso es futuro, es decir, incapacidad para predecir, es decir, riesgo, es decir, dificultades.

Si estas dificultades explotan, en este caso por las decisiones arbitrarias de Trump, las mismas ventas, márgenes y beneficios, son valorados con "más riesgo" por los inversores.

Aunque ganes lo mismo, mi expectativa de riesgo aumenta, mi descuento (para cubrirme de problemas) aumenta, y haciendo lo mismo, tu valor se desploma.

Foto: Imagen de la bolsa de Nueva York. (EFE/Justin Lane)

¿Ha cambiado el papel? No. ¿Ha cambiado la percepción del riesgo? Sí. Y eso lo cambia todo.

Ése es el efecto en los balances. Tras el anuncio de Trump el riesgo percibido aumentó, la incertidumbre se hizo densa y la consecuencia es que las empresas valieron menos aunque hagan lo mismo. ¿La causa? Ahora operan en un mundo más inestable.

Este valor no lo pierden solo los fondos de inversión o los millonarios: el 60% de los estadounidenses tienen parte de sus ahorros en bolsa o fondos de pensiones. Y los europeos tenemos unos 1.600 billones de euros en acciones en empresas cotizadas.

Foto: Imagen de la bolsa de Nueva York el lunes con todo en rojo. (EFE/EPA/Justin Lane)
TE PUEDE INTERESAR
No es solo bolsa: el desplome de los mercados amenaza también a la economía real
J. Jorrín Ó. Giménez Gráficos: Blanca Casanova

Ese desplome del ‘efecto riqueza’ afecta al consumo, al crédito, a la inversión, a la psicología colectiva. Los ciudadanos con acciones se sentirán ‘más pobres’, las empresas dejarán de invertir, los bancos prestarán menos (si no saben cómo van a recuperar su dinero), los analistas rebajarán expectativas. Todo porque alguien decidió tensar el sistema sin medir las consecuencias.

Ante tanta presión esta noche hubo golpe de timón. Una tregua. Tres meses para negociar con todos, menos con China, donde la guerra parece que irá en escalada. Mantiene el arancel universal del 10%, así como los gravámenes a los automóviles, el acero y el aluminio, lo que ya supone por sí solo un muro proteccionista sin precedentes desde la Gran Depresión de los años 30, del siglo pasado...

Esto hizo ‘volver’ a subir a las bolsas, y Trump se apuntó el tanto... tiene la capacidad de enfermarte y curarte a la vez, y hacerte sentir que le debes la vida.

Foto: Donald Trump, presidente de EEUU. (Reuters/Barria)

Redujo el riesgo percibido porque tras ese anuncio los analistas piensan:

1) Trump no puede doblegar tan fácil a los mercados, tendrá que hacer algo para darles estabilidad;

2) existe una gran incertidumbre en torno a cuánto poder de mercado posee realmente Estados Unidos: la facilidad con la que los exportadores extranjeros pueden encontrar mercados alternativos influye en la efectividad de los aranceles, pero no en el impacto negativo de las empresas y ciudadanos americanos;

Foto: Indicador Ibex 35 en el Palacio de la Bolsa en Madrid. (EFE) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
Parte de daños y cómo repararlos
Guillermo Santos Aramburo

y 3) ¿y si la incertidumbre hace que la deuda pública americana ya no sea tan ‘segura’? Sólo hacerse esa pregunta puede ser muy peligroso.

Para rematar, dos de los economistas citados por la propia Administración TrumpRodríguez-Clare y Costinot— acaban de desautorizar a quienes los usaron como escudo técnico. Ambos fueron mencionados por el Secretario del Tesoro, Scott Bessent, y por el jefe del Consejo de Asesores Económicos, Stephen Miran, para justificar un arancel del 20% como "óptimo".

¿El problema? Que los autores han tenido que salir a explicar que su investigación no avala esa política. Más bien todo lo contrario. Que ese tipo de medidas lo único que consigue es lo de siempre: más riesgo, más incertidumbre, y balances empresariales en vilo.

