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¿Por qué la República Centroafricana ha adoptado el bitcoin?
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Juan Ramón Rallo

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¿Por qué la República Centroafricana ha adoptado el bitcoin?

El bitcoin parece en ese sentido un depósito de valor en forma de activo real más seguro y más inmune frente a sanciones extranjeras que el oro

Foto: Foto: Reuters/Benoit Tessier.
Foto: Reuters/Benoit Tessier.
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Una de las economías más pobres del planeta, la República Centroafricana (renta per cápita inferior a 500 dólares internacionales), se ha convertido en el segundo país en adoptar el bitcoin como moneda de curso legal (después de El Salvador). Lo ha hecho, además y según fuentes oficiales (disputadas por algunos opositores), con unanimidad de los diputados, como si no cupieran demasiadas dudas sobre la conveniencia de dar ese paso. Pero ¿cuáles pueden haber sido las razones que se esconden detrás de este movimiento?

La única que ha trascendido es que, merced a esta decisión, la comunidad inversora global ha puesto República Centroafricana en el mapa: de ser verdad, se trataría de una campaña meramente publicitaria para ver si algún capitalista se anima a inmovilizar sus fondos en una de las economías más inestables, inseguras y corruptas del planeta. No parece, bien mirado, que se trate de una motivación demasiado verosímil.

Foto: Un Starbucks en El Salvador, donde ya se puede pagar con bitcoins. (Reuters)

Sin embargo, se me ocurren dos motivos por los cuales este país —y otros de la región— podría potencialmente salir beneficiado de la adopción del bitcoin y que enlazan con las funciones tradicionales del dinero: medio general de intercambio y depósito de valor.

En primer lugar, la sociedad centroafricana es una sociedad muy escasísimamente bancarizada, de manera que la práctica totalidad de los pagos se efectúa en efectivo. Para que la banca arraigue en una economía, se necesita de una doble relación de confianza —confianza de los clientes hacia los bancos y confianza de los bancos hacia los clientes— que está ausente en este caso. Y sin bancos, los centroafricanos no cuentan con ningún medio de pago digital que podría ser más conveniente que el efectivo para muchas de sus transacciones. Pues bien, el bitcoin podría solucionar eso: bitcoin no es un activo financiero sino un activo real cuya circulación, en consecuencia, no depende de la confianza en ningún emisor: la integridad de la cadena de pagos se garantiza por el consenso descentralizado y no por la buena fe de ningún probo amo.

Foto: Portada del libro 'La filosofía de bitcoin'. (Imagen cedida)

El principal problema al que se enfrentará el bitcoin a la hora de poder desempeñar esta función es la escasa penetración de internet y de la electricidad en el país (solo alrededor del 15% de la población tiene acceso a estos servicios), aunque si lograra habilitarse algún mecanismo de pagos vía SMS, esta dificultad podría en gran medida solventarse (la mitad de la población cuenta con un terminal móvil).

En segundo lugar, la inmensa mayoría de países africanos cuentan con una institucionalidad demasiado débil y poco creíble como para que puedan emitir sus propias monedas nacionales y estas devengan depósitos de valor no hiperinflacionistas en el medio-largo plazo. De ahí que muchos de ellos recurran a divisas extranjeras o a divisas nacionales respaldadas por divisas extranjeras. Ese es el caso de la República Centroafricana, cuya divisa es el franco CFA: una moneda compartida por otros cinco países del centro de África (Camerún, Chad, Gabón, Guinea Ecuatorial y República del Congo), que mantiene un tipo de cambio relativamente estable con el euro gracias a una conversión que es garantizada por el Tesoro francés. ¿Y qué beneficios obtiene el Estado francés por garantizar la estabilidad cambiaria de algunas de sus antiguas colonias? Pues al margen de mantener un cierto control poscolonial sobre ellas, estos países se obligan a invertir la mitad de sus reservas extranjeras en deuda pública francesa: financiación a cambio de estabilización.

Foto: Foto: Reuters/Dado Ruvic Opinión

Pues bien, si la República Centroafricana quisiese disponer de un depósito de valor desvinculado no solo de Francia, sino de otros gobiernos extranjeros, ¿a qué podría recurrir? Una alternativa sería desde luego el oro, pero este activo real tiene la desventaja de que puede ser interceptado o bloqueado si se lo desplaza físicamente entre países. Por tanto, el bitcoin parece en ese sentido un depósito de valor en forma de activo real más seguro y más inmune frente a sanciones extranjeras que el oro.

¿Y por qué podría temer la República Centroafricana ser objeto de sanciones en el medio-largo plazo? Pues porque se trata de un país que ha estrechado enormemente los lazos con Rusia durante los últimos años (fue de los pocos países que no condenaron en la ONU la invasión de Ucrania). Por consiguiente, y habida cuenta de que durante este conflicto hemos presenciado cómo el euro o el dólar se convertían en armas financieras de guerra, puede tener sentido buscar atesorar valor en activos no controlables por gobiernos potencialmente hostiles.

En definitiva, y aun cuando acaso existan otras razones, hay motivos de fondo por los que República Centroafricana pueda salir beneficiada de incorporar el bitcoin a su economía. De hecho, es probable que no sea el último país africano en hacerlo.

Una de las economías más pobres del planeta, la República Centroafricana (renta per cápita inferior a 500 dólares internacionales), se ha convertido en el segundo país en adoptar el bitcoin como moneda de curso legal (después de El Salvador). Lo ha hecho, además y según fuentes oficiales (disputadas por algunos opositores), con unanimidad de los diputados, como si no cupieran demasiadas dudas sobre la conveniencia de dar ese paso. Pero ¿cuáles pueden haber sido las razones que se esconden detrás de este movimiento?

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