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De sabios y necios en el PSOE de Sánchez
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Antonio Casado

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De sabios y necios en el PSOE de Sánchez

Una cosa es cambiar de opinión y otra cambiar de principios. Es el fondo moral del debate entre las primeras figuras del PSOE

Foto: Los expresidentes del Gobierno Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. (EFE/Archivo/Mariscal)
Los expresidentes del Gobierno Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero. (EFE/Archivo/Mariscal)
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Si un filósofo pierda la razón es como si un líder político pierde la coherencia. Descoloca a sus seguidores, les rompe la cintura, los deja a los pies de los caballos. A ver: una cosa es cambiar de opinión y otra cambiar de principios. He ahí el fondo moral del debate con actuaciones estelares de las primeras figuras del PSOE ante las silenciosas —o silenciadas— bases del partido.

Rectificar es de sabios, pero hacerlo a diario es de necios”, dice el histórico líder socialista y expresidente del Gobierno Felipe González, en respuesta a Rodríguez Zapatero, esforzado adalid del derecho de Pedro Sánchez a convertirse en la contrapartida de sí mismo: “Si hay que cambiar de opinión cuando se está en el Gobierno, pues se cambia”.

Foto: El expresidente del Gobierno, Felipe González, en una imagen de archivo. (EFE/Fernando Alvarado)

Zapatero me recordó al personaje de Carpentier (Víctor Hughes, El Siglo de las Luces) que defendió la vuelta a la esclavitud en las colonias francesas del Caribe con la misma entrega al servicio que poco antes había defendido su abolición: “Lo siento, pero yo soy un político. Y si restablecer la esclavitud es una necesidad política, debo inclinarme ante esa necesidad”.

Ni la esclavitud ni la pederastia están expresamente prohibidas en la Constitución, aunque a nadie se le ocurriría sostener que un buen relato, un bien hilvanado hilo argumental en la exposición de motivos de una futura ley (por la convivencia, por el interés general), podría pasar el filtro del Tribunal Constitucional. Es la tesis aplicable a una posible amnistía para los responsables del fallido intento secesionista en Cataluña. De este modo arropa Zapatero el cambio de opinión de Sánchez, que hasta el recuento electoral del 23 de julio siempre dijo que “ni la amnistía ni el referéndum caben en la Constitución”.

La denunciada "polarización por arriba" (Felipe 'dixit') envenena el clima que respira estos días la familia socialista

Así, entre polvos y lodos, la denunciada “polarización por arriba” (Felipe dixit) va envenenando el clima que respira estos días la familia socialista. El propio Zapatero cambió de opinión respecto a Sánchez. Y las lanzas de antes se volvieron cañas en nombre de la lealtad, que fue deslealtad en el caso de González al entender que lealtad significa asentimiento, en asalto flagrante al apasionado compromiso de este partido con la libertad de expresión de sus propios seguidores.

Espero que el integrismo sanchista no alcance a García-Page, dirigente socialista con facturación electoral propia, que, al igual que González, ha entrado en la bronca. El presidente de Castilla-La Mancha arremetió ayer contra “quienes creen que por ganar unas elecciones alguien está legitimado a cambiar de opinión a conveniencia”. Tiene razón, pues esa es una forma más de degradar la credibilidad de la función política, convertida a los ojos de la gente en un mercado de favores donde hasta el alma se pone en venta si hace falta para colmar ambiciones personales. Y quien dice el alma dice la dignidad o la vergüenza, a sabiendas de que siempre habrá alguien dispuesto a aplaudirlo como una brillante maniobra táctica.

La renuncia a los principios formatea la rueda de molino que nos quiere colocar Sánchez, movido por el apremio y no por las convicciones

La renuncia a principios tales como la separación de poderes, la igualdad de personas y territorios, el cumplimiento de los compromisos electorales, el deber de los gobiernos a cumplir y hacer cumplir la ley, etc. está formateando la rueda de molino que el candidato a repetir en la Moncloa, movido por el apremio y no por la convicción, quiere colocar a sus militantes, a sus votantes, a los ciudadanos y a las instituciones implicadas en una eventual ley de amnistía.

Lo de González es de puro sentido común. Se limita a advertir de que, en nombre de la desjudicialización del llamado conflicto catalán, la condena a los activistas del procés puede cambiar de bando con la amnistía, de modo que los condenados por atentar contra el Estado acabarían condenando al Estado represor. Y hasta ahí podíamos llegar. Él lo dice de otra forma: “Actitud para perdonar, sí, pero no para pedir perdón”, como si lo correcto hubiera sido la actitud de los independentistas en 2017 frente a la represiva actitud de los jueces.

Amén.

Si un filósofo pierda la razón es como si un líder político pierde la coherencia. Descoloca a sus seguidores, les rompe la cintura, los deja a los pies de los caballos. A ver: una cosa es cambiar de opinión y otra cambiar de principios. He ahí el fondo moral del debate con actuaciones estelares de las primeras figuras del PSOE ante las silenciosas —o silenciadas— bases del partido.

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