El erizo y el zorro
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Lord Byron: el hombre que inventó la manera moderna de hacerse famoso
'Byron. Vida y leyenda', de Fiona MacCarthy, narra magníficamente la vida de alguien con un talento enorme, una ambición desmedida y una tendencia natural a generar escándalos
A lo largo de la historia han existido muchas maneras de hacerse famoso. Lord Byron inventó una que triunfó en la era de la gran literatura popular y los medios de comunicación impresos: la mezcla de un talento enorme, una ambición desmedida y una tendencia natural a generar escándalos. En concreto, escándalos sexuales.
El pequeño George Gordon Byron no lo tenía fácil para alcanzar la fama. Su padre se casó con su madre, en parte, para hacerse con el patrimonio de esta, pero tuvieron que ir vendiéndolo para sobrevivir. Apenas lo consiguieron: tuvieron que huir a Francia para escapar de las deudas. Aunque ella volvió a Inglaterra para dar a luz a George —que nació con una deformación en la pierna que le dejó cojo para siempre— el marido solo volvía de vez en cuando para conseguir más dinero de su esposa y acabó abandonándoles y muriendo de tuberculosis sin un céntimo.
Sin embargo, el pequeño George estaba orgulloso de su pertenencia a la aristocracia. Heredó una ruinosa propiedad rural que, sin embargo, tenía un atractivo encanto romántico. Se sobrepuso a su cojera con una coquetería obsesiva y mucha actividad física, escribió poemas de inspiración medieval, descubrió que se enamoraba fácilmente y tomó una decisión. Si su contemporáneo Napoleón encarnaba, con su osadía y su talento para romper las convenciones, todas las transformaciones políticas de esa época revolucionaria, él haría lo mismo en el ámbito de la literatura.
Volvió a Londres habiendo descubierto los placeres de la homosexualidad, su aversión a la religión cristiana y el encanto de lo oriental
Para ello, con apenas 21 años, emprendió un largo viaje por el Mediterráneo que incluyó Grecia y Turquía. Volvió a Londres habiendo descubierto los placeres de la homosexualidad, su aversión a la religión cristiana y el encanto de lo oriental. Y con un poema a medio escribir que reflejaba parte de sus propias experiencias. Con 23 años, lo publicó con el título de
Así lo cuenta
Aunque, por supuesto, la personalidad y las peripecias de Byron ayudan. Tras su repentina fama vinieron los escándalos. Byron sedujo a una mujer tras otra en Londres, no comía para mantener su enorme atractivo físico—prefería morir a estar gordo, decía— y tuvo un gran éxito con sucesivos poemas de ambientación oriental, que contaban peripecias románticas y exaltaban la heroicidad. Le admiraban incluso sus rivales literarios, como el mayor novelista romántico de la época, Walter Scott, y hablaban de él en toda partes, aunque fuera para ridiculizarle o parodiarle.
Pero también se fue radicalizando políticamente, en ocasiones bebía y comía compulsivamente, quizá para enfrentarse a tendencias depresivas, y cruzó dos líneas rojas que su sociedad no estaba dispuesta a tolerarle. Por culpa de su propia locuacidad, se fueron conociendo sus experiencias homosexuales en Oriente. Por culpa de su imprudencia, se convirtió en un rumor ubicuo que practicaba el incesto con una media hermana. En parte para ocultar todo ello, se casó con una mujer a la que maltrató desde el primer día con sus caprichos, borracheras, infidelidades e imprudencia con el dinero. No duraron ni un año juntos.
Le admiraban incluso sus rivales literarios, como Walter Scott, y hablaban de él en toda partes, aunque fuera para ridiculizarle o parodiarle
Todas estas peripecias, y el talento de MacCarthy, que falleció hace unos años y es autora de biografías canónicas de otros autores británicos del siglo XIX, hace que las 700 páginas del libro se lean con adicción. Pero, por supuesto, aunque Byron construyó buena parte de su obra literaria sobre los deseos de fama, fue un poeta extraordinario. “La importancia de Byron quizá sea, por encima de todo —escribe MacCarthy— la del superviviente, el hombre experimentado que ha visto lo peor del mundo, ha vivido una vida de excesos extraños y con frecuencia terribles en un momento de extrema violencia revolucionaria, pero se ha negado a ser derrotado”. Y eso que, en muchos sentidos, sí fue derrotado.
Como cuenta el libro, Byron pasó los últimos ocho años de su vida exiliado, odiando la Inglaterra que le había condenado por romper los valores morales de su época, dando vueltas por Europa, bajo la constante amenaza de convertirse en un libertino prematuramente envejecido que pierde la gracia y el talento. Pero no fue así. Byron encontró una nueva forma de vida en la actividad política revolucionaria, lo que en última instancia lo llevó a la guerra de Grecia contra el Imperio Otomano, en el transcurso de la cual murió. Como cuenta MacCarthy en un largo epílogo sobre su fama póstuma, dejó su influencia en buena parte de los poetas posteriores, pero también en el imaginario público de homosexuales, heterosexuales, radicales como él y también en la extrema derecha que celebró su heroísmo. Hay un Byron distinto para cada lector.
A poco que les gusten las biografías, corran a leerla. No leerán una mejor este año.
A lo largo de la historia han existido muchas maneras de hacerse famoso. Lord Byron inventó una que triunfó en la era de la gran literatura popular y los medios de comunicación impresos: la mezcla de un talento enorme, una ambición desmedida y una tendencia natural a generar escándalos. En concreto, escándalos sexuales.
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