Laissez faire
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¿Por qué el Nasdaq ha caído un 25%?
Después de muchos años escuchando que la economía real había pasado definitivamente a un segundo plano frente a la nueva economía, parece que el mercado se está reequilibrando
Desde comienzos de año, el Nasdaq estadounidense ha caído alrededor de un 25%. Se trata del peor arranque de su historia y, de hecho, la mitad de las compañías del índice acumulan desplomes superiores al 50%. ¿Qué está sucediendo con el sector de la tecnología estadounidense para que el exceso de optimismo de hace unos meses haya virado hacia un expansivo pesimismo? Pues, en esencia, dos factores son los responsables de lo que estamos viendo (aunque, en realidad, podríamos reducirlo a uno solo).
Primero, fuerte revisión a la baja de las perspectivas de beneficios futuros de estas empresas. Por un lado, el fin de la pandemia y la progresiva normalización de nuestra vida han desinflado las expectativas de todas aquellas empresas adaptadas a proporcionar bienes o servicios de consumo doméstico como Netflix o Peloton: la una ha perdido el 75% de su valor respecto a máximos históricos y la otra más del 90%. Si ya no viviremos tanto dentro de casa como se creía antes, estas empresas tampoco ganarán tanto dinero. A lo anterior se suman, por otro lado, los temores de recesión o, al menos, de fuerte desaceleración económica. El PIB estadounidense del primer trimestre del año sorprendió de manera negativa: contracción anualizada del 1,4%. Menor actividad económica general son menores beneficios empresariales y, por tanto, menores ganancias atribuibles a los accionistas de las compañías. Si, por ambas razones, los inversores esperan ahora menores beneficios empresariales dentro del sector de la tecnología, entonces es lógico que el valor presente de ese menor flujo de beneficios futuros esperados (que no otra cosa termina reflejando a medio plazo la cotización bursátil de una empresa) también se reduzca.
Pero es que, además, existe otro factor que todavía ensombrece más las perspectivas de los beneficios futuros de las compañías: los efectos de las subidas de tipos de interés. En un artículo anterior ya explicamos los diversos canales por los que las subidas de tipos de interés tendían a contener la inflación: y uno era incuestionablemente que contraían la actividad y, por tanto, enfriaban la economía. Sin embargo, este no es el único efecto negativo que la subida de tipos conlleva sobre las cotizaciones empresariales y, en especial, sobre las cotizaciones de empresas tecnológicas cuya mayoría de beneficios esperados se ubica en el muy lejano futuro.
Así, en segundo lugar, la subida de tipos de interés provoca que esos (menores) beneficios futuros esperados se descuenten de manera más agresiva. Por ejemplo, una renta a perpetuidad de 100 euros tiene un valor presente de 10.000 euros si los tipos de interés están (y se espera que sigan estando) en el 1%; en cambio, posee un valor presente de apenas 2.000 euros si los tipos de interés suben al 5%. En general, pues, los tipos de interés altos contribuyen (al menos de manera directa) a reducir las cotizaciones bursátiles por implicar un descuento más agresivo sobre sus beneficios futuros. Ahora bien, debemos tener en cuenta que las subidas de tipos perjudican especialmente a aquellas empresas que concentran un mayor porcentaje de sus beneficios futuros esperados en el muy largo plazo: es decir, perjudican especialmente a muchas compañías tecnológicas que todavía no son nada en la actualidad, pero que se espera que lleguen a ser muchísimo en el futuro. Por ejemplo, el valor presente de 1.000 euros 'recibibles' dentro de un año es de 990 euros si los tipos de interés son del 1%; si los tipos suben al 5%, el valor presente cae hasta 952 euros… Una reducción del 3,8%. En cambio, el valor presente de 1.000 euros 'recibibles' dentro de 10 años es de 905 euros si los tipos de interés están al 1%; si suben al 5%, el valor presente se desploma hasta los 614 euros… Un desplome del 32%. Los activos de elevada duración son más sensibles a las subidas de tipos.
En definitiva, después de muchos años escuchando que la economía real había pasado definitivamente a un segundo plano frente a la nueva economía, parece que el mercado está reequilibrando la situación y comenzando a purgar algunos posibles excesos 'burbujísticos'. No sin cierto dolor para quienes se sumaron a tales excesos, claro.
Desde comienzos de año, el Nasdaq estadounidense ha caído alrededor de un 25%. Se trata del peor arranque de su historia y, de hecho, la mitad de las compañías del índice acumulan desplomes superiores al 50%. ¿Qué está sucediendo con el sector de la tecnología estadounidense para que el exceso de optimismo de hace unos meses haya virado hacia un expansivo pesimismo? Pues, en esencia, dos factores son los responsables de lo que estamos viendo (aunque, en realidad, podríamos reducirlo a uno solo).
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