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Juan Benet no necesita enemigos, con estos biógrafos
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Alberto Olmos

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Juan Benet no necesita enemigos, con estos biógrafos

'El plural es una lata' resulta un trabajo prácticamente ilegible sobre el autor de 'Volverás a Región'

Foto: Juan Benet posa durante una sesión de fotos celebrada en 1988 en París. (Getty Images/Ulf Andersen)
Juan Benet posa durante una sesión de fotos celebrada en 1988 en París. (Getty Images/Ulf Andersen)

Desde un Madrid acaudalado y reglamentario llegó a la literatura Juan Benet. Era un Madrid previsible que empezaba con un parto en la Castellana, continuaba con estudios en El Pilar y acababa con boda en los Jerónimos. También se iba a la universidad, de corbata y mocasín. El franquismo mimaba estas calles e itinerarios y por eso los hijos de este Madrid riguroso salían todos antifranquistas. Los que escribieron libros pasaron a la historia de la literatura de forma inmediata. Benet escribió libros, pero fue ingeniero. Uno sólo es escritor cuando puede vivir de lo que escribe.

La obra de Juan Benet es como la política de Felipe González: le gusta más a quien pasaba por casa. Benet hizo casa en El Viso, calle Pisuerga, y todo el que tomaba copas en la calle Pisuerga iba diciendo por ahí que Benet era un genio, el Faulkner necesario y panhispánico. Lo cierto es que nadie leyó nunca a Benet (nadie: más de doscientas personas) y que ahora se le lee todavía menos. Es un caso muy curioso de imposición cultural por parte de las élites. Los que mandan están empeñados en que Juan Benet perdure, es como esas madres que te obligan a comer comidas que no te gustan.

Benet pareció en vida, y en la posteridad inmediata, la contraparte de Camilo José Cela. O sea, un escritor hacia fuera, frente a la literatura peyorativa y de mucho guiso de la España ensimismada. A Benet lo defendía Javier Marías y lo criticaba Francisco Umbral. Fue pareja de la poeta Blanca Andreu. Creó un territorio mítico, Región, que era más o menos El Bierzo con exceso de vocabulario. Como ingeniero, inundó el pueblo natal de Julio Llamazares.

Estas cositas sabía uno de Benet para su mal, porque Juan Benet, para el que esto escribe, representa sobre todo una antipatía. Me cae mal todo entero, desde su físico a su modo de vida y hasta la última coma que pusiera en un papel. Es la versión acrisolada y punible del señorito madrileño, y todos sus fanáticos y valedores son o señoritos madrileños o intelectos repelentes. Nadie feliz lee a Juan Benet. Leerlo es apostar decididamente por un mundo penitencial.

Foto: Javier Marías. (Carmen Castellón)

Pero siempre puede uno estar equivocado, y para ver mis equívocos me hice con la biografía reciente que J. Benito Fernández ha escrito sobre el autor de Volverás a Región, titulada El plural es una lata (Renacimiento). Es un libro muy malo.

Desastre

J. Benito arranca contándonos lo difícil que ha sido escribir esta biografía, porque los familiares de Benet primero se pusieron a favor y luego en contra. En estas páginas parece que la vida de Benet es de mucho misterio y escándalo, pero al cabo resultará que su vida fue insignificante.

Después de ponderar su propio sufrimiento como biógrafo, Benítez nos planta dos hojas de agradecimientos. Esto está muy mal porque nadie lee un libro para saber lo primero de todo a quien tiene que dar las gracias el autor. Finalmente (página 23), empieza la biografía en sí, fatídicamente, pues nos dice cuándo nació Juan Benet.

"Estas tres aperturas fallidas sólo podían augurar un desastre intelectual, como así sucede de forma inapelable"

Estas tres aperturas fallidas sólo podían augurar un desastre intelectual, como así sucede de forma inapelable. J. Benito nos cuenta la vida de Benet como si una vida fuera una cronología, un rosario de efemérides y un todo trascendental. Ahora que he leído muchas biografías tengo claro que, a diferencia de la vida, la biografía nunca debe empezar naciendo. Cualquiera ha nacido, cualquiera tiene padres, cualquiera fue al colegio. Sólo el biografiado (¡por eso contamos su vida!) escribió ese gran libro, ganó esa gran batalla o puso una bomba en un palacio. La biografía debe empezar por aquello que sirve al personaje histórico, no por la vulgaridad común a todos los hombres olvidados del mundo.

El plural es una lata abunda en naderías agotadoras, desde las enfermedades del niño a las escalas que se hacen en los viajes. ¿Y?, se pregunta uno ante informaciones como ésta: "El 3 de julio llega una multa de tráfico al domicilio de Serrano 230, pero la familia está ausente de Madrid". Cuando de Camilo José Cela se dice que sufrió tuberculosis, resulta crucial porque la postración hospitalaria le llevó a leer todos los clásicos españoles sobre los que luego edificaría su obra. Que llegue una multa a casa no hizo escritor a Juan Benet.

placeholder Portada de 'El plural es una lata', la biografía de Juan Benet escrita por J. Benito Fernández.
Portada de 'El plural es una lata', la biografía de Juan Benet escrita por J. Benito Fernández.

La biografía está llena de multas que llegan a casa, semanas en la playa y otras chorradas increíbles. El lector se ve decepcionado en cada párrafo, porque no es apasionante saber en qué playa se bañaba Benet.

Además, la prosa de J. Benito Fernández es pobrísima, su texto no fluye, es como un motor que trata de arrancarse en cada página. De pronto, sufrimos un bombardeo de nombres, como quince o veinte, porque el autor cree fundamental hacernos ver que sabe quién fue a no sé qué cena o evento, y ahí nos pone a todo el mundo, como en un listín telefónico.

En la página 131, lo dejo, y acudo al índice onomástico para localizar algo en la vida de Benet que tenga interés. Busco "Francisco Umbral", busco "Javier Marías", busco "Blanca Andreu". Todo es plano y aburridísimo, por consabido.

La biografía no es la vida toda de una persona puesta en línea y detalle, como las piezas de un automóvil desmontado. La biografía es una interpretación, hay que apostar por un dibujo, un sentimiento, un prejuicio. Benet sale de esta biografía hecho polvo, que parece que fue escritor por casualidad.

¿Quién necesita enemigos teniendo biógrafos?

Desde un Madrid acaudalado y reglamentario llegó a la literatura Juan Benet. Era un Madrid previsible que empezaba con un parto en la Castellana, continuaba con estudios en El Pilar y acababa con boda en los Jerónimos. También se iba a la universidad, de corbata y mocasín. El franquismo mimaba estas calles e itinerarios y por eso los hijos de este Madrid riguroso salían todos antifranquistas. Los que escribieron libros pasaron a la historia de la literatura de forma inmediata. Benet escribió libros, pero fue ingeniero. Uno sólo es escritor cuando puede vivir de lo que escribe.

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