Foto: Donald Trump firma la orden de los nuevos aranceles (Getty/Andrew Harnik)

En definitiva, la confianza, la reputación o la estabilidad institucional no aparecen en los balances de las empresas. Pero son activos reales. Cuando estallan, no hacen ruido. Pero dejan cráteres.

Estamos ante una mutación del riesgo. De la predicción al caos. De los modelos al instinto. Y en ese escenario, tomar decisiones racionales es casi imposible. Porque cuando todo cambia todo el tiempo, decidir es aún más complejo.

Ya es rutina: nos levantamos cada mañana preguntándonos qué se le habrá ocurrido hoy a Trump. Eso es el peor escenario frente a la estabilidad que se necesita para tomar decisiones de inversión. Y esto tiene consecuencias a largo plazo.

Los balances de las empresas no sólo tienen activos y pasivos contables, sino que de forma silenciosa están construidos con expectativas, por apuestas a futuro, por decisiones de inversión a corto plazo que se confía mañana puedan ser una ventaja competitiva. Y, si congelamos todas esas decisiones, si destruimos el clima para invertir, si metemos miedo en la asignación de capital (qué hacemos con el próximo euro para invertir), estamos minando el crecimiento empresarial.

Foto: Trump y Musk. (EC Diseño) Opinión

Y a todo esto hay que sumar otro efecto más. El impacto en la arquitectura de los mercados es profundo: se pueden alterar los flujos de capital, se penaliza la internacionalización, se castiga la eficiencia global de la asignación de recursos (dónde invertir, dónde comprar, dónde vender). Es decir, no sólo se destruye valor contable, sino también valor potencial.

Sólo las empresas tecnológicas estadounidenses han perdido en una semana más de 1,8 billones de dólares en capitalización. Ahora con la tregua vuelven las recuperaciones, porque estos desplomes no habrá ‘conductor al volante’ que los aguante, ¿o sí? No lo sabemos. Como decía, estas valoraciones fluctúan no porque sus productos hayan cambiado, ni sus ventas, ni sus márgenes. Sino porque el mundo en el que operan se ha vuelto más inestable. Ese riesgo no estaba en sus balances, era invisible, hasta que explotó. La tregua, quizás, permita dar estabilidad hoy... pero dependemos de la próxima ocurrencia, mañana.

No podemos medirlo todo hoy. Pero sí podemos intuir que estamos entrando en una fase de daño acumulativo. Una corrosión de la confianza global. De los mecanismos de inversión. Y de la capacidad de planificar.

Foto: Donald Trump. (EC Diseño) Opinión
TE PUEDE INTERESAR
El trumponomics será la puntilla para Europa
Juan Ramón Rallo

Las políticas comerciales son críticas en la toma de decisiones de las empresas. Convertirlas en armas emocionales o instrumentos de tensión política interna es una receta para el desastre. Es tan irresponsable como conducir bebido.

Debemos estar más atentos que nunca a los riesgos que no caben en una hoja de cálculo. A los intangibles que de repente se diluyen. Porque si destruimos la capacidad de proyectar, de estimar y de valorar con ciertos fundamentos, destruimos también la economía que queremos proteger

¿Habrá bebido Trump antes de encender esta mecha? Quién sabe. Pero lo que está claro es que, con este tipo de decisiones, vamos todos de copilotos... en el coche de ese borracho con el que empezaba esta reflexión.

Estaba borracho. Mucho. Apenas se mantenía en pie. Aun así, decidió conducir. Solo eran cinco minutos de autopista, una desviación y estaría en casa. Pero en su confusión, tomó el carril contrario. Se convirtió en un conductor suicida. No había nadie en el otro carril. Llegó a casa ileso. Sin multas. Sin consecuencias.

Economía Donald Trump Aranceles
El redactor recomienda