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Sobre la valentía y el miedo en estos tiempos democráticos
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Sobre la valentía y el miedo en estos tiempos democráticos

Ser feliz consiste en percibirse a uno mismo sin miedo. Una vida política sana solo puede basarse en una sociedad sana

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El miedo es una emocion fundamental. Es una herramienta que nos otorga la evolución para sobrevivir. Si no tuviéramos miedo al fuego por ejemplo, nos quemaríamos. No es temor o angustia, algo bien estudiado por el existencialismo. Estos estados anímicos son más subjetivos mientras que el miendo señala un objeto que queremos evitar, una enfermedad, por ejemplo. Hay miedos irracionales, infantiles.

Se toma como objeto real lo que no es tal. Es el caso del miedo a los fantasmas o a salir a la calle, porque nos puede caer un tiesto. Una palabra sinónima es pavor y que casi en esa forma ha hecho fortuna en otras lenguas. En los últimos días y a nuestro alrededor bastante gente esta afirmando con desdén que en el hoy de la democracia hay menos libertad que en el ayer de la dictadura. Suelen ser personas que añoran una etapa afortunadamente pasada. Inseguros, buscan un amo, una especie de Dios o Superman que no solo les marque el camino sino que les ate tambien los cordones de los zapatos.

Es ese un hecho y que se debe no solo rechazar sino estudiar porque existe un miedo interno y que se incrusta, de modo mas o menos velado, en las democracias de nuestro entorno. Se da cuando, como dice M. Foucalt, uno se convierte en el policía de sí mismo, se vigila y autocensura. A esto habria que llamarlo cobardía social. Y se expresa de muchas formas, todas atravesadas por haber dejado atrás la valentía para expresar públicamente lo que se piensa.

En los últimos días y a nuestro alrededor bastante gente esta afirmando con desdén que en el hoy de la democracia hay menos libertad que en el ayer de la dictadura

Valentía, insisto, para hablar en público, sin mirar a un lado y a otro como si se hubiera hecho una fechoría, sin esconderse. Ese miedo achica la libertad. Es el refugio en el grupo sin atreverse a sacar un pie de lo que se mande. En términos más clásicos, es la nefasta obediencia debida. De este modo se militariza el pensamiento. En vez de decir lo que se piensa, se anula lo que se piensa.

De esta manera, se destruye la identidad personal. Uno es un mero apéndice de otros, en el fondo una autohumillación. Una vida política sana, sin embargo, solo puede basarse en una sociedad sana. Menos miedo, por tanto al de al lado y más valentía con uno mismo. Y si la definición que da Walter Benjamin de felicidad sirve para nuestra correosa vida cotidiana, la repito con el deseo de que se extienda y se aplique. Ser feliz consiste en percibirse a uno mismo sin miedo.

El miedo es una emocion fundamental. Es una herramienta que nos otorga la evolución para sobrevivir. Si no tuviéramos miedo al fuego por ejemplo, nos quemaríamos. No es temor o angustia, algo bien estudiado por el existencialismo. Estos estados anímicos son más subjetivos mientras que el miendo señala un objeto que queremos evitar, una enfermedad, por ejemplo. Hay miedos irracionales, infantiles.

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