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Independencia y capacidad para nombrar al nuevo gobernador del Banco de España
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Independencia y capacidad para nombrar al nuevo gobernador del Banco de España

Si queremos tener a los mejores al frente de la actividad y la política pública, su ejercicio no debe ser utilizado en perjuicio de quien la desempeña

Foto: El ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, José Luis Escrivá. (EFE/Zipi)
El ministro para la Transformación Digital y de la Función Pública, José Luis Escrivá. (EFE/Zipi)

El conocimiento informal de la propuesta de nombramiento por el Gobierno del ministro Escrivá como futuro gobernador del Banco de España ha suscitado, una vez más, el debate respecto de la independencia del Banco de España y de la forma en que puede resultar afectada si la figura del Gobernador resulta ser un anterior ministro del Gobierno.

No sería, merece la pena recordarlo, la primera vez que un ministro del Gobierno de España resulta ser nombrado máxima autoridad de nuestro banco central. Es cierto que hay que remontarse a 1976, cuando fue nombrado José María López de Letona, para encontrar un gobernador del Banco que con anterioridad hubiera sido ministro del Gobierno de España. A lo largo de los cien últimos años, ocho gobernadores del Banco de España han sido ministros (casi siempre de Hacienda) y un número muy superior habían sido antes altos cargos del Gobierno.

En el caso de Alemania el resultado es también significativo respecto de la presidencia del Bundesbank, el banco central creado en Alemania tras la Segunda Guerra Mundial con un mandato legal que ha constituido uno de los símbolos más característicos en Europa de independencia en la formulación de la política monetaria. Dos de los presidentes en su historia, más corta que la del Banco de España puesto que fue creado en 1957, habían sido ministros federales o de alguno de los estados federados. Casi todos los demás habían sido altos cargos del Gobierno antes de adquirir la condición de presidentes del Deutsche Bundesbank. Uno de los últimos presidentes, Jens Weidmann, fue jefe de la División de Economía y Finanzas en el Gabinete de la canciller Angela Merkel.

Algo parecido sucede en el caso del Banco de Francia. Prácticamente, todos los gobernadores desde el final de la Segunda Guerra Mundial han sido altos cargos del Gobierno de Francia y uno de ellos fue también ministro de Finanzas del Gobierno francés.

Foto: El ministro de Transición Digital y Función Pública, José Luis Escrivá. (EFE/Mariscal)

Que la condición de haber sido ministro o alto cargo del Gobierno francés o alemán a la hora de valorar las capacidades y cualidades de un candidato, fuera una rémora perjudicial para su nombramiento en el banco central es algo que con toda seguridad parecería sorprendente en aquellos países. Sin embargo, lo ha sido en más de una ocasión en España. Durante la negociación de la cúpula del Banco de España en 2012 el negociador del Gobierno de entonces, el ministro de Economía, Luis de Guindos, insistió en transmitir el criterio (defendido al parecer por el presidente del Gobierno) de considerar un grave inconveniente alguna de las características que reunía la propuesta defendida por el PSOE para el cargo de subgobernadora: Soledad Núñez (una persona capaz y extremadamente competente, hoy miembro de la Comisión Ejecutiva del Banco de España) había sido directora general del Tesoro entre 2005 y 2011.

Poco influyeron en la opinión del Gobierno los argumentos defendidos por el autor de este artículo en el sentido de que tal experiencia previa como responsable del Tesoro español, lejos de ser un inconveniente, debía valorarse como una indudable ventaja. Al fin y al cabo, varias decenas de gobernadores y presidentes de los principales bancos centrales del mundo desarrollado habían sido antes máximos responsables del Tesoro Público de sus países. Pero, además, resultaba chocante en aquellas conversaciones que el propio candidato a Gobernador defendido y finalmente designado por el Gobierno había sido tiempo atrás secretario general en el Ministerio de Economía. Tengo el mayor respeto personal y profesional por Luis Linde y también, por cierto, la mejor opinión del actual vicepresidente del Banco Central Europeo, pero siempre me pareció algo extraviada esta forma de abordar negociaciones tan importantes.

Foto: El exgobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos. (EFE)

Por supuesto, lo fundamental en este tipo de asuntos, que afectan a la forma y el fondo de la selección de los responsables de la política monetaria y la supervisión bancaria en España y en Europa, es siempre la capacidad de los designados. Que el Consejo de Gobierno del Banco Central Europeo, la institución en la que reside el mandato europeo a la hora de gobernar la política monetaria, esté plagado de antiguos altos cargos de los Gobiernos de sus respectivos países y que su presidenta y vicepresidente actuales hayan sido ministros de Economía de Francia y España respectivamente, no ha suscitado la inverosímil objeción de que con tales perfiles esté en riesgo la independencia y autonomía del Banco Central Europeo en la formulación de la política monetaria.

Siempre he mantenido la idea de que, si queremos tener a los mejores al frente de la actividad y la política pública, su ejercicio no debe ser utilizado en perjuicio de quien la desempeña.

La independencia de los bancos centrales está bien sustentada en la teoría económica. Se supone que organismos independientes y dotados con plena capacidad de decisión pueden combatir más adecuadamente la inflación en contextos en que los objetivos de los gobiernos a corto plazo pueden diferir de las exigencias definidas por la autoridad monetaria. No es necesario compartir íntegramente los principales elementos de la teoría para sostener la exigencia de rigor y responsabilidad en el manejo de la política monetaria, aunque a muchos nos gustaría un mandato más amplio para los bancos centrales que contenga la orientación hacia el pleno empleo y una visión más equilibrada a medio plazo en el manejo de los tipos de interés.

Foto: El ministro Escrivá en un acto. (EFE/Zipi) Opinión
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Buena parte de las reflexiones anteriores son también predicables para el papel y la selección de los principales responsables de los organismos reguladores (la CNMV, la CNMC y la futura Comisión de la Energía) en los que muchos predican con más insistencia la independencia con respecto a los gobiernos que la autonomía frente a las empresas y entidades reguladas. No debe olvidarse que este tipo de organismos, como también sucede con los bancos centrales, regulan y supervisan la actividad de empresas (bancos, compañías energéticas, de telecomunicaciones, etc.). En ellos, la peor forma de afectar a la independencia no es la mayor o menor cercanía a los Gobiernos, sino la subordinación del interés general al interés de las empresas y entidades reguladas y supervisadas.

*Valeriano Gómez. Economista y exministro de Trabajo e Inmigración

El conocimiento informal de la propuesta de nombramiento por el Gobierno del ministro Escrivá como futuro gobernador del Banco de España ha suscitado, una vez más, el debate respecto de la independencia del Banco de España y de la forma en que puede resultar afectada si la figura del Gobernador resulta ser un anterior ministro del Gobierno.

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