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El BCE tendrá que subir tipos
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Juan Ramón Rallo

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El BCE tendrá que subir tipos

El actual contexto inflacionista está volviendo el euro una reserva de valor menos confiable para los inversores

Foto: La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (Reuters/Pool/Daniel Roland)
La presidenta del BCE, Christine Lagarde. (Reuters/Pool/Daniel Roland)
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Después de que la Reserva Federal haya subido sus tipos de interés hasta el 0,75%-1% y después de que el Banco de Inglaterra haya incrementado los suyos hasta el 1%, cada vez son más las voces que reclaman al Banco Central Europeo que haga lo propio. De hecho, algunas de esas voces llegan desde dentro de la propia institución: tanto la alemana Isabel Schnabel como el finés Olli Rehn han reclamado no aplazar la subida más allá de julio.

El argumento oficial en contra de la subida de tipos sigue siendo que la inflación no se debe al sobrecalentamiento de la economía europea, sino a un 'shock' de oferta global que se está filtrando hacia el interior de la eurozona, de modo que subir tipos no servirá directamente para nada. Pero, como ya expusimos en su momento, eso no equivale a que los tipos no deban incrementarse igualmente. A la postre, si la inflación importada se filtra por toda la economía y afecta a las expectativas de los agentes económicos sobre cuánto subirán los precios en el futuro y sobre cuál es el compromiso del BCE para contrarrestar ese futurible incremento de precios, entonces la inflación podría desatarse endógenamente por caída de la demanda de dinero (búsqueda de refugios alternativos al euro para proteger el patrimonio personal frente a la inflación).

Foto: Christine Lagarde, presidenta del BCE. (Reuters/Kourtoglou)

De momento, de hecho, las expectativas de inflación ya han comenzado a elevarse inquietantemente: ya no para el corto plazo, sino también para el medio-largo plazo. Concretamente, los 'swaps' vinculados a la inflación (un indicador que el propio BCE reconoce que monitoriza de cerca para tomar sus decisiones de política monetaria) indican que están creciendo los temores de la comunidad inversora a una inflación estructural por encima de los objetivos del BCE.

Por un lado, el tipo de interés anual del 'swap' a cinco años (el pago fijo que debemos efectuar a otra persona para que esta nos compense la inflación de los próximos cinco años) se ubica ya en el 3,5%, lo que indica que los inversores prefieren afrontar un coste financiero del 3,5% anual durante el próximo lustro antes que soportar sin cobertura la inflación que puede estar por venir. Por otro lado, y por si alguien cree que esa compensación puede deberse íntegramente a la muy alta inflación de este 2022 y de parte de 2023, el tipo de interés anual del 'swap' a cinco años dentro de cinco años (es decir, para el periodo 2027-2032) se ha elevado al 2,5%, lo que refleja que, aun cuando la pandemia y la guerra en Ucrania queden muy atrás, los inversores siguen temiendo que perdurará un sesgo de inflación anormalmente alto. Por consiguiente, o bien los inversores no piensan que la inflación de oferta explique todo lo que está sucediendo o bien temen que parte de esa inflación de oferta se convierta en estructural.

Foto: Christine Lagarde, presidenta del BCE. (EFE/Lecocq)

Al respecto, cabría contraargumentar que los 'swaps' vinculados a la inflación no miden exclusivamente expectativas de inflación, sino también la incertidumbre frente a la inflación: quienes los contratan no solo pagan un precio para cubrirse frente a la inflación que esperan que suceda, sino también para cubrirse frente a la inflación que ni siquiera esperan, pero que temen. Y ciertamente los 'swaps' no miden exactamente expectativas de inflación, sino compensaciones contra la inflación. Pero este contraargumento debería servir de escaso consuelo para el BCE: si los inversores consideran que la senda de inflación del euro se ha vuelto menos previsible y que, por tanto, el euro es un activo menos confiable contra la inflación potencial, entonces la demanda de dinero corre el riesgo de reducirse igualmente generando por esa vía inflación.

En suma, el actual contexto inflacionista está volviendo el euro una reserva de valor menos confiable para los inversores: ya sea porque anticipan una alta inflación o porque no están seguros de si el euro estará a la altura de las circunstancias durante los próximos 10 años. Y precisamente por ello al Banco Central Europeo no le quedará otra opción que hacer aquello que ya debería haber hecho hace meses para demostrar su compromiso prioritario con la lucha contra la inflación: subir tipos de interés para devolver credibilidad al euro. Los propios mercados ya están anticipando las subidas que vienen: el euríbor ya está en positivo y los tipos de interés de la deuda española a 10 años superan el 2% (recordemos que a finales de 2021 ni siquiera alcanzaba el 0,5%). Y si el panorama macroeconómico no cambia radicalmente, esto será solo el aperitivo.

Después de que la Reserva Federal haya subido sus tipos de interés hasta el 0,75%-1% y después de que el Banco de Inglaterra haya incrementado los suyos hasta el 1%, cada vez son más las voces que reclaman al Banco Central Europeo que haga lo propio. De hecho, algunas de esas voces llegan desde dentro de la propia institución: tanto la alemana Isabel Schnabel como el finés Olli Rehn han reclamado no aplazar la subida más allá de julio.

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