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Así destrozan el Gobierno de Sánchez los 'poderes oscuros'
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Juan Soto Ivars

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Así destrozan el Gobierno de Sánchez los 'poderes oscuros'

Los poderes oscuros trocan sus acciones. Si él va a hacer una cosa, empieza ese empujón invisible y todo termina vuelto del revés

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Emilio Naranjo)
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE/Emilio Naranjo)
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Tres de la madrugada, Moncloa. Se oye algo, un vaso roto, y Sánchez se despierta con un respingo. María Begoña ronca en la cama, él se incorpora, mete los pies en las babuchas presidenciales y sale del cuarto. En el largo pasillo aguza el oído y le parece oír algo de nuevo, extraños en la casa. Armado con su bate (lo ha visto en las películas), merodea y busca a los intrusos. En la cocina, cristales por el suelo. La ventana entreabierta. Se asoma: nada. Noche tranquila y negra.

En su entrevista del domingo en 'El País', ya lo advirtió. Los poderes oscuros no son ninguna broma. Sus terminales mediáticas tampoco. Sánchez lleva cuatro años notando esta presencia. De pronto, un mueble que cambia de sitio, un bolígrafo que desaparece cuando hace un minuto lo estaba usando, y las llaves, y el botón menos en la camisa, y el móvil debajo de una alfombra... Pero esto no es todo lo que los poderes oscuros pueden hacer. No son duendes. Son algo mucho peor.

Foto: José Luis Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez. (EFE/Ballesteros)

Los poderes oscuros trocan sus acciones. Si él va a hacer una cosa, empieza ese empujón invisible y todo termina vuelto del revés. Como si al ir a pagar la cuenta en un restaurante extendieras el billete al camarero y, sin darte cuenta, te lo metieras en el bolsillo. Así se las gastan los poderes oscuros.

Primero se vio a sí mismo pactando con Podemos, lo que no pensaba hacer, pues sabía que no le dejarían dormir tranquilo. Después, hubo que tirar también de ERC y de Bildu, y para colmo, él, que había prometido que no daría indultos, de la noche a la mañana se veía empujado por esa Nada Tenebrosa a concederlos. Era como si una fuerza magnética deslizase la pluma por el papel timbrado.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. (Sergio Beleña) Opinión
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Se había propuesto desbloquear el Consejo General del Poder Judicial y despolitizar la Justicia, pero no amanecía un día sin que todo fuera en dirección contraria. Él empujaba, empujaba y empujaba, pero esa Fuerza Suprema del Mal siempre tiraba más fuerte para el lado contrario. Los poderes oscuros, seguramente infiltrados en la judicatura, junto a las goteras, conspiraban contra su voluntad.

Se dijo: en cuanto llegue al Gobierno, aboliré la ley mordaza. Tenía preparado el decreto, solo faltaba firmarlo. Pero ¿qué creéis? De pronto los papeles habían desaparecido del cajón. Ahí no había más que una nota: “Te vigilamos”. Y tuvo que hacerse el 'longuis' ante la ciudadanía, lo mismo que con la reforma laboral. Todo listo, los gabinetes habían confeccionado al detalle los planos del paraíso laboral y, cuando fue al Congreso, faltaban líneas, párrafos enteros.

Foto: El presidente de Gobierno, Pedro Sánchez. (EFE) Opinión
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También secuestraban gente los poderes oscuros. A sus más fieles aliados. Carmen Calvo, Pedro Duque, el otro ministro ese de Cultura tan bueno cuyo nombre se le ha olvidado, y Ábalos, y hasta Redondo, su perro dócil. El último llegó a decir que por él se tiraría por un barranco y de pronto no estaba. Sánchez lo sabe. La Pérfida Negrura devoró a su equipo, a sus amigos.

Quienes no os enfrentáis a los poderes oscuros no podéis imaginar lo difícil que es la vida. Es como el alzhéimer: vas a hacer una cosa, tienes voluntad, ¿qué era? Y terminas enfurruñado, haciendo la contraria.

Foto: El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez (d), y el primer ministro británico, Boris Johnson. (EFE/Chema Moya)

Quizá van por los cables, porque volvieron a mostrarse con el megavatio. Él prometió que los españoles acabarían 2021 pagando lo mismo que en 2018. No era una promesa muy grande, tan fácil como tomar el postre, pero cuando se acercó la Nochevieja empezaron a bailar las flechas, las líneas se volvían locas. Una mano negra manejaba de nuevo los hilos y todavía era pronto para culpar a Putin.

Total, hubo que plantear planes de choque, improvisar, dijéramos, y nada funcionó porque los hilos seguían tirando de él.

Prometió que se acabaría esa costumbre antidemocrática de los decretazos y de su Consejo de Ministros salía uno detrás de otro, obra de los Poderes del Averno. Dijo que la independencia de las instituciones era sagrada, y de pronto estaba sentado encima de RTVE, y tenía Indra en el bolsillo, y el INE, y el Tribunal Constitucional y el CIS iban por el mismo camino.

Foto: El presidente del PP, Alberto Núñez Feijóo. (EFE/Juanjo Martín)

Pero lo peor es lo que esa Ominosa Emanación hace con los votos, con sus votos. Madrid, Castilla y León, Andalucía… ¡Hasta Andalucía! La gente, hipnotizada por los Poderes Satánicos, le daba la espalda, votaba a otros. Sin duda esos poderes invisibles manejaban la hipnosis, utilizan sus terminales mediáticas, incluso están presentes en la diplomacia internacional, porque de pronto se oyó a sí mismo felicitar a la policía marroquí después de que esta perpetrara una matanza.

No. No se puede gobernar con los Poderes Oscuros en contra. Todo el mundo termina con la voluntad intervenida por ellos. Y la gente deja de votar con la verdad en el corazón, como demuestra el CIS.

Tres de la madrugada, Moncloa. Se oye algo, un vaso roto, y Sánchez se despierta con un respingo. María Begoña ronca en la cama, él se incorpora, mete los pies en las babuchas presidenciales y sale del cuarto. En el largo pasillo aguza el oído y le parece oír algo de nuevo, extraños en la casa. Armado con su bate (lo ha visto en las películas), merodea y busca a los intrusos. En la cocina, cristales por el suelo. La ventana entreabierta. Se asoma: nada. Noche tranquila y negra.

Pedro Sánchez
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