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¿Y si todo lo dijo ya Laura Freixas hace 20 años?
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Alberto Olmos

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¿Y si todo lo dijo ya Laura Freixas hace 20 años?

Laura Freixas publica sus diarios de 1995 y 1996 y confirma que el mundo editorial no tiene remedio: las mismas miserias y el mismo machismo de siempre

Foto: Laura Freixas, en una imagen de archivo. (EFE)
Laura Freixas, en una imagen de archivo. (EFE)

En febrero de este año recibí el boletín de novedades de una editorial donde se anunciaba la publicación de los diarios de Laura Freixas correspondientes a los años 1995 y 1996. Les escribí diciéndoles que me interesaba mucho ese libro, y que si podían ser tan amables de enviármelo. No solo no me lo enviaron (de hecho, no me dijeron nada): además dejaron de mandarme boletines. Cuento esto para que vean que mi vida no es fácil.

placeholder Portada de 'Todos llevan máscara'.
Portada de 'Todos llevan máscara'.

Pasados los meses, mi amiga y escritora, y directora de circos, María Folguera me hizo saber que había leído este libro y que pensaba que me iba a gustar. Así que fui a la biblioteca que queda a dos minutos de mi casa y, gracias a Dios, ahí estaba el libro, en la sección de novelas.

Anoten que en las bibliotecas públicas de Madrid, muchos ensayos, diarios y libros nada narrativos figuran en la sección de novelas. ¿A quién le importa? Supongo que por eso los ensayos son catalogados como novelas, porque a nadie le importa.

El caso es que tomé prestado 'Todos llevan máscara' (Errata Naturae) y lo leí de un tirón. Es un excelente diario.

Años noventa

Laura Freixas ya era feminista cuando no había Twitter. Para el que esto escribe, su nombre siempre ha estado aparejado a denuncias de machismo en el mundo editorial, libros colectivos donde solo participaban mujeres, reivindicaciones de autoras olvidadas y conferencias o debates sobre literatura femenina, si la hay, cuotas, si las hubiera, o número de académicas en la RAE, que alguna había.

En 'Todos llevan máscara', Freixas se nos presenta con 37 años y en Madrid, bregando por el éxito literario. En esos años movía su novela 'Último domingo en Londres', sin mucho éxito, y acabó publicando la antología de relatos ajenos 'Madres e hijas' (Anagrama), que situaría por fin su nombre —viene a decirnos— en primera línea de la actualidad literaria española.

Uno (una) escribe un diario para verse crudamente, sin filtros ni ungüentos

Lo fascinante y adictivo del diario de Freixas es su sinceridad e impudor, que no pasa —aunque pase— por revelar miserias ajenas, sino por reconocer las propias. Uno (una) escribe un diario para verse crudamente, sin filtros ni ungüentos; cuando quieres pintarte como un ser en su santidad, escribes autoficción.

"Esfuerzo de imparcialidad. No dejarme influir por los celos, ni, inversamente, por el deseo poco honorable de quedar bien con Anagrama [la editorial que publica la novela]". El autor "está muy nervioso, me dijo la jefa de prensa" (…) "veo que Todó hace crítica en 'La Vanguardia'. Leo la solapa de su novela anterior y descubro que es profesor en la Universidad Pompeu Fabra. Sorprendo en mí, cazo al vuelo, un sentimiento que me avergüenza: tiene cierto poder en lugares importantes para mi carrera; me conviene quedar bien con él".

Todo esto lo asienta en su diario al hilo de una reseña que le han encargado. Yo mismo escribo esta reseña pensando si Freixas empezará a seguirme en Twitter.

Trapiello

Sale mucho Andrés Trapiello en este libro, como ese amigo al que te permites dejar un poco mal por escrito. Esto es estupendo porque poner en un diario al hombre de las 10.000 páginas de diarios es como contar con un cameo de Pedro Almodóvar. A Trapiello le adjudica Freixas algunas maldades, una casa preciosa y muy poco feminismo.

Foto: 'Evolution', de Lucile Hadzihalilovic Opinión

Resulta aleccionador leer algunas afirmaciones de Freixas en aquellos años 95 o 96, porque hoy en día las seguimos escuchando, y siempre parece que se le acaban de ocurrir a alguien, desde la perspicacia y la observación, como diagnósticos sociales inapelables. Decía Freixas ya entonces: "He observado que con las mujeres hay un tema de conversación obsesivo: la maternidad". Y decía: "[Hemos] notado todas un cierto retroceso, una vuelta del machismo explícito incluso en ámbitos —'El País', sin ir más lejos— donde antes habría sido, por lo menos, de mal tono". Decía: "Me parece muy respetable el afirmarse decepcionada por la maternidad y señalar que está muy idealizada por la sociedad y que una se siente culpable y monstruosa si la vive de otra manera que no sea la beatamente feliz". Todo esto en 1995 o 1996, cuando ahora hay tantas autoras que creen que estas cosas no las había dicho nunca nadie hasta que llegaron ellas.

Mientras oye hablar a Jong, tan segura de sí misma, [...] Freixas piensa en hacerle una pregunta —que luego no le hace—: "¿Usted nunca duda?"

Hay un momento que me ha complacido particularmente. Freixas, que en esos años asistía a 200 eventos literarios por semestre, fue a un encuentro con Erica Jong, entonces de moda por su libro 'Miedo a volar'. Mientras la oye hablar, tan segura de sí misma, tan estadounidense toda ella, Freixas piensa en hacerle una pregunta —que luego no le hace— y que era esta: "¿Usted nunca duda?". Eso mismo pienso yo muchas veces viendo en Twitter a tanta gente tan segura de tantas cosas, feministas, 'tuitstars', 'influencers' y el 'team facha': ¿no dudan nunca?

Mundillo

Además del feminismo y de Trapiello, en el diario de Laura Freixas sale mucho nombre propio que, leído 25 años después, da siempre algo que pensar. "Marías: un seductor, principalmente ocupado en seducirse a sí mismo"; "una tal Marta Sanz"; "Gándara es todo un personaje. Sin la menor duda, el más inteligente de todos ellos"; "Mañas, el niñato insolente de turno"...

Marías: un seductor, principalmente ocupado en seducirse a sí mismo

Freixas ha captado en estos diarios, fresca y palpitante, la realidad literaria de unos años como cualquier otros, años de nada, de literatura, de envidias y ambiciones, lacerantemente similares al año pasado y al año que vendrá. Y por eso se lee tan bien 'Todos llevan máscara', porque la verdad inmisericorde de las cosas nunca pierde vigencia.

En febrero de este año recibí el boletín de novedades de una editorial donde se anunciaba la publicación de los diarios de Laura Freixas correspondientes a los años 1995 y 1996. Les escribí diciéndoles que me interesaba mucho ese libro, y que si podían ser tan amables de enviármelo. No solo no me lo enviaron (de hecho, no me dijeron nada): además dejaron de mandarme boletines. Cuento esto para que vean que mi vida no es fácil.

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