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Lo que callamos del caso Vinícius
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Antonio Casado

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Lo que callamos del caso Vinícius

No justifico lo ocurrido en Mestalla​. Solo trato de abrirme camino entre los fariseos y poner sobre la mesa todos los elementos de juicio. Los que se dicen y los que se callan

Foto: Vinícius, durante el partido ante el Valencia. (Reuters/Pablo Morano)
Vinícius, durante el partido ante el Valencia. (Reuters/Pablo Morano)
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El racismo es injustificable. Quien desprecia o insulta a otra persona por el color de su piel es un racista. Y si nos ceñimos al caso, me parece excesivo deducir que España es un país racista. Palabras mayores para un suceso menor. Lo siento, no comparto la santificación de Vinícius como una forma de escalar hacia una bárbara, irracional, absurda e injusta acusación.

La calidad del jugador, su actitud provocadora, la psicología de la masa en un estadio, el comportamiento racista de un grupo de aficionados y la campaña electoral han conspirado para sacar las cosas de quicio. Hasta el punto de elevar el culebrón a conflicto internacional.

Calma, señores, un poco de sosiego.

Foto: Rueda de prensa tras reunión del Consejo de Gobierno.

No habría caso si Vinícius fuese un futbolista del montón. Pero resulta que disfruta retratando las debilidades defensivas del equipo contrario y sembrando el pánico entre sus seguidores. Sobre todo, si juegan en casa. Nada nuevo en el ecosistema de un estadio. Convertir la conducta de unos cuantos (los detenidos se cuentan con los dedos de una mano) en indicador de un supuesto pecado nacional es una generalización.

Como todas las generalizaciones, es injusta con los millones de españoles que abominamos de las conductas racistas. Y además de injusta, irracional, porque la condición humana es poliédrica, dispar, plural, diversa, heterogénea, de imposible reducción a una sola cualidad. No vale afirmar que los españoles son racistas. Y no vale afirmar que los brasileños son provocadores y despectivos con el adversario deportivo.

Como todas las generalizaciones, es injusta con los millones de españoles que abominamos de las conductas racistas. Y además, irracional

El año pasado se registraron unas 600 investigaciones policiales por denuncias de racismo. El número de robos y hurtos fue superior a los 600.000. Sin embargo, a nadie se le ocurriría decir que España es un país de ladrones.

Que en Mestalla algunos espectadores profirieron gritos racistas contra Vinícius (no contra Camavinga, Mendy u otros futbolistas negros que juegan en el Madrid) es tan cierto como que Vinícius abofeteó a un adversario (por eso fue expulsado) e hizo gestos despectivos al público valencianista. Ahora podríamos abrir un debate sobre si los gritos racistas de una parte del público son más o menos graves que la provocadora arrogancia de Vinícius, a la espera de que alguien explique por qué, ante unos mismos hechos, la conclusión “España es racista”, en base a los gritos de unos desdichados, es más sostenible o menos absurda que la afirmación “Brasil desprecia a sus adversarios deportivos”, a partir de los gestos provocadores de Vinícius.

No pierdo de vista el excipiente político. La campaña electoral ha inflado el caso hasta convertirlo en un presunto conflicto bilateral hispano-brasileño. No sin antes utilizarlo puertas adentro para que se pongan estupendos quienes piden la guillotina para el Rey mientras abominan de los delitos de odio. O van de campeones de los derechos humanos mientras llaman “putos fachas de mierda” a sus adversarios políticos. Odian a los racistas tanto como los racistas odian a los negros.

Foto: Vinícius, en el encuentro ante el Valencia. (Reuters/Pablo Morano)

La patología del odio, como rechazo al diferente, es la misma. La misma que destilan las palabras de dos renombrados 'molt honorables' presidentes de la Generalitat que me vienen a la memoria. Jordi Pujol se refería al andaluz como “un hombre poco hecho” que vive en estado de ignorancia y miseria espiritual. Quim Torra hablaba de los españoles como “bestias carroñeras con una tara en el ADN”. ¿No nos recuerda algo esta alusión a la genética para insultar a un grupo social, racial, ideológico, religioso?

En resumen. Tolerancia cero contra el racismo por todas las vías: policial, judicial, deportiva, educativa. Pero intento impedir que la asimetría argumental se cuele en el teclado de mi ordenador. No justifico lo ocurrido en Mestalla. Solo trato de abrirme camino entre los fariseos y poner sobre la mesa todos los elementos de juicio. Los que se dicen y los que se callan.

El racismo es injustificable. Quien desprecia o insulta a otra persona por el color de su piel es un racista. Y si nos ceñimos al caso, me parece excesivo deducir que España es un país racista. Palabras mayores para un suceso menor. Lo siento, no comparto la santificación de Vinícius como una forma de escalar hacia una bárbara, irracional, absurda e injusta acusación.

Vinicius Junior Racismo
